viernes, 27 de noviembre de 2015

viernes XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                        Lc. 21, 29-33

Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación: Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.

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En otro pasaje del Evangelio leíamos que unos fariseos le preguntaban cuándo llegará el Reino de Dios, a lo que Cristo responde que ya está entre nosotros. La traducción literal del "entós hymós" puede tener su punto de discordia entre exégetas, pero lo importante es que ya sea "en" o "entre", el Reino está establecido, de manera que no es ajena la humanidad, sino que por Cristo, que tomó la condición humana, ya somos parte del Reino de Dios. En este pasaje Cristo dice que "cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de dios está cerca". Las cosas que debe suceder son las catástrofes, las guerras, la peste, la persecución a los cristianos, etc. Pero el "sepan que el Reino de Dios está cerca" parece contrastar contradictoriamente con la respuesta que Cristo dio a los fariseos. Mas adelante leemos que no va a pasar esta generación hasta que todo lo que Cristo dice se cumpla. DE este modo podremos pensar que Jesús pretendía que los discípulos no se alarmen con el horror, sino que lleven la confianza en sus corazones que Cristo permanece con nosotros, el Reino está cerca. Y el hecho que todo será cumplido en la "generación" parece también algo contradictorio pero quizá sea cierto en la eternidad, atendiendo a eso que dice el salmo "mil años en tu presencia son como un ayer que pasó, como una vigilia nocturna"... Cristo no le habla sólo a los que ahí están presentes, sino a toda la humanidad, la que no está físicamente presente en ese lugar en ese momento y la que aún debía nacer, hasta el día de hoy. La voz de Dios suena en la existencia, y no sólo en el tiempo y la eternidad. Es por eso que muchas veces experimentamos supuestas contradicciones o signos que nos tocan el propio ser cuando leemos la Biblia.
La parusía es un hecho que aún no sucedió, pero que esperamos con ansia. La calma está en la paz del Señor, que nos dice las cosas que van a pasar para que no desesperemos y tengamos fe en que Él está con nosotros y llega pronto, para que no pensemos que se olvidó de sus cristianos y del mundo, para que no pensemos que nos abandonó. Nos deja así un hermoso consuelo para nuestras penas y una tranquilidad para nuestras almas al decir "el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán", como diciendo que podrán acabarse el mar, la tierra, las ciudades la luz de las estrellas, pero su promesa y su voluntad permanecen; no hay nada que temer entonces, sólo estar vigilando para que el día nos encuentre limpios de toda iniquidad y al servicio de Dios siempre.
El Adviento está pisando el umbral de este año litúrgico que comienza, preparemos la corona de adviento y dispongámonos a recibir al Niño Jesús con un corazón dispuesto a la conversión.