lunes, 8 de agosto de 2016

Santo Domingo de Guzmán (memoria)



+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                         Lc. 9, 57-62

Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús "¡Te seguiré adonde vayas!" Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas, y las aves del cielo sus nidos, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza" y dijo a otro "Sígueme". Él respondió: "Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el reino de Dios"
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Hoy celebramos la memoria de un gran santo; de un hombre que fue luz para muchas almas, de un cristiano que hizo de sí mismo  cruz y Evangelio, servicio del Señor. Hablamos de santo Domingo, un humilde fraile español que vivió hace 800 años en la región castellana, y que desde aquellos tiempos ilumina con el fuego de la Verdad, que es Cristo, a todo el mundo.
Santo Domingo de Guzmán fue hijo de dos nobles descendientes de los condes fundadores de Castilla; sus nombres son el venerable Félix Núñez de Guzmán y la beata Juana de Aza (también Juana Garcés). Debemos destacar que la familia del santo fue una familia santa: el padre es venerable, la madre es beata, el hermano mayor es venerable (Antonio de Guzmán, el último Señor de Caleruega) y el hermano menor beato (manés de Guzmán). Desde niño tuvo una vida perfumada de santidad. Se cuenta que su mamá soñó, antes del nacimiento de Domingo, que daba a luz un perrito que llebaba en su boca una antorcha encendida. Juana, intrigada por tal sueño, fue a visitar en peregrinación el monasterio de San Sebastián de Silos (actualmente Santo Domingo de Silos), donde el Abad Domingo (el santo benedictino) le dice que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación. Y así sucedió, el niño creció y fue educado en la piedad por sus padres y en la instrucción escolar por su tío Gonzalo García de Aza, sacerdote y arcipreste. Con él estudiará hasta sus 14 años, cuando se traslada a Palencia a cursar "artes" y teología, llegando a ser a los 28 años de edad profesor del Estudio General de Palencia. el año 1190 recibe la tonsura para ser canónigo regular de la catedral de Osma (donde la regla es la misma que tomará el santo para su orden religiosa: regla de San Agustín).
Todos los datos biográficos de Santo Domingo están contenidos en las actas del proceso de canonización (realizado tanto en Tolosa como en Bolonia), en pocas cartas autógrafas del santo y en el "Libro de los orígenes" escritos por el beato Jordán de Sajonia (sucesor de Santo Domingo en el gobierno de la orden). Se sabe que el santo dormía en el suelo desde su infancia por una costumbre personal que no podemos atribuir a su pobreza (tuvo una infancia propia de los nobles), y esto, en principio puede tomarse como un primer momento en la historia de su vida itinerante; como dice el Evangelio, Cristo "no tiene donde reclinar la cabeza"..., esto puede aplicarse al santo, ya que su vida después de acompañar al obispo Diego de Acebes a Roma transcurre en un constante camino de evangelización en tierras francesas, donde una secta denominada "cátaros" o "puros" (etimología, griego antiguo) mezclaba conceptos cristianos con ideas extrañas (creían, por ejemplo, que el mundo fue originado por el diablo y al mismo tiempo por Dios).
La obra de este santo fue la conversión de aquella región francesa, el Languedoc, y la extensión de su Orden de Predicadores  naciente a toda Europa (hoy, a todo el mundo). Los milagros que obró aún en vida son relatados en las actas de canonización por testigos coetáneos muy cercanos: los frailes que Domingo creo. Su humildad fue tal que prácticamente no tenemos conocimiento de él si no fuera por la convicción del Papa Gregorio IX, que abrió el proceso de canonización, por los frailes que conocieron al fundador y especialmente por el maestro Jordán de Sajonia. El corazón de este santo bien lo conoce Dios, y, como sabemos, fue todo misericordia y amor a la Trinidad y a la humanidad toda. Ya desde muy joven su piedad era notoria, sabemos que el año 1191 vendió sus libros para dar de comer a los pobres en Palencia. Su vida está profusamente descrita en el libro del padre dominico, fray Guy Bedouelle, y actualmente existe un nuevo estudio de su vida escrito por otro fraile dominico: Vito-Tomás Gómez García. Recomiendo la lectura de ambos, y especialmente la lectura del libro de los "Orígenes" del Beato Jordán de Sajonia.
Como me pasa cada año, no puedo dejar de emocionarme al escribir sobre Santo Domingo, y es que parece que su vida y su propio amor a la humanidad y a Dios son ese perfume que se traslada por siglos y siglos al corazón de quienes lo veneramos. Cuando me siento mal, o cuando estoy alegre, nunca olvido su nombre, y unido al de la Virgen Madre son oración en el rosario y el la Liturgia de las Horas, en la estampita con su oración que lleva la imagen de Fra Angelico...
Este año de la Misericordia es especial para conmemorar a Santo Domingo, un hombre que fue misericordia desde su tierna infancia. A 800 años de existencia de su obra maestra, la Orden de Predicadores, invito a todos los que lean este texto a conocer su vida y la de sus hijos, los frailes dominicos. Quizá, guiados por su guía de lo alto, el Señor, también podamos nosotros experimentar ese contacto con Cristo mismo que llevó a Santo Domingo a servir a todos encendido en el amor del Espíritu Santo. Quizá es tiempo de misericordia, y este año santo y este jubileo traiga muchas conversiones con el ejemplo fulgurante de Evangelio que Domingo supo vivir y compartir desde aquellos años medievales hasta hoy.