lunes, 25 de diciembre de 2017

Natividad del Señor

Nacimiento de Jesús
Fra Angelico

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan
                                                                         Jn. 1, 1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: “Éste es Aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”. De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.
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Navidad es Nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. Ante todo debemos recordar, tanto al prójimo como nosotros mismos, que la celebración de hoy tiene sentido sólo en Cristo, en los hechos concretos (Su nacimiento del seno de la Virgen Madre, la extrema pbreza en la que tuvo lugar el parto, etc.) y en el Cristo total que es el cuerpo de la Iglesia Santa. Hoy la celebración debe ponernos de cara al Pesebre de Belén, no a un pino bonitamente decorado. Que lo importante sea para el mundo la Buena Noticia del Nacimiento del Señor que nos libra del pecado y de la muerte, que en su pequeña y humilde cuna brilla con omnipotencia como la Vida misma que es. Que no se diga hoy de esta Luz "Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron", que todos recibamos a Jesús en nuestra vida concreta y en nuestra madurez cristiana; para ser luz del mundo debemos ser testigos de la luz, como Juan lo fue, no debemos pretender ser luz de ideas distantes y carentes de lo esencial que es Dios hecho hombre para salvar al hombre.
Todo lo que se nos ha transmitido es lo que debemos transmitir sin desfigurar la Verdad con la comida, la bebida, los adornos y los obsequios materiales. No se trata de no festejar, sino de festejar lo que verdaderamente se festeja: el Nacimiento de Jesús, que es Dios. Y, para que el mundo crea, debemos iluminar a los hombres con lo que contemplamos en esta fecha, no con luces intermitentes, sino con la Luz inperecedera; si "Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre", ese es el sentido de esta Fiesta tan importante para los cristianos. En el rostro de ese Bebé nacido de una Virgen vemos a Dios, lo vemos Salvador del mundo.
Para la vida, hoy es una ocación especial para el vínculo fraterno, para la reconciliación, para la paz (primero interna y luego, con eficiencia, hacia el otro), para la unión y re-unión de la familia. Es tiempo de gracia, de recibir el sacramento del perdón y la Eucaristía; como dicen en otra parte las Escrituras "tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios", así no importa tanto la mesa dulce y los regalos y personajes míticos, sino la Verdad y la gracia, que es Cristo mismo, porque en gracia vivimos de verdad y en verdad vivimos con gracia. "La ley fue dada por medio de Moises, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo", de este modo se entiende qué es lo que celebramos hoy, que no es una mera fiesta de forma, con adornos, comida y personajes míticos, sino que es la Fiesta del Nacimiento de Cristo, que como Dios "es", es decir, es el "ser" por antonomasia, no un personaje ficticio, y la ley, necesaria para preparar el camino, ya tomó plenitud en Jesús.
Vivamos elegremente esta octava de Navidad y todo este tiempo navideño contemplando al Niño Jesús con el corazón y la fe al servicio de Dios y de la humanidad tan necesitada de un sentido para la vida. Que podamos hacer, desde esta celebración, un buen trabajo de evangelización con nuestras propias vidas, enseñando lo que se nos ha revelado por Cristo y educando a la humanidad en el ejemplo más humano que enseña el propio Dios hecho hombre y la Santísima Virgen Madre con su nobleza y humildad.