domingo, 27 de marzo de 2016

Domingo de Resurrección


+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan
                                                                          Jn. 20, 1-9

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepúlcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: Él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos.
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Hoy celebramos la solemnidad más importante de la fe cristiana, la Pascua de Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios. Con ella tenemos la alegría de saber que la Vida triunfó sobre la muerte, y que somos llamados a esa Vida siguiéndola en la Persona de Cristo. La noche anterior renovamos las promesas bautismales de modo solemne, pero con eco idéntico debe responder el corazón del hombre, es decir, siendo cristianos debemos dar testimonio de Cristo con nuestras vidas, porque fuimos bautizados para ser verdaderos hijos de Dios por Jesús.
En el Evangelio de este día tenemos la escena del sepúlcro vacío. El Señor que es la Vida no puede permanecer sometido a la muerte!, sólo estuvo muerto para cumplir la voluntad de Dios de llevar a la humanidad a la vida eterna con una Nueva Alianza, cumplida por el Mesías. El sepulcro vacío es representación fiel de que la muerte no es celda para el cristiano, es signo de que la humanidad ya no está sometida a la esclavitud del pecado, si la voluntad firme de esta humanidad se dirige a la luz del Señor.
María Magdalena es primera testigo, en este pasaje, y cree que se han llevado al Señor de la tumba. Esto es lo que les avisa a Pedro y Juan (el discípulo al que Jesús amaba) cuando los busca. Es evidente que todavía no había comprensión de quién es Cristo, porque la santa mujer pensó más bien en una profanación, en el hecho de que alguien se llevó al cuerpo de Jesús, y no en que Jesús por voluntad divina haya resucitado. Pero cuando los apóstoles llegan al lugar, después de la entrada de Pedro, Juan creyó también, y así entendieron en ese momento que Cristo había resucitado.
Hoy nuestra fe es respuesta no sólo a la venida de Cristo en cuerpo humano, sino también al cumplimiento de su palabra: su Resurrección. Debemos entonces preguntarnos qué es lo que celebramos este día tan especial!.
Hoy es común que nos regalen un huevo de chocolate al cual denominan "huevo de pascua", y la alegría y el festejo en el común de la sociedad gira en torno a eso, a los momentos tiernos y felices de compartir en familia una comida y un postrecito de ese tipo, quizá una "rosca de pascua" o algo que sea comestible y es "de pascua". Pero si bien "pascua" es una palabra que viene del griego "pascha" y éste del hebreo "pesach" que significa "paso", no se puede decir que esta celebración sea una fiesta "de paso" como si fuera "una más" con la cual podemos hacer estos regalos dulces y festejar por el sólo hecho de festejar no más!, no!, la Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la vida, pero Cristo es Dios, entonces su paso de la muerte a la vida no es otra cosa que un hecho posible por su Voluntad, es decir, Él tiene el poder para volver a recuperar la vida. Así, resucitando, hizo posible que el hombre un día pueda resucitar (cuando venga el fin de los tiempos, en la parusía) y por lo tanto la humanidad rompía, ese domingo en que Cristo resucitó, las cadenas que la ataban a la muerte eterna. La celebración tiene una trascendencia muchísimo más grande que la costumbre humana simbolizante: es una fiesta porque se recuerda un hecho que ya no tiene fin: el humano ahora puede ir a estar con Dios en el cielo y esperar la resurrección cuando Cristo vuelva por última vez. Recuerda una realidad siempre actual, porque Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre!. No está muerto: vive!!, es Dios!!. Por esto es necesario en primer lugar entender qué es la fiesta solemne que hoy vivimos.
En segundo lugar tenemos que detenernos en la respuesta personal que cada cristiano da a este hecho trascendental para la historia de la humanidad: la fe es un acto de nace de adentro, es personal, pero es don de Dios también. Es don, porque si no nos hubiera llamado Dios no entenderíamos esto de otro modo, ya que nadie de nosotros puede ver lo que hay más allá de la sencilla percepción humana. Es necesario que reflexionemos en el enorme regalo que Dios nos hace en su Hijo Jesucristo: volvemos a estar en amistad con Él, y podemos entrar en su presencia, es decir, estar con Él.
Ya no es necesario correr desesperados por que se llevaron al que estuvo con nosotros, Él estará con nosotros siempre hasta el fin del mundo!. Y viviremos con Él toda la eternidad. Sí, viviremos, porque ya la muerte no tiene sentido si Cristo resucitó. No tenemos un Dios muerto, sino un Dios vivo, un Dios que es Vida, y que dijo, como escuchamos antes de entrar en el triduo pascual, que el que coma su cuerpo y beba su sangre tendrá vida eterna. Así, esta fiesta, la mayor fiesta del cristiano, y debería ser la mayor fiesta de la humanidad, tiene relevancia capital, y debe celebrarse en la Misa, porque es la manera de corresponder a tan gran regalo de Dios: comulgar a Cristo, ser hijos de Dios y buscarlo de todo corazón.
Hoy Pedro es el primero que entra en ese misterio que observaron los ojos de los Apóstoles y discípulos de Cristo: entró en el sepulcro vacío y vio las vendas y el sudario que cubrieron al Señor. Él es quien debía confirmar en la fe a los hermanos, al pueblo de Dios; Juan entró luego en el lugar y creyó. Seamos nosotros cristianos como ellos, escuchemos sus testimonios, escuchemos a Cristo en ellos y bendigamos su Santo Nombre de la mano del sucesor de Pedro, el Papa, que está siempre confirmando a los hermanos en la fe como lo hizo Pedro por mandato de Jesús. Es hora de madurar y dar fruto, fruto de fe que ve y vive este día con enorme alegría y con un compromiso con la humanidad: comunicar el Evangelio, la Buena Noticia: Jesús resucitó y nos redimió, es decir, perdonó nuestras culpas y ya no tenemos muerte a causa de la desobediencia de Adan y Eva, sino Vida por obra de la Vida misma: Cristo hecho hombre murió y resucitó para llevarnos a Dios cuando terminemos nnuestro peregrinaje en esta vida.
Esta es la Pascua cristiana: celebrar el momento histórico en que la Nueva Alianza queda cumplida y establecida para siempre, somos libres!!, la muerte yo no es un peso, sino una puerta que puede abrirse con las llaves de la fe para entrar en el inmenso campo de vida que es Dios. Así, quedamos reflexionando y meditando sobre estas cosas por el resto del tiempo pascual, unos 50 días que nos ayudarán a estar en gracia y a vivir agradecidos la bondad de Dios. Cristo, la Verdad, ha hablado al mundo invitándolo a la Vida, que es Dios. La respuesta de cada hombre es la vida, que entre tormentas y cantares puede elegir seguir al Señor sabiendo que Él es fiel y ya hizo todo por nosotros: se abajó hasta nacer humano en un pesebre y murió en una cruz siendo inocente para luego retomar la vida por sí mismo pero no sólo para sí mismo: Él nos dio en el Cielo un lugar cerca suyo. Amén