sábado, 8 de diciembre de 2012

Solemnidad de la Inmaculada concepción de la Virgen María



De las oraciones de San Anselmo Obispo 
(segunda lectura del of. de lectura del Breviario Romano)

¡Oh Virgen, por cuya bendición queda bendecida toda la naturaleza!

El cielo, los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche, y todo lo que se halla sometido al poder y al servicio del hombre, se congratulan, Señora, porque, habiendo perdido su antigua nobleza, ahora han sido en cierto modo resucitados por tí y dotados de una gracia nueva e inefable.
Porque todas estas cosas estaban como muertas, al haber perdido su congenita dignidad de servir al sominio y utilidad de los que alaban a Dios, que para eso habían sido creadas; estaban oprimidas y afeadas por el abuso de los que servían a los ídolos, para los cuales no habían sido creadas. ahora se alegran como si hubieran vuelto a la vida, porque ya vuelven a estar sometidas al dominio de los que confiesan a Dios, y embellecidas por su uso natural.
es como si hubiesen saltado de alegría por esta gracia nueva e inapreciable, al sentir que el mismo Dios, su mismo creador, no sólo reinaba sobre ellas de un modo invisible, sino que incluso lo vieron en medio de ellas, santificándolas visiblemente cons su uso. estos bienes tan grandes provinieron a través del fruto bendito del vientre sagrado de la Virgen María.
Por tu plenitud de gracia, lo que estaba en el país de los muertos se alegra al sentirse liberado, y lo que está por encima del mundo se alegra al sentirse restaurado. En efecto, por el glorioso Hijo de su gloriosa virginidad, todos los justos que murieron antes de la muerte vivificante de Cristo se alegran al verse libres de su cautividad, y los ángeles se congratulan por la restauración de su ciudad medio en ruinas.
¡Oh mujer llena y rebosante de gracia, con la redundancia de cuya plenitud rocías y haces reverdecer toda la creación!, Oh Virgen bendita y rebosante de bendiciones, por cuya bendición queda bendecida toda la naturaleza, no sólo la creatura por el Creador, sino también el Creador por la creatura!.
Dios, a su Hijo, el único engendrado de su seno igual a sí, al que amaba como a sí mismo, lo dio a María; y de maría se hizo un hijo, no distinto, sino el mismo, de suerte que por naturaleza fuese el mismo y único Hijo de Dios y de María. Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha nacido de María. Dios lo creo todo, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo de María; y en este modo rehizo todo lo que había hecho. el que pudo hacer todas las cosas de la nada, una vez profanadas, no quiso rehacerlas sin María.
Dios, por tanto, es Padre de las cosas creadas y María es madre de las cosas recreadas. Dios es Padre de toda la creación, María es madre de la universal restauración. Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho, y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado. Dios engendró a  aquel sin el cual nada en absoluto existiría, y María dio a luz a aquel sin el cual nada sería bueno.
En verdad el Señor está contigo, ya que Él ha hecho que toda la naturaleza estuviera en tan gran deuda contigo y con Él.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey universal

+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan

Pilato llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús le respondió: ¿Dices esto por tí mismo u otros te lo han dicho de mí?. Pilato replicó: ¿Acaso yo soy judío?. Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?. Jesús respondió: Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a  mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí. Pilato le dijo: ¿Entonces tú eres rey?. Jesús respondió: Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad escucha mi voz.
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"Mientras los hombres y las naciones, alejados de Dios, corren a la ruina y a la muerte por entre incendios de odios y luchas fratricidas, la Iglesia de Dios, sin dejar nunca de ofrecer a los hombres el sustento espiritual, engendra y forma nuevas generaciones de santos y de santas para Cristo, el cual no cesa de levantar hasta la eterna bienaventuranza del
reino celestial a cuantos le obedecieron y sirvieron fidelísimamente en el reino de la tierra." 
                                                                                                                                                                       Pío XI, Enc. Quas Primas



Hoy, trigésimo cuarto domingo del tiempo ordinario, celebramos la Solemnidad de Cristo Rey. Es la última celebración del año litúrgico, el último domingo del tiempo ordinario previo al primer domingo de Adviento.
Este día nos llama a celebrar y vivir con fe, esperanza y caridad la realeza de Cristo sobre toda la creación y muy especialmente sobre la Santa Iglesia. Siendo este "año de la fe" muy propicio para alimentarse cada vez más de la Verdad y darla conocer, habiéndola digerido en nuestros corazones, la ciudad del Gran Rey no puede menos que recibir al Señor con sus dinteles levantados y con el gran gozo, también, de saber eterno el día en que la Puerta del Cielo daba su "Fiat" para que habite entre nosotros el Hijo de David.
Un solo rebaño y un solo Pastor, un reino y un Rey. Esto es lo que debemos encontrar entre nosotros, hijos de Dios por Jesucristo, y que debemos llevar a todo el mundo luego de haberlo vivido en casa. Hoy corren tiempos en que la unión no es común en el mundo; esto lo notamos en las distintas realidades seculares siempre tan cargadas de egoísmo y quizá más gravemente marcadas en estos últimos diez años. Los vínculos se destruyen cuando se destruye o, mejor, se intenta borrar el concepto de familia, de respeto a la vida, de respeto al derecho de los demás...; también podemos ver que no hay unión cuando las naciones sucumben ante las crisis económicas que surgen por la escisión de la voluntad y la ética. Hay muchos ejemplos de lo mismo en el transcurso de estos últimos años, y la Iglesia debe preguntarse qué papel juega en el mundo de hoy.
Si en el Evangelio que hoy nos presenta la liturgia alteramos algunos personajes entenderemos una verdad que es universal en el mundo y que a todos los cristianos nos llama a reflexionar sobre nuestro protagonismo en él. Digamos que Pilato es la tendencia al mal, la concupiscencia; Jesús es el Bien supremo, la verdadera felicidad del hombre, y los judíos son la voluntad humana. así tenemos que releer el mensaje diciendo: la concupiscencia interrogó al Bien supremo si este era quien regía a la voluntad. A su vez el Bien supremo preguntó si ella hablaba por sí misma o por la voluntad humana (evidentemente la concupiscencia no es original de la voluntad humana, sino de otra voluntad opuesta al Bien supremo). La voluntad pone al Bien en tela de juicio, lo desfigura y lo entrega a la concupiscencia (lo que es bueno para el hombre, el Fin último es traicionado por la tendencia al mal, así se deja de comprender el fin y el medio se desvía hacia el pecado, perdiendo la Meta, que permanece aún sin el hombre). El Bien dice que su Voluntad no es la voluntad humana, de lo contrario no habría sido despreciado por la concupiscencia (los que están a su servicio y combaten son los hombres que viven en la gracia luchando con sus buenos hábitos y las virtudes para que la voluntad no caiga en la ceguera y la perdición). Entonces..., ¿Vos sos El que es?, pregunta la concupiscencia, que no es capaz de distinguir bien, y el Bien supremo responde "Sí, Yo soy El que soy" y agrega: yo me acerco a los hombres para transmitirles la Verdad, y los que son míos me escuchan y se alimentan de mí.

En síntesis se puede decir que el Bien reina desde siempre y sobre todo, pero hay quienes rechazan el Bien y creen que su bien está en la voluntad tendiente al mal. Pero no debemos olvidar que ese Bien no puede apagarse, aunque la concupiscencia lo ignore, el Rey permanece y siempre es la Verdad. Los que somos suyos lo escuchamos en nuestra vida, en nuestro espíritu, nos alimentamos de Él en la Eucaristía y vivimos unidos a Él sabiendo que es el Bien supremo y nuestra Felicidad. Pero..., hoy, en nuestra vida personal y particular, ¿luchamos para que los hombres no entreguen los bienes a la concupiscencia?, es decir, ¿anunciamos el Evangelio?, ¿somos luz del mundo y testigos de la Verdad?. Cristo es Rey universal y su reino está en guerra; no contra los hombres, sino contra el mal que arrastra a los hombres con garras de concupiscencia  y de pecado. En el combate, la Iglesia es un soldado que sabe que ha ganado porque conoce al General. Pero este soldado no dejará jamás en manos del enemigo a los rehenes que tomó, al contrario, se hace fuerte y sale a buscar a aquellos con la armadura de la Verdad expresada en el Verbo. El soldado es legionario, sí, legionario de una Madre que llora a sus hijos, legionario que combate dirigido por aquella que aplasta la cabeza de la serpiente infernal. Legionario de María. Estamos llamados a "redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada" (Porta Fidei, nº 9, Bededicto XVI), para no caer en la resignación de ver sin retorno lo que parece perdido, y ,también, para no descuidarse en la guerra contemplando entre lágrimas las ausencias en el bastión mientras las espaldas cubren al enemigo. Y nuestro modelo es la Santísima Virgen Madre, "la realización más pura de la fe"(CCE nº 149), porque su humildad y obediencia vencieron a las tinieblas al confiar plenamente en Aquel que es la Vida y la Verdad, el Amor.
Este es un día en que volvemos a proclamar a Jesús nuestro Dios y Señor, Rey soberano de toda la creación, y Rey de nuestros corazones. Por eso debemos reflexionar qué lugar ocupa cristo en nuestras vidas, y desde ese lugar debe brillar la luz para acercarla a los que la necesitan, que son todos los hombres. En tiempo de fe debe reinar la esperanza, y el Amor eterno debe estar de continuo en nosotros, por eso debemos obrar en comunión: comulgar y ser un solo rebaño del Señor, con obediencia confiada a su vicario, el Santo Padre, que ha llamado en tan agraciada circunstancia a este año de la fe. Es tiempo de unión, recemos especialmente por los que están alejados de la Iglesia, ya sean bautizados o no. Porque "el imperio de Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos que habiendo recibido el bautismo pertenecen de derecho a la Iglesia, aunque el error los tenga extraviados o el cisma los separe de la caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe cristiana, de suerte que bajo la potestad de Jesús se halla todo el género humano" (Encíclica Annum Sacrum, Leon XIII, Papa).
Así, dando testimonio de vida cristiana, podemos transformar el mundo actual enseñando que "El es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos" (Enc. Quas Primas nº 16, Pío XI).
Para finalizar quiero dejar escrita textualmente, en castellano, estas palabras del Papa Pío XI citando a Pío X en la encíclica "Quas Primas" (que instituyó, el 11 de diciembre de 1925, la Solemnidad de Cristo Rey)...
"Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente"


Consagración al Sacratísimo Corazón de Jesús

Sagrado Corazón de Jesús, que manifestasteis a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas, nosotros venimos hoy a proclamar vuestra realeza absoluta sobre nuestra familia. Queremos, de ahora en adelante, vivir vuestra vida, queremos que florezcan, en nuestro medio, las virtudes a las cuales prometísteis, ya en este mundo, la paz. Queremos expulsar lejos de nosotros el espíritu mundano que maldijísteis. Vos reinaréis en nuestras inteligencias por la simplicidad de nuestra fe: en nuestros corazones por el amor sin reservas del que estamos abrasados para con Vos, y cuya llama alimentaremos por la recepción frecuente de vuestra divina Eucaristía. Dignáos, Corazón divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar de nosotros las aflicciones, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas. Si alguna vez alguno de nosotros tuviere la desgracia de ofenderos, acordáos, oh Corazón de Jesús, que sois bueno y misericordioso con el pecador arrepentido. Y cuando sonare la hora de la separación, todos nosotros, los que parten y los que quedan, seremos sumisos a vuestros eternos designios. Nos consolaremos con el pensamiento de que ha de venir un día en que toda la familia, reunida en el Cielo, podrá cantar para siempre vuestra gloria y vuestros beneficios. Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca San José, presentaros esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro Padre!



jueves, 15 de noviembre de 2012

San Alberto Magno, Obispo y Doctor de la Iglesia

Alberto, el Grande, nació en Lauingen, Baviera, el año 1206, a orillas del río Danubio, cerca de Ulm, Diócesis de Augsburgo. Murió en Colonia, el 15 de Noviembre de 1280. Fue llamado “el Grande” y “Doctor Universalis” (Doctor Universal) en reconocimiento a su genio extraordinario y extenso conocimiento y porque fue perito en todas las ramas del aprendizaje cultivado en su tiempo, sobrepasando a todos sus contemporáneos.
Fue el hijo mayor del Conde de Bollstädt. Nada cierto se sabe de su educación primaria o preparatoria, la cual fue recibida ya sea bajo el techo paternal o en una escuela del barrio. En su juventud fue enviado a continuar sus estudios en la Universidad de Padua; ciudad que fue escogida ya sea porque su tío residía en ella o porque Padua era famosa por su cultura y artes liberales, por lo cual el joven suabo tenía una predilección. La fecha de su partida a Padua no ha sido posible determinar con precisión. En el año 1223, se unió a la orden de Santo Domingo, atraído por el discurso del Beato Jordán de Sajonia, segundo Maestro General de la Orden. Los historiadores no nos pueden decir si los estudios de Alberto continuaron en Padua, Boloña, Paris o Colonia. Una vez completados sus estudios, enseñó teología en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Straburgo y Colonia. En 1238 asiste al Capítulo General de la Orden que eligió a Raimundo de Peñafort tercer Maestro General. Se encontraba en el convento en Colonia, interpretando el “Libro de las Sentencias” de Pedro Lombardo cuando, en 1245, se le ordenó partir a Paris. Allí, recibió el grado de Doctor en la universidad que, sobre todas las demás, fue celebrada como una escuela de teología. Fue durante este período de logro en Colonia y Paris que se contaba entre sus oyentes Tomás de Aquino, entonces un joven silencioso y pensativo, cuyo genio fue reconocido y cuya futura grandeza predijo. El discípulo acompañó a su maestro a Paris en 1245, regresando con él en 1248 al nuevo Studuim Generale de Colonia, donde Alberto fue nombrado Regente, mientras Tomás se convirtió en segundo profesor y Magister Studentium (Maestro de estudiantes). En 1254, Alberto fue elegido Provincial de su Orden en Alemania. Viajó a Roma en 1256 a defender a las Ordenes de los Mendicantes contra los ataques de William de San Amour, cuyo libro “De novissimis temporum periculis” fue condenado por el Papa Alejandro IV, el 5 de Octubre de 1256. Durante su permanencia en Roma, Alberto ocupó la oficina de Maestro del Palacio Sagrado (instituido en la época por Santo Domingo) y predicó sobre el Evangelio de San Juan y las Epístolas Canónicas. Renunció a la oficina Provincial en 1257 para dedicarse al estudio y la enseñanza. En el Capítulo General de los Dominicos, sostenido en Valencia en 1250, junto a Tomás de Aquino y Pedro de Tarentasia (luego, Papa Inocente V), estableció las reglas para la dirección de estudios y la determinación del sistema de graduación de la Orden. En el año 1260 fue nombrado Obispo de Ratisbon. Humberto de Romanis, Maestro General de los Dominicos fue renuente a perder los servicios del gran Maestro, se esforzó en evitar su nombramiento, aunque no tuvo éxito. Alberto gobernó la diócesis hasta el año 1262 cuando, luego de aceptada su renuncia, voluntariamente reasumió los deberes de profesor en el Studuim en Colonia. En el año 1270, envió un informe a Santo Tomás combatiendo a Siger de Brabante y los Averroístas. Este era su segundo tratado especial contra el comentador árabe, el primero había sido escrito en 1256 bajo el título “De Unitate Intellectus Contra Averroem”. Fue llamado por el Papa Gregorio X para asistir al Concilio de Lyon (1274) sobre las deliberaciones donde tomó parte activa. El anuncio de la muerte de San Tomás en Fossa Nova, mientras precedía el Concilio, fue un duro golpe para Alberto y declaró que “La Luz de la Iglesia” había sido apagada. Naturalmente creció en él el amor por su distinguido y santo pupilo y se dice que luego de su muerte, no podía sino derramar lágrimas cuando se nombraba o se mencionaba a Santo Tomás. Algo de su viejo vigor y espíritu volvió en 1277 cuando se anunció que Esteban Tempier y otros deseaban condenar los escritos de Santo Tomás bajo el cargo que eran demasiado favorables a los filósofos ateos, así es que viajó a Paris a defender la memoria de su discípulo. Tiempo después de 1278 (año en el cual escribió su testamento) sufrió un lapsus de memoria; su fuerte mente gradualmente se fue nublando; su cuerpo se debilitó con las vigilias, la austeridad y numerosos trabajos hundiéndose bajo el peso de los años. Muere el 15 de noviembre de 1280, siendo enterrado en el coro de la iglesia dominica de Colonia. Ofició las exequias fúnebres el Arzobispo Siegfried von Westerburg. El 13 de octubre de 1484, Inocencio VIII permite a los priores dominicos en Colonia y en Ratisbona celebrar fiesta el 15 de noviembre con Misa y Oficio, lo que se interpretó como culto a un Beato. La misma prerrogativa se concede el 21 de septiembre de 1622 por Gregorio XV a la catedral de Ratisbona. El 2 de abril de 1631 por Urbano VIII a Lauingen, y el 6 de marzo de 1635 lo extendió a todos los dominicos alemanes; el 3 de mayo de 1664 por Alejandro VII a los dominicos de Venecia, y el 27 de agosto de 1670 Clemente X lo extiende a todo el mundo. El 16 de diciembre de 1931 Pío XI santificó a Alberto de  Bollstädt nombrándolo Doctor de la Iglesia (Acta Apostolicæ Sedis, vol. 24, 1932, 5-17). El 16 de diciembre de 1941 Pío XII, en su Breve “Ad Deum per rerum naturæ”, lo declaró Cultorum Scientiarum  naturalium coelestem apud Deum Patronum (Patrón ante Dios de los estudiosos de las ciencias naturales) con el privilegio y honor añadidos de su patronazgo a todas las ciencias. (Acta Apostolicæ Sedis vol. 34, 1942, 89-91 ).
En Teología, Alberto ocupa un lugar entre Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, y Santo Tomás de Aquino. En un orden sistemático, de rigurosidad y claridad, superó al primero pero es inferior a su propia discípulo ilustrísimo. Su “Suma Teológica” marca un avance mas allá de las costumbres de su tiempo en el orden científico observado, en la eliminación de asuntos inútiles, en la limitación de los argumentos y objeciones; sin embargo, aún se mantienen muchos de los impedimentos, obstáculos o piezas tambaleantes que Santo Tomás consideró suficientemente serios como para un nuevo manual de teología para uso de principiantes. – ad eruditionem incipientium, como el modesto Doctor Angélico notó en el prólogo de su inmortal “Summa”. La mente del Doctor Universalis, estaba tan llena de conocimiento de muchas cosas que no siempre pudo adaptar sus exposiciones de la verdad a la capacidad de los novicios en la ciencia de la teología. Enseñó y dirigió un pupilo que dio al mundo una exposición científica concisa, clara y perfecta y una defensa de la Doctrina Cristiana; ante Dios, por lo tanto, le debemos a Alberto Magno, la “Summa Theologiæ” de Santo Tomás.

jueves, 18 de octubre de 2012

San Lucas evangelista


Hoy celebramos la Fiesta de San Lucas evangelista. Este santo escribió el tercer Evangelio y el Libro de los Hechos de los apóstoles y fue discípulo de San Pablo apóstol, quien lo cita llamándolo "el médico muy amado" en una de sus cartas. Es representado en la iconografía por un buey o un ternero, el animal del sacrificio, porque su Evangelio comienza con el relato de Zacarías, el sacerdote, padre de San Juan Bautista.

Según Eusebio de Cesarea y San Jerónimo de Estridón, el evangelista habría nacido en Antioquía, antigua capital de Siria. Y se sabe que conocía la septuaginta y las cosas judías bien por ser prosélito judío o bien por su conversión al cristianismo, por su relación con los Apóstoles y sus discípulos.
El Evangelio de Lucas es el más letrado y extenso, más largo que el Evangelio de San Mateo, y junto con su segundo libro (Los Hechos de los Apóstoles) la extensión es casi igual, en comparación, con las 14 Cartas de San Pablo. El estilo de su Evangelio es superior al de todo escrito del Nuevo Testamento excepto la Cara a los Hebreos. Este evangelio se denomina el "Evangelio de los pobres"  porque Jesús aparece siempre junto a los pobres y a los más pequeños. También lo han llamado el "Evangelio de la oración" porque en él Jesús ora en todos los grandes momentos de su vida y enseña a orar siempre a los discípulos. En el mismo Evangelio aparece el Magnificat, que es el cántico de alabanza de la Santísima Virgen María. Se ha dicho que el evangelista conoció a la Virgen y fue ella quien le habría dictado la oración; pero esto no puede probarse.
San Lucas aparece por primera vez en las Sagradas Escrituras en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, en la ciudad de Tróada (Hech. 16, 8...) donde se reúne con san Pablo, y, tras la visión, cruza con él a Europa como evangelista, desembarcan en Neápolis y continúan a Filipos "persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles" (Hech. 16, 10). Probablemente Lucas permaneció en Filipos mientras Pablo continuaba su viaje y más tarde lo acompañó a Tróade para realizar el largo viaje por la costa como aparece en Hech. 20. y se sabe que estuvo con Pablo cando fue encarcelado por primera vez y la tercera vez, ya que en esta última etapa de presidio del apóstol, la carta a Timoteo dice "He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera...Apresúrate a venir hasta mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo...el único que está conmigo es Lucas " (2 Tim 4, 7-11).
Lo que se sabe del evangelista luego del martirio de San Pablo es lo que llegó hasta nosotros de las obras de
Sexto Julio Africano que en el "Præfatio vel Argumentum Lucæ" afirma del evangelista que estaba soltero, que escribió el evangelio en Acaya  que murió a la edad de setenta y cuatro años en Bitinia lleno del espíritu Santo (probablemente hay acá un error de esta versión, porque lo más lógico es que se trate de Beocia y no Bitinia). San Jerónimo dice que fue sepultado en Constantinopla y que sus huesos fueron trasladados junto con las reliquias del Apóstol Andrés.
Debió haber sufrido ataques por ser cristiano y evangelista, pero no puede probarse con evidencia alguna su martirio. Sus reliquias se conservan actualmente en Padua, Italia, en la Basílica de Santa Justina.

miércoles, 17 de octubre de 2012

San Ignacio de Antioquía, Obispo y Mártir


San Ignacio, llamado Teóforo (ho Theophoros, en griego "portador de Dios") nació hacia el año 35 y falleció el año 107 en Roma, martirizado por mandato de Trajano, emperador romano. Es uno de los padres apostólicos, según la tradición, discípulo de San Juan Apóstol y Evangelista y de san Pablo Apóstol. Recibió el Orden episcopal de la mano de los Apóstoles Pedro y Pablo (Homilía en San Ignacio IV, 587, San Juan Crisóstomo) y es el segundo Obispo de Antioquía después de Evodio (según la Historia Eclesiástica de eusebio de Cesarea Hist. Ecc. II, III, 22) gobernando por 40 años a la grey de esa región.
El noveno año del reinado de Trajano es encarcelado y llevado de Antioquía a Roma en barco sufriendo gran maltrato durante el viaje. Durante este viaje fue acompañado por Filón, diácono de Tarso y Reo Agatopo, un sirio; ambos considerados los autores de las actas de su martirio. San Ignacio pasó por tormentos humanos por mar y por tierra, pero su consuelo venía de los cristianos que se acercaban a saludarlo con reverencia y lo homenajeaban cuando la nave llegaba a algún puerto en el recorrido o cuando pasaban por distintas regiones. En Esmirna, uno de los lugares por donde pasó cautivo, lo saludó San Policarpo, su condiscípulo y Obispo en dicha ciudad, y las comunidades cristianas aledañas mandaron delegaciones para consolarlo. Durante este período escribió cartas a las comunidades cristianas exhortándolas, como un padre, a que sean obedientes a sus respectivos obispos y que se apartaran de toda doctrina falsa; estando en Esmirna escribió a Roma pidiendo a los cristianos que no hicieran nada para impedir su martirio. En una de sus siete cartas, a los cristianos de Esmirna, aparece por primera vez la frase "Iglesia Católica", designando a la Iglesia que fundó Jesucristo sobre el cimiento de los Apóstoles; también es el primero en llamar "Eucaristía" al Santísimo Sacramento.
Las cartas del santo fueron parte de la colección de Eusebio de Cesarea, quien las conoció y estudió en la primera mitad del siglo IV. Esta colección está perdida, pero se conoce que son siete cartas dirijidas a los cristianos: a Éfeso (pros Ephesious), a Magnesia (Magnesieusin), a Tralles (Trallianois), a Roma (Pros Romaious), a Filadelfia (Philadelpheusin), a Esmirna (Smyrnaiois), y a su amigo Policarpo, santo mártir (Pros Polykarpon). Estas cartas están reconocidas por Eusebio en "Historia Ecclesiæ", III, XXXVI y por San Jerónimo de Estridón en "De viris illustribus Liber ad dextrum", cap. XVI. De las colecciones posteriores la más antigua data de la última mitad del siglo IV y es conocida como "Recensión larga", que tiene estas siete cartas llamadas genuinas y otras seis cartas falsas. Existen otras fentes como el "Martyrium Colbertinum" y el  "Codex laurentianus mediceus" de gran importancia y fiabilidad. Estas cartas son de una importancia inestimable por la doctrina auténtica que exponen, y esto con la autoridad suficiente, ya que el santo sirio recibió de los Apóstoles "no sólo la sustancia de la Revelación, sino también su propia interpretación inspirada de ella" (Enciclopedia Católica, traducción castellana de Fraancisco Vázquez IHM).
Cuando llegó a Roma lo recibieron miles de cristianos que le ofrecieron hablar con funcionarios del gobierno para evitar el martirio, pero él les rogó que no lo hicieran. Rezó con ellos de rodillas por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Al día siguiente los paganos concurrían a los sangrientos espectáculos del circo. San Ignacio de Antioquía fue presentado en el anfiteatro flavio (el Coliseo romano) donde oró a Dios antes que dos leones feroces lo destrozaran y devoraran.
Las reliquias del santo mártir fueron llevadas a Antioquía en manos del diácono Filón de Tarso (provincia de Cilicia) y por Reo Agatopo y fueron enterradas en un cementerio fuera de las puertas de Dafne, para que no llamaran la atención; esto lo refiere San Jerónimo, escribiendo en 392. Teodosio II, emperador, las trasladó a Tiqueo, o el templo de la fortuna, que se convirtió en una iglesia cristiana bajo el patrocinio del mártir. Finalmente, el año 367 se trasladaron a la Basílica de San Clemente de Roma, donde permanecen hasta hoy bajo el Altar Mayor.

Nota:
            La memoria del santo mártir se celebra hoy, en la iglesia latina, el 17 de octubre, igual que se celebraba en Antioquía desde el siglo IV y como figura en un antiguo martirologio sirio. Aunque en tiempos previos al Concilio Vaticano II se festejaba el 1 de febrero (según parece, a juzgar por los calendarios de algunos misales tridentinos de mediados del siglo XX) y figura así en la Enciclopedia Católica, cuyo artículo data del año 1910.


viernes, 24 de agosto de 2012

San Bartolomé, Apóstol



+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?”. Felipe le contestó:“Ven y lo verás”.Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo:“Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le respondió:“Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó:“Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió:“Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

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San Bartolomé es el Apóstol que en el Evangelio de San Juan figura como Natanael. No es raro esto, ya que el Apóstol Mateo, por ejemplo, es llamado Leví en Mc 2, 14. Bartolomé significa "hijo de Ptolomeo" (del arameo-greco bar-Tolmay) y Natanael significa "don de Dios". Lo que vemos en los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) es que Natanael no figura nunca, y, en cambio, sí figura Bartolomé acompañado siempre por Felipe, como en el Evangelio de hoy. Es por eso que los estudiosos siempre han visto al Apóstol Bartolomé en la persona de Natanael, es decir, es la misma persona.
Lo que se sabe de la vida de este apóstol es muy poco, y lo que nos ha llegado viene de la tradición que se basa en el obispo Eusebio de Cesarea. El Matirologio Romano trae un breve texto que dice que Bartolomé sufrió el martirio en la India sonde predicaba el Evangelio; fue por responsabilidad del rey Astyages, quien lo decapitó luego de haberle arrancado a piel.
San Bartolomé Es nombrado en Pentecostés, en el segundo libro de Lucas el Evangelista (Hechos de los Apóstoles) y es uno de los Apóstoles que está presente cuando Jesús asciende a los Cielos.

miércoles, 22 de agosto de 2012

La Santísima Virgen María, Reina

Fresco de Fra Angelico, fraile dominico, de la Orden de Predicadores fundada por Santo Domingo Domingo de Guzmán
Coronación de la Virgen María, de Fra Angelico (Orden de Predicadores)

La liturgia nos presenta hoy, en la octava de la Asunción de la Santísima Virgen Madre, esta memoria que fue instituída por el Papa Pío XII el 11 de octubre de 1954 por la Encíclica Ad Cæli Reginam y que en principio se pensó celebrar la fiesta el 31 de mayo de cada año con la renovación de la consagración del género humano al Inmaculado Corazón de la bienaventurada Virgen María. Sin embargo se creyó más conveniente establecer esta fiesta en la octava de la Asunción y así se hace cada año en la actualidad. Ya el Santo Rosario, espada contra el mal y escudo de devoción mariana, reza, en el cuarto Misterio Glorioso, la Asunción de la Santísima Virgen y en el quinto Misterio Glorioso la Coronación de la Virgen Madre de Dios. Al contemplar el Misterio de la condición Regia de María en el Santo Rosario nos detenemos a meditar el pasaje de las Sagradas Escrituras que en Ap 12, 1, y en los siguientes versículos habla de la Virgen con una corona de doce estrellas y la describe revestida de sol.
En el tercer artículo dice la Encíclica anteriormente citada "Por todo ello, y como para coronar estos testimonios todos de Nuestra piedad mariana, a los que con tanto entusiasmo ha respondido el pueblo cristiano, para concluir útil y felizmente el Año Mariano que ya está terminando, así como para acceder a las insistentes peticiones que de todas partes Nos han llegado, hemos determinado instituir la fiesta litúrgica de la 'Bienaventurada María Virgen Reina'" y más adelante da fundamentos de la realeza de la Virgen recorriendo la Tradición, la Liturgia y la Teología. El Sumo Pontífice cita entre otras cosas una expresión de San Alfonso María de Ligorio en el último párrafo del séptimo artículo del documento que dice "Porque la Virgen María fue exaltada a ser la Madre del Rey de los reyes, con justa razón la Iglesia la honra con el título de Reina".
Ahora digo como legionario de María...¿Quién es esta que va subendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?, es mi Madre, la Madre que me ha dado el Señor, es nuestra Señora, nuestra Madre, nuestra Reina. Hoy nos congregamos en cada iglesia a celebrar la memoria de nuestra Señora como Reina de todo lo creado y lo hacemos en la Eucaristía, por eso exhorto fraternalmente a todos ustedes, lectores, a que se acerquen a la parroquia que esté más próxima y reciban a Cristo Eucaristía en gracia o después de una buena confesión. Y saludo en este día a mis hermanos de la Legión de María con las palabras de nuestro queridísimo fundador el Siervo de Dios Frank Duff "Allí estaba la Reina antes de reunirse ellos; estaba esperando el alistamiento de aquellos que Ella ya sabía iban a venir. Ella fue quien los escogió, y no al revés, y, desde entonces, ellos se han puesto en marcha y luchan a su lado, sabiendo que el salir triunfantes y el perseverar guarda un ritmo exacto a su unión con Ella" (Frank Duff, Manual del la Legión de María, cap. 1 Nombre y origen). Infinita es la diferencia entre los siervos de Dios y su Madre, pero Ella intercede por sus nosotros ante Dios por siempre, como lo hizo en las bodas de Caná. "Gloríense, por lo tanto, todos los cristianos de estar sometidos al imperio de la Virgen Madre de Dios, la cual, a la par que goza de regio poder, arde en amor maternal." (Pío XII, Ad Cæli Reginam) y " nadie ose pronunciar impías blasfemias, señal de corrompido ánimo, contra este nombre, adornado con tanta majestad y venerable por la gracia maternal; ni siquiera se ose faltar en modo alguno de respeto al mismo." (Pío XII, Ad Cæli Reginam).
Para terminar este artículo me gustaría que todos los que lean este texto reccen hoy, antes de que el día termine un rosario íntegro con todo el amor del corazón puesto en nuestra Reina y Madre. Hoy, miércoles, se rezan los Misterios Gloriosos, meditemos especialmente el último misterio y rezemos las últimas oraciones del Rosario pidiendo por nuestro Papa Benedicto XVI y por sus intenciones, así como los pastorcitos de Fátima lo hacían por inspiración Divina.

Invoquemos la Virgen Santa, sea Ella la estrella que guía nuestros pasos al encuentro con su Hijo en nuestro camino para llegar a la gloria del Cielo, a la alegría eterna.
S.S. Benedicto XVI
 (final del discurso en el Angelus del 15 de agosto de 2012)

martes, 21 de agosto de 2012

San Pío X, Sumo Pontífice

+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos". Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible". Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?". Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.

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Hoy celebramos la Memoria de San Pío X, un santo Papa del siglo XIX y un humilde servidor del Señor. en el Evangelio vemos cómo Cristo señala la dificultad de los hombres del mundo para alcanzar el Reino de los Cielos, y esto por el afan de ganar riquezas que de nada sirven al hombre. Las verdaderas riquezas que el prudente hijo debe acumular son las virtudes, tales como las que vivió este santo, que un día lloró en ámbito privado por tener que vestir como un rey mientras él era todo humildad. Sí, San Pío X, fue uno de esos hombres de Dios que vivió la pobreza a tal punto que ni si quiera cuando fue electo Vicario de Cristo sintió el orgullo insano de la vanagloria. Para Dios todo es posible, nos dice el Evangelio, y qué alegría compartir con ustedes la manifestación de santidad en la vida de un pobre que acumuló siempre sus riquezas en el Cielo!. Fue hijo de una familia humilde pero muy piadosa, su ordenación sacerdotal fue cuando tenía 23 años de edad. Cuando niño deseaba ser sacerdote y cuando creció su párroco ayudó para que pudiera ir a Castelfranco Véneto a terminar sus estudios y a ingresar al seminario, recorría 7 km de ida y otros 7 de vuelta a pie desde su casa hasta el liceo. Y un día será nombrado obispo, más tarde cardenal y Patriarca de Venecia y llegará a ser electo Papa en el cónclave posterior al pontificado de León XIII, a pesar de que hubiera preferido que pase de él ese cáliz. entre muchas obras santas y milagros que obró en vida se le conoce su interés por la Comunión de los niños, determinó que la primera comunión se diera a los 7 años de edad. También combatió las herejías de su época que tanto mal y tanta soberbia despertaban por doquier ya sea influenciando a los clérigos u hostigando al siglo. defendió la causa de los pobres en muchas regiones del mundo e incluso escribió una Encíclica por los indígenas latinoamericanos (Lacrimabili statu). Él fue de los últimos, un pobre niño nacido en familia humilde..., pero su espíritu gravó en el cielo una alabanza a la Santidad, al tres veces Santo, y viviendo en el mundo procuró para la Iglesia y los hombres de buena voluntad toda su obra que es testimonio puro del Evangelio y que bien expresaba su lema papal "Instaurare omnia in Christo". Y..., ¿no nació Cristo en un pesebre, Él que es el Hijo de Dios Vivo?. Ahora entiendo Señor, en la enseñanza vivida de tus santos, que "muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros".

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San Pío X nació en Riese de Véneta el día 2 de junio de 1835. fue el segundo hijo de un total de diez del matrimonio de Giovanni Battista Sarto (de profesión cartero) y Margarita Sanson (costurera) de humilde condición.
Bautizado el 3 de junio de 1835, con el nombre Giuseppe Melchiorre (José Melchor), tuvo de sus padres una formación cristiana y piadosa, sobre todo por parte de su madre. Asistió a la escuela de su ciudad natal cuando niño y fue acólito en su parroquia; por entonces expresaba su deseo de ser sacerdote. Tito Fusarini, párroco de Riese le enseñó al entonces jóven santo el latín, lengua que debían conocer todos los sacerdotes en tiempos de Misa Tridentina. Más tarde fue el mismo cura quien consiguió que José pudiera estudiar en el Liceo Classico de Castelfranco Véneto. Allí asistía el santo, recorriendo siete kilómetros a pie dos veces al día hasta el día 20 de septiembre de 1850, cuando fue tonsurado por el Obispo de Treviso, quien le consiguió una beca para ingresar al seminario de Padua el mismo año. Junto a los archivos del seminario de Padua se conserva una nota que dice "Discípulo irreprochable; inteligencia superior; memoria excelente; ofrece toda esperanza". Ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858 con 23 años de edad, en la catedral de Caltelfranco por el entonces Obispo de Treviso Giovanni Antonio Farina, se dedicó completamente al ministerio pastoral. Fue párroco de Tómbolo (Treviso) hasta 1867 cuando asume el arciprestazgo de Salzano y se lo nombra canónigo de la catedral diocesana. En 1875 fue rector del seminario conciliar y en 1879 lo nombraron director espiritual del mismo y también canciller de la curia episcopal trevisana, examinador prosinodal y vicario capitular. El 10 de noviembre de 1884 el Papa León XIII lo nombra Obispo de Mantua, diócesis que había caído en negligencia por parte de la curia provocando un cisma en dos poblaciones. Pero el ahora Obispo José Sarto llevó adelante a la grey que le había sido dada, y con éxito tal que Siete años más tarde ya será asistente al trono pontificio y el 12 de junio de 1893 León XIII lo crea Cardenal Presbítero del título San Bernardo alle Terme y tres días después es promovido como Patriarca de Venecia.
Tras la muerte de León XIII, el 20 de julio de 1903, y después de una intromisión legítima que vetó la elección de Mariano Rampolla del Tíndaro como Papa en el cónclave, José Melchor Sarto fue electo Sumo Pontífice el 4 de agosto del mismo año. Algunas de sus obras como Sumo Pontífice fueron, en primer lugar abolir el derecho a veto en la elección papal por parte de las autoridades seculares de estado, esto sucedió el 20 de enero de 1904 (nótese que habían transcurrido sólo algunos meses desde su elección por el colegio cardenalicio) con la Constitución Apostólica Commissum Nobis. También luchó contra el laicismo, modernismo y jansenismo. Sobre el modernismo bien dijo cuando afirmó que era el "resumen de todas las herejías". Condenó a algunos escritores y sus ideas por un decreto del Santo Oficio que data de 1907; más tarde redactó la Encíclica "Pascendi Dominici gregis", donde se indican las peligrosas tendencias modernistas con sus ideas y manifestaciones en todos los campos. En Francia denunció, en 1905, el concordato que la Santa Sede había firmado bajo la presión de Napoleón Bonaparte, que no permitía la libertad de nombramiento de Obispos desde 1801. Esto se consiguió con el costo de perder poseciones eclesiásticas en dicha nación pero con la victoria más querida que es la justa libertad. Recomendó la lectura diaria de la Biblia, la lectura del catecismo, comisionó prelados benedictinos para la revisión y corrección de la Vulgata, fundó el Instituto Bíblico para el estudio de las escrituras en 1909 y lo dejó en manos de los jesuitas, redactó el motu proprio sobre la música sacra que exhortaba a retornar al canto llano en la Iglesia, ordenó la confección del Código de Derecho Canónico para unir y unificar la legislación eclesiástica hasta entonces dispersa, ayudó y defendió incansablemente a los pobres en distintas partes del mundo y redactó y aprobó decretos sobre el Sacramento de la Eucaristía, permitiendo la Comunión diaria y la primera Comunión para los niños que tengan pleno uso de razón, también defendió la Comunión para los enfermos (esto en contra del jansenismo, que consideraba la Comunión diaria o muy frecuente como algo extraordinario y hasta indebido). Su lema era "Instaurare omnia in Christo", instaurar todo en Cristo, lo cual me trae, personalmente el recuerdo del actual arzobispo de Paraná, que fuera Obispo de Mar del Plata, Monseñor Juan alberto Puiggari, sobrino del Siervo de Dios Luis María Etcheverry Boneo, quien me bautizó, me dio la primera Comunión y me confirmó y a quien tengo un gran cariño.
San Pío X sufrió el comienzo de la primera guerra mundial con dolor en el alma y gran preocupación. Falleció en Roma el 20 de agosto de 1914, fue enterrado en las grutas vaticanas y tras su exhumación se constató la incorruptibilidad de su cuerpo; fue trasladado a la Basílica de San Pedro bajo la capilla de la Presentación. En su epitafio se lee "su tiara estaba formada por tres coronas: pobreza, humildad y bondad", tres conceptos cristianos que, valga la acotación, bien aconsejó en sus últimos minutos de vida Santo Domingo de Guzmán a los frailes de la Orden de Predicadores.



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lunes, 20 de agosto de 2012

San Bernardo de Claraval, Abad cisterciense y Doctor de la Iglesia

Nacido en el castillo de Fontaine, Borgoña, Francia, hacia el año 1090, San Bernardo es, cronológicamente, el último Padre de la Iglesia pero uno de los que más impacto ha tenido. Fue el tercer hijo de su familia.
Ingresó a la Orden del Císter (fundada por San Roberto de Molesmes en 1098) el año 1113, cuando era San Esteban Harding tercer Abad de Cîteaux. Aunque su familia se opuso a la vocación religiosa, él finalmente terminó llevando consigo a cuatro de sus hermanos, a su tío y a otros tantos compañeros. fue dotado por Dios de un poder de atracción descomunal para llevar almas piadosas a la vida religiosa: durante su vida fundó más de 150 conventos para monjes e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Ya a su muerte los conventos eran al rededor de 340 contando el de Claraval (Clairvaux, de "claire vallée", claro valle, cmo lo llamó San Benardo) Fue llamado otrora "Doctor Mellifluus" (doctor boca de miel) por su predicación fogosa y llena de caridad santa. Su amor a la Santísima Virgen María lo llevó a escribir sus homilías "De laudibus Mariæ" y también es autor de la última parte de la oración "Salve Regina": "O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria". Dedicó al Papa Eugenio III (quien fuera monje cisterciense) su tratado "De consideratione" que reza, entre otros párrafos "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación", aconsejándolo para que haga espacio a la oración entre sus tareas como Sumo Pontífice. Su obra es extensa y dedicó muchos de sus escritos a la reforma cisterciense y en defensa de la causa de esta Orden religiosa naciente. Se opuso al cisma de su época que proclamó antipapa a Anacleto II tras la muerte del Romano Pontífice Honorio II. Apoyó al Papa legítimo, Inocencio II y predicó la paz y la defensa de la Iglesia contra la intromisión de la alta nobleza de su tiempo. Contaba treinta años de edad pero era respetado por todos, incluso por los demás abades de otras órdenes y por Pedro, el venerable, Abad de Cluny pese a las diferencias de concepción del monacato y la vida propia de los monjes y su seguimiento de la Regla de San Benito de Nursia. Escribió también la vida de San Malaquías, quien murió en sus brazos camino a Roma. Se opuso a las ideas erradas de Gilberto de la Porré y sobre todo a la heterodoxia de Abelardo, pues los errores de este último se agrabaron con un "tratado de la Santísima Trinidad" que fue condenado en 1121. Abelardo exaltaba la razón humana y el racionalismo confrontando la razón con la fe, y cuando en 1139 (año del Concilio de Letrán II, el décimo Concilio ecuménico) San Bernardo es informado por su amigo y primer biógrafo, Guillermo de Saint-Thierry (monje benedictino), sobre los errores de Abelardo, entonces decide escribirle, a lo cual éste responde de muy mal grado y pide un debate público en el cual el Abad de Claraval refuta con claridad y verdad los errores que el mismo errado no pudo defender ante tan sabia iluminación doctrinal que expusiera el "Doctor Mellifluus" y luego es jubilado y condenado por dictámen del Concilio. Abelardo se retira a Cluny, bajo la autoridad de Pedro el venerable y fallece dos años después. En 1147 tuvo lugar el exámen de los errores de Gilberto de la Porré, obispo de Poitiers, quien defendía y afirmaba que la Naturaleza Divina no se ha encarnado, lo cual fue condenado en el Concilio de Reims el año siguiente. Pero la intercesión por la fe auténtica y el establecimiento del órden en órden a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia no fueron las únicas sendas que caminó el santo. Cuando los musulmanes tomaron la ciudad de Edesa, en Asia menor, y se dirigían a Jerusalén y Antioquía, el entonces Papa Eugenio III lo llamó a predicar la segunda cruzada, en la cual muchos reyes y príncipes se sumaron a la causa. El Emperador Conrado y su nieto, Federico Barbarroja recibieron la cruz de los peregrinos de las manos del mismo Abad de Claraval. Pero la cruzada fracasó por la impericia de los príncipes y la traición de  los nobles cristianos de Siria que impidieron la toma de Damasco. Este fracaso entristeció al santo y lo dispuso a escribirle al Sumo Pontífice una Apología que figura en la segunda parte del "Libro de Meditación". Falleció el 20 de agosto de 1153, con 63 años de edad, en Claraval. Fue canonizado por Alejandro III el 18 de enero de 1174. Fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío VIII.

A continuación, un fragmento del sermón 83 sobre el Libro Cantar de los Cantares. Lectura de la Memoria del santo que aparece en la actual Liturgia de las Horas.



AMO PORQUE AMO, AMO POR AMAR

El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.
El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia? 
Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.
Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.

Para conocer mejor la vida del santo y otros datos recomiendo los siguientes links...





jueves, 9 de agosto de 2012

Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores

Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (de corriente, los dominicos), nació en 1170 en Caleruega, provincia de Burgos, Castilla la vieja. Desde niño se puede seguir la historia de este santo eminente, un día su mamá, beata Juana de Aza tuvo un sueño. Soñó que daba a luz a un cachorro blanco y negro que llevaba una antorcha en el hocico e incendiaba todo el mundo. La beata recurrió a un monje benedictino que le explicó lo que decía el sueño; el niño sería un predicador prominente y por su obra el mundo sería incendiado con la Palabra. Se le dio el nombre Domingo, por santo Domingo de Silos y vivió una infancia cristiana con el amor de sus padres Felix de Guzmán y Juana de Aza junto a sus hermanos, entre los que se cuentan Antonio, el mayor que fue sacerdote del clero secular y Manés que siguió a su hermano Domingo a la Orden de Predicadores y recibiría el hábito de las manos del fundador.
Desde niño se sabe que solía dormir en el suelo, no por que no tuviera donde dormir, sino por un hábito algo extraño que se prolongó durante toda su vida y, personalmente, me trae a la mente el Nacimiento de Cristo, que quizo nacer pobre en un pesebre siendo Él el Rey y Mesías.
Domingo estudiaba en Palencia cuando el Obispo Martín de Bazán, de Osma, lo eligió para su capítulo en la catedral, ya que este santo Obispo quería reformar la vida del clero que estaba relajada y así formar canónigos regulares bajo la Regla de San Agustín. Eran tiempos en que la miseria y la ignorancia asolaban Europa y a veces esto se veía dentro de la Iglesia, lo cual era un verdadero dolor para los hijos de Dios que seguían la fe auténtica y eran fieles a Cristo que fundó su Iglesia católica, Santa y única en los Apóstoles y dio a Pedro el primado que se extiende a sus sucesores los Sumos Pontífices. Por entonces se extendía en el sur de Francia, en la región del Languedoc la herejía cátara, también llamada albigense por ser su centro más importante la ciudad de Albi. Santo Domingo pudo ver esta realidad cuando cruzó el Languedoc francés camino a Dinamarca mientras acompañaba al Obispo Diego de Acebes a una misión que este aceptó realizar al rey Alfonso VIII de Castilla y consistía en pedir la mano de la princesa para el príncipe Fernando, heredero al trono castellano. El príncipe Fernando muere repentinamente y el Obispo con su subprior ya no tienen más misión por realizar, así que deciden viajar a Roma donde Diego pide al Papa la renuncia al obispado para dedicarse a evangelizar a los incrédulos en tierras lejanas. Pero Diego siguió siendo Obispo y el Papa Inocencio III les pide que ayuden a unos legados cistercienses que había enviado al Languedoc a enseñar la verdadera fe y a combatir la herejía. Así fue como Domingo y su Obispo emprendieron el viaje hacia el sur de Francia. Para poder refutar las falacias de la herejía era necesario el estudio, y esto era lo que  Domingo tenía desde que estudiaba el Palencia, además de sus santidad y amabilidad, que atraía a los herejes por su legitimidad. La misión no fue fácil pero sus frutos fueron buenos a pesar de que costó tiempo y trabajo. En 1206 funda un convento de monjas en Prulla, alojando a doncellas cátaras conversas que vivían en la austeridad.
En 1215 establece un convento para frailes en Tolosa y viaja junto al Obispo Fulco de Tolosa al Concilio de Letrán IV para pedirle al Papa la aprobación de la Orden. El Papa acepta con la condición de elegir una regla ya aprobada para vivir en la Orden. Al año siguiente volverá el santo a Roma con la Regla de San Agustín y una primera parte de las constituciones para la vida de la Orden. Honorio III confirma la Orden de Predicadores en la Bula Religiosam Vitam el 22 de diciembre de 1216 y le da a Santo Domingo el convento de San Sixto en Roma que será destinado a alojar a las monjas de la Orden naciente, y el convento de Santa  Sabina que será para los frailes. En Pentecostés del año 1220 asiste al primer capítulo que se celebró en Bolonia, Italia, y en el cual, a pesar de su resistencia, sus hermanos lo proponen y nombran Maestro de la Orden.
Santo Domingo falleció el 6 de agosto de 1221, luego de haber fundado una orden religiosa que, dentro de cuatro años contará sus ocho siglos de existencia, descansa entre los ángeles y los santos e intercede por nosotros...
Canonizado en 1234 por el Papa Gregorio IX, que cuando era cardenal (Ugolino de Segni) tanto ayudó a la causa de Santo Domingo con respecto a sus deseos de evangelizar a los herejes y a fundar la Orden de Predicadores. Sus restos descansan en Bolonia en un mausoleo tras el Altar Mayor de la Basílica de Santo Domingo de Bolonia. Un fraile dominico bien ha dicho que Santo Domingo está "oculto en la luz", ya que no es muy conocido en la actualidad, no es un santo muy popular como quizá sí lo es san Francisco de Asís, su amigo y padre de los dominicos, pero sin embargo su obra permanece por siglos y su memoria está en el corazón de sus monjas y frailes y de todos los laicos que son dominicos por el amor que sienten al fundador de la Orden.

Así como lo señala Fray Guy Bedouelle, y como lo leí en su obra "La fuerza de la Palabra, Domingo de Guzmán" también voy a decir que la fuente más acreditada donde se relata su vida y sus hechos es un libro escrito por el beato Jordán de Sajonia, segundo Maestro de la Orden, sucesor de Santo Domingo, que se intitula en latín "Libelus de principiis Ordinis prædicatorum", el libro de los Orígenes. Se sabe que sólo dejó escritas algunas cartas de recomendaciones a las monjas de Roma y que seguramente redactó las constituciones de la Orden, por lo que sus escritos son muy escasos Su fiesta (Solemnidad para la Orden) se celebra actualmente el 8 de agosto.

Algunos santos de la Orden: San Martín de Porres, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Pío V (Papa), Santa Catalina de Siena, Santa Rosa de Lima, San Vicente Ferrer, San Pedro de Verona, San Luis Beltrán... etc...
En Argentina (que es la provincia de San Agustín) están en muchas regiones. en Mar del plata funciona el noviciado, en la casa San Martín de Porres. La página de la provincia de San Agustín es esta:

lunes, 16 de julio de 2012

Nuestra Señora del Carmen

+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo



No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;  y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa". Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región

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Hoy se celebra en muchos lugares del mundo a la Santísima Virgen María recordando su aparición en el monte Carmelo. Nuestra Señora del Carmen se apareció a San Simón Stock, superior de la Orden de los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo el 16 de julio de 1251. Traía la Virgen el hábito que debían vestir los carmelitas y el escapulario, que es una vestimenta exterior sin mangas de un hábito de monje. La Virgen prometió liberar del purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlos al Cielo; lo cual aprueban los Sumos Pontífices.
Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés, algunos fieles que investigaban la vida de los profetas Elías y Eliseo, en el Monte Carmelo, actual Israel, fueron convertidos al catolicismo tras la aparición de una nube en la que iba la imagen de María. 


El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías (quien se encontró con Dios allí) y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en el III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.En el siglo XII, en el marco de las cruzadas que pretendían recuperar Tierra Santa, ocupada por musulmanes, los eremitas piden a Alberto, patriarca de Jerusalén, una regla, que fue otorgada por él en 1226 y aprobada por el Papa Honorio III. Su vida se caracterizaba porque desde la Santa Cruz hasta la Pascua hacían ayuno y abstinencia perpetua, hacían una sencilla vida comunitaria, tenían trabajo manual y también dedicaban un tiempo a la lectio divina.
en el siglo XIII muchos fueron expulsados de Israel por los musulmanes, y así la orden carmelita se expande por el mundo. En algunos lugares de occidente deseaban adaptar la orden a su realidad siguiendo el modelo de otras congregaciones religiosas como los franciscanos o los dominicos. De esta forma se pretendía que los carmelitas pudieran abrir conventos en las ciudades y realizar trabajos pastorales.
En 1247 el Papa Inocencio IV aprobó este cambio de estilo de vida, aunque se abstenían de comer carne y continuaban guardando silencio, llevando un estilo de pobreza y sobretodo, una gran devoción a la Virgen María. Este amor mariano les valió a los carmelitas el aprecio de todos los pueblos donde estaban instalados y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en 1286 por el Papa Honorio IV.



En los años 1434-1435, la regla sufrió una serie de cambios que fueron aprobados por el Papa Eugenio IV y que no gustaron a ciertos sectores de la orden. Para ellos, la nueva regla suavizaba la observancia más antigua y forzó a que en el siglo XV, Juan Sorteh (1451-1471) empezara a movilizar un nuevo movimiento que llevaría en 1593 a la división de la orden en dos familias...
Los principales miembros de esta reforma en España fueron Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591), dos de los más grandes ejemplos de la mística cristiana. Para constituir su regla, se apoyaron básicamente en la que ya fuera aprobada en 1247 sin incluir las posteriores atenuaciones de 1434-1435. A esta nueva congregación se la llamó Orden de los Carmelitas Descalzos, mientras que los anteriores, fueron conocidos por la Orden de los Carmelitas Calzados o de la Antigua Observancia.

En el Evangelio de hoy Jesucristo habla de cosas que parecerían no tener concordancia con su ser Dios, palabras como "No vine a traer la paz, sino la espada" suenan algo raro en el Señor, y no pocas veces nos impresiona y no lo entendemos. Pero la realidad no es literal, sino que debe entenderse que Jesús ante todo vino a llamar a la conversión y fe en Él, y para ello es necesario pensar en el primer mandamiento "amarás a Dios sobre todas las cosas"; nos habla de estar atentos a la llamada del Señor y no anteponer nada a Él... "el resto se les dará por añadidura". Así a veces hay cierto enfado por parte de nuestros más allegados o por parte de la sociedad cuando nos ven cerca de Dios y miembros de la Iglesia. Es que el mundo no comprende a los hijos de Dios, porque no comprende a su Hijo, Jesús. Ser Iglesia no es desentenderse del mundo, sino al contrario, ocuparse de mejorarlo y hacerlo más humano siguiendo el modelo de Cristo, es decir, evangelizando; ya que el Señor tomo voluntariamente nuestra humanidad y la elevó a los cielos justificándola y sanándola de sus iniquidades. El modelo de hombre es Dios, el modelo de hombre es Cristo!. Por ello este pasaje tiene ese aspecto terminante, porque insta a los hombres a dejar de lado las aspiraciones mundanas y a tener en alto lo que es importante, y todo por nuestro bien, ya que Dios nunca quiere algo malo para la humanidad, sino el bien máximo: que estemos con Él. No se trata de no amar a nuestros padres o a nuestros hijos, porque, de hecho, los amaremos mejor si los ponemos en las manos del Señor. se trata de amarlos amando ante todo a Dios, porque sólo así será perfecto nuestro amor y estaremos seguros de que cuando amamos a nuestros seres queridos, realmente los amammos con el mejor corazón, un corazón que responde al Amor que es Dios. Si no tenemos al Altísimo por sobre todo el error de un amor permisivo, egoísta, parcial, etc invade nuestra alma, y así pensaremos, por ejemplo, que nuestros hijos deben retribuirnos el amor de padres siguiendo tal o cual carrera o atendiendo a la vocación laica exclusivamente, cortándoles la vida en el caso que Dios los llame a la vida religiosa o al sacerdocio secular. Esto no es amar a nuestros hijos, porque una negativa tal se opone a los designios de Dios en principio y hiere el espíritu del joven que desde entonces se verá atormentado por una mor mezquino y esclavizante de un padre o una madre que se cierran a la felicidad natural de un hijo de Dios que es llamado e investido de gracia especial para ser ministro suyo. Y digo felicidad natural no porque con ello quiera designar naturaleza, ya que la llamada a la vocación religiosa es sobrenatural, nó, digo natural como puedo decir espontánea, libre, atenta. La llamada está, pero el hombre responde..., ¿responderemos al Señor diciendo "Nó, Señor, yo no puedo aceptarte si venis para traer la espada, no puedo recibirte si me decís que el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa"?..., La enemistad entre los hombres no es propia de la voluntad divina. Cristo profetiza lo que pasaría años más tarde, los hombres se matan entre ellos y los padres a sus hijos, y los hijos a sus padres, porque no tienen fe en Dios y no reciben a Cristo en comunión. Él vinno a aabrir los ojos de los ciegos y a que estemos vigilantes nos llamó. Si las conversiones surgen de donde el hombre menos piensa, eso ciertamente es obra del Señor, pero muchos responden con un nó tan grande que son capaces de matar a sus hijos con tal de que no se conviertan y crean en el Hijo de Dios vivo. Pero a aquellos que se convierten y no evitan el seguimiento de un hermano a la llamada del Señor, aquellos que piadosamente dan un vaso de agua, una ayuda humana nacida de la misericordia, un hombro donde el que llora pose su mejilla, un abrigo entendido como caridad y apoyo a los que son llamados, ese no quedará sin recompenza, y esto lo dice Dios.
Muchas veces parece que el mundo nos detesta, que somos cristianos y estamos despreciados, pero nuestra alegría es Dios, que nos ama. Perseguidos muchos monjes del monte Carmelo en los tiempos de las cruzadas, por los que no temen al Señor, perseguidos los cristianos en diferentes tierras y tiempos..., perseguidos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz por no ser entendidos (ellos habrán rezado entre lágrimas las palabras del Señor "el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa"). Pero aún así Dios nunca avandona a sus hijos, y la Santísima Virgen que hoy celebramos con la advocación Nuestra Señora del Carmen, nos protege y guarda mientras Jesús nos dice al corazón "el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí".




miércoles, 11 de julio de 2012

Memoria de San Benito Abad


De la Regla de san Benito, abad
(Prólogo, 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5. 162-163)


NO ANTEPONGAN NADA ABSOLUTAMENTE A CRISTO

Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.


Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: Ya es hora que despertéis del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios: Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón; y también: El que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.


¿Y qué es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Caminad mientras tenéis luz, para que las tinieblas de la muerte no os sorprendan.


Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Y si tú, al oír esta invitación, respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacéis, mis ojos estarán sobre vosotros y mis oídos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me invoquéis, os diré: Aquí estoy.»


¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor que nos invita? Ved cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.


Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquél que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar allí hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.


Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: tengan por más dignos a los demás; soporten con una paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
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Hoy celebramos la memoria de San Benito abad, el Patriarca de los monjes. Con todda razón se lo llama patriarca ya que fue con su regla que se orientaron los monjes de occidente y las demás órdenes monacales que surgieron más tarde. El fundador de los Benedictinos fue un hombre de intelecto admirable y gran amor a Dios. Se retiró al desierto y prefirió una vida austera y casi eremítica hasta que fundó su Orden en Montecassino al rededor del año 530. Todo lo que se sabe sobre el gran santo nos ha llegado por los escritos del Papa San Gregorio Magno, quien lo conociera por medio de discípulos directos del monje.
Se sabe que el santo hizo milagros en vida y es bien conocida la medalla con la cruz que lleva impreza una oración contra el Maligno.
En la medalla aparecen letras...

En la primera imagen aparece la oración por sus letras iniciales. En el encabezamiento de la medalla el lema de San Benito: Pax (Paz en latín). Los cuatro círculos que rodean la cruz dicen en latín: Crux Sancti Patris Benedicti (Cruz del santo padre Benito). En la vertical de la cruz es. Crux Sancta Sit Mihi Lux (la Santa Cruz sea mi luz); en la horizontal de la cruz: Non Draco Sit Mihi Dux (no sea el demonio mi guía). Luego sigue el resto de la oración que comienza el el círculo del borde con las letras V..R..S..N.. y sucesivamente. Lo cual dice en latín: Vade Retro Satana (apártate satanás), Nunquam Suade Mihi Vana (no sugieras cosas vanas), Sunt Mala Quæ Libas (maldad es lo que brindas), Ipse Venena Bibas (bebe tú mismo el veneno).

Por otra parte en el reverso de la medalla esta la imagen de San Benito y las palabras latinas Eius in obitu nostro præsentia muniamur (la V se lee U) y esta última oración dice: A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia.
Los monjes benedictinos son hoy los sucesores de los primeros monjes que fundó san Benito de Nursia, los benedictinos son la órden monacal más antigua de la Iglesia y más tarde se derivarán otras que, con la misma regla varán en su forma de interpretar el espíritu de la regla de san Benito, como por ejemplo la Orden Cisterciense (los trapenses).






sábado, 16 de junio de 2012

Solemnidad del Inmaculado Corazón de María


De los Sermones de san Lorenzo Justiniano, Obispo
(Sermón 8, En la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María: Opera 2, Venecia 1751, 38-39)

María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios.


Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual.


Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras, hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Éste es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el que Cristo el Señor entra de buen grado.
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"María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (Lc. 2, 19). Hoy es la Solemnidad del Inmaculado Corazón de María, que celebramos con toda la Iglesia. Nos detenemos a contemplar ese corazón radiante de amor por Jesús y los hijos de Dios que quiso dar su sí con enorme fe para que se cumpliera la obra redentora de Nuestro Salvador. La Santísima Virgen es medianera de todas las gracias, porque ella misma es "llena de gracia" y al ser la Madre de Dios es nuestra Madre más amorosa y dulce.
El Evangelio de Lucas dice que meditaba en su corazón las maravillas del Señor; la joven Virgen dio a luz a Dios niño y no podía sino quedar extasiada y en profunda adoración al contemplar estas cosas. Ella lo tuvo en sus brazos maternales, lo mimó y cuidó de Él con el amor más santo y más grande que pueda tener una mamá. María, esclava del Amor de su Hijo vivió haciendo la Voluntad del Altísimo y por su humildad fue ensalzada por la mano del Señor. Dice San Lorenzo Justiniano que su caridad era cada vez más ardiente, quizá lo era en la medida que, meditando su condición de Virgen y Madre del Señor, crecía en amor hacia Él, que la amó primero y le concedió un don tan grande que no existe otro mayor con ninguno de los santos ni de los Apóstoles del colegio de los doce.
La Virgen contempló la Gloria de Jesucristo, su anonadamiento, la fragilidad de sus primeros pasitos y sus primeros balbuceos. El Señor la amó antes de tenerla por Madre verdadera y le regaló su Amor de niño viviendo bajo su cuidado. El Maestro la asistía en el mismo momento que ella, llena del Espíritu Santo, vivía literalmente para Dios. Así encontramos, por ejemplo, que un día le pida a su Hijo que interceda por los hombres en las bodas de Caná. Movida por compasión y con piadosa misericordia aprende lo que su Hijo sabe y entonces insiste hablando el mismo lenguaje del Amor, como entendiendo, antes que los Apóstoles, las lenguas angelicales. Ella contempla..., contempla en su vida al Autor de la vida que nació de su vientre virginal, pero ahora que lo ha contemplado y con la inspiración e insinuación interna de la sabiduría que nace de la fe, da a conocer al que ha contemplado de una manera excelsa y maternal, ya que siendo madre del Salvador es también madre de los hombres por los cuales intercede desde aquel momento en que faltó el vino en Caná e interpeló el corazón de Jesús, que no pudo negar la Misericordia que Él mismo enseñó a María y tiene desde el principio de los tiempos.
Hoy el Inmaculado Corazón de María, la concebida sin pecado original, llama a nuestros corzones para seguir a Cristo bajo el cuidado maternal que ella da a sus devotos. Nuestra Señora de Fátima, Nuestra Señora de Luján, Nuestra Señora de Lourdes, Nuestra Señora de Guadalupe, todas las devociones de la Virgen María no hacen más que venerar a la Santísima Madre de Dios, la Virgen María es una sola, y en el espíritu de los fieles que la aman y le encomiendan su corazón, su casa, su jornada o sus seres queridos, hay un rayo de su amor que nos acaricia cuando estamos lejos para traernos a la familia de Dios, ella nos entiende en nuestros sufrimientos y alegrías. En los sufrimientos porque su corazón dolió cuando crucificaron a su Hijo, y en las alegrías porque la Resurrección de Nuestro Señor la volvió a la felicidad. Pero María es Madre ante todo de Dios, y es madre de la fe cristiana; ella tuvo una gran fe, una gran esperanza y una gran caridad más que ninguna otra mujer creada antes o después de ella. Por eso nunca debemos perder la fe, siempre debemos tener esperanza, pero por sobre todo, como María, debemos arder en amor a Dios y al prójimo por amor de Dios.
Y para terminar estas sencillas palabras, querido lector, quiero compartir con vos la consagración a la Santísima Virgen, a su Corazón inmaculado y a su maternal protección según lo comunico (por la Divina Voluntad de Nuestro Señor Jesucristo) a Sor Lucía dos Santos, pastorcita de Fátima, en su celda del convento de las Doroteas de Pontevedra.
Y si el lector quiere participar de modo más activo en la devoción de María, puede preguntar en su diócesis y parroquia por la Legión de María, institución laical que lleva a los hombres el Evangelio acompañada de la Virgen y con profunda devoción, al punto que misionan con ella.

Consagración al Inmaculado Corazón de María

" Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, 
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tu quieres que sea, 
hacer lo que tu quieres que haga.
No temo, pues siempre estas conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús, 
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
       Pon mi mano en la tuya para que este siempre contigo."



Comunión reparadora de los cinco primeros sábados

“Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos en cada momento me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú al menos, haz por consolarme y dí que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario y me acompañen 15 minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación." Nuestra Señora de Fátima a Sor Lucía dos Santos

Esta práctica de devoción consiste en realizar, el primer sábado de cada mes, durante cinco meses, los siguientes pasos:

Recibir el Sacramento de la reconciliación (confesarse)
Comulgar 
 Rezar el Rosario (5 misterios)
Acompañar a la Virgen meditando 15 minutos sus misterios con el fin de desagravio a su Inmaculado Corazón