miércoles, 14 de febrero de 2018

Miércoles de ceniza



+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                  Mt. 6, 1-6. 16-18

Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".
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Hoy escuchamos el salmo de david, Miserere, que puede resumirse en dos actitudes que debe tomar el cristiano hoy y durante este tiempo de cuaresma: "yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí", reconocer que somos pecadores y que hemos andado caminos inciertos, vacíos de Dios, pobres de humanidad y santidad, llenos de las tinieblas del mal maquilladas de mundo y normalidad (y acá entran todas nuestras miserias, sean del tópico que sean, nuestras debilidades y bajeza); por otro lado "Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga". Hoy también nos habla la segunda lectura diciéndono "déjense reconciliar con Dios" invitándonos al sacramento de la reconciliación, la confesión de los pecados, porque "este es el tiempo favorable, este es el dia de la salvación".
Cristo nos dice en el Evangelio "que tu mano izquierda ignore lo que hace tu derecha" y esto nos puede servir para crecer en humildad y reconocernos ovejas y no Maestros; para tomar conciencia de que la conversión no es un espectáculo guionado por la soberbia, sino un camino que se transita con Dios. Nuestro ayuno será espiritual y no solo físico, y nuestra disposición para este camino cuaresmal es dar pasos concretos de crecimiento cristiano ya sea desde la ermita o desde la comunidad, todos al unísino con su modo propio de vida y con el don particular que poseemos del Señor.
Hoy es ayuno y abstinencia, penitencia y sobriedad, mas aunque no decimos  el aleluya tenemos presente que Dios triunfa en nosotros, en cada uno de nosotros y en nuestras vidas, como así también en la humanidad. Es por ello que debemos pasar seguros el umbral de la cómoda estancia, donde reposan nuestros egoísmos y vicios, para comenzar a andar la senda de la virtud y la madurez de espíritu, donde nuestra comodidad es combatir las batallas que sean necesarias para estar presentes siempre ante Dios, para poder quemar en su fuego santo nuestra escoria, y, al fin de cuentas, para correr de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; que hoy la ceniza en tu frente te haga prudente y sabio como cristiano y que la esperanza en la fe ponga en tu alma ese nuevo olivo que pronto brotará.

sábado, 6 de enero de 2018

Epifanía del Señor

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                            Mt. 2, 1-12

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en oriente y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel’”. Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”. Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
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Hoy celebramos la manifestación del Señor a los hombres, una celebración que históricamente se festejaba antes de que existiera una celebración para la Natividad...
Los Padres de la Iglesia en sus sermones indican que los "reyes magos" son figuración del pueblo pagano que se convierte y que adora al Señor. Nosotros celebramos hoy como cristianos lo que otros sólo ven como una luz brillante que llama a seguirle. La pregunta que nos hacemos nosotros es: ¿Y si Cristo se manifestara ahora mismo y nos visitara, qué haríamos?, seguramente adorarlo, pero mejor adora un corazón convertido en apóstol que un enviado que no tiene corazón..., los reyes magos, cuyo número exacto se desconoce, no eran más que astrónomos antiguos y sabios orientales que llegaron a la cuna de Jesús por la razón de su ciencia pero entendieron algo que trasciende: no era un niño más, es Jesús, el Salvador Rey de los judíos y Rey del universo entero. Nosotros, más que la razón que sólo puede entrever como en rendijas de persiana, tenemos la fe viva y eficiente que puede tomar la mano de Dios para seguirle y ser su amigo. Herodes no era amigo, y mando matar a muchos niños inocentes que perdieron la vida por si entre ellos estaba el Gran Rey, Jesús de Nazaret; no seamos como Herodes, que mata inocentes y procuró matar a Dios, Dios es la Vida, nada puede vencerlo, vencerá Él en nosotros o nosotros pereceremos sin remedio, pero Cristo se manifiesta nó solo desde aquella Navidad, sino hoy, en cada "detalle" que es en realidad llamada de vida, llamada a hacer y a ser Evangelio, para que podamos contemplar las maravillas de Dios sin dejar a nadie privado de ellas (pues estamos para compartirlas y manifestar al Señor con nuestras propias vidas), recuerdan? es eso de contemplar y dar a conocer lo contemplado!, claro!, cómo no habría yo de compartir la Vida si para eso fui enviado, para evangelizar!. Me propondré en esta fecha cosas reales, de realidad y de realeza santa: me propondré ayudar al otro (y si ya lo hago, buscar otra bondad más), me propondré ante todo seguir creciendo como cristiano, seguir los pasos, seguir la Eucaristía aunque me cueste un poco no dormirme; confesarme, llevar mi vida con integridad, espontaneidad y de manera responsable. Todo lo que el Evangelio manda es que donde quiera que nos encontremos, podemos verle y seguirle, podemos... como humanos, ¡debemos como cristianos!, Ir al encuentro de este Dios tan amoroso y tan amado no significa cargar mochilas de puas horrendas; ver a Dios con los ojos no es posible aún, pero sí con el espíritu, y la clave es esa: entrenar la vista del espíritu propio con la ayuda potente del Espíritu Santo. Ir al encuentro de Dios es conversión, y la conversión nunca da un último paso hasta que se da el Paso cristiano, con fragancia de eternidad. Por eso es que debemos ver esta vida como lo que es, un simple camino, pero el verdadero Camino es seguir la luz de Cristo, porque no es carga lo que da sanidad verdadera, lo que da paz verdadera, lo que nos permite ser más libres que un simple chip de reacciones prefbricadas (como nos pretende este mundo actual, en el que la gente es dominada por unas gentes que creen en nada y obran por tal fe). Sigo abriendo los cofres de los presentes: a Jesús le doy de mi lo mejor, pero lo mejor no significa siempre lo perfecto, porque la conversión es camino, no es la meta, la meta son sus ojos más hermosos que el mismo cielo estrellado. Mi cofre tiene mis penas, alegrías, errores y aciertos, bondades y maldades, mi vida, mi ser yo, pero tiene también mi alma, y esa, esa es la que habla claramente de cuál fue mi corazón en esta historia que vivo: Él conoce perfectamente quién soy, y si lo que hice lo hice por amor a Él o al mal, y si mis culpas son vivas o las he sabido aplastar con mis lágrimas, mi fe, mi paciencia y mi reparo eficiente. Feliz el que es llamado por este Niño, porque tendrá luz en todas sus sendas. ¡Feliz epifanía del Señor!

miércoles, 3 de enero de 2018

miércoles II de Navidad

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                          Lc. 2, 21-24

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
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 El Amor nos instruye nuevamente y nos invita a caminar con Él esta Navidad. Un niño que no es sólo un niño, con la ternura que ello nos causa, sino que Éste ✝ es el Hijo de Dios y nos enseña de sí su Voluntad eterna que es querernos junto a él, junto a la Trinidad, para lo cual ha obrado nuestra salvación. Dios salva, es su Nombre, el Nombre sobre todo nombre quiso ser la Voluntad y esencia de si, Amor. Tal como lo expresa el Evangelio y lo explican los santos, Dios nació de una Virgen Inmaculada y tomó para sí la carne mortal donándole Vida a la humanidad, dandose todo por entero a sí mismo; tal es su amor infinito, tal es Dios y no otro. Por eso, su obediencia es en principio, acto de amor; ¿a quién debe obedecer Dios?.. Él Es. Obedientes las creaturas, Dios no puede contradecirse a sí mismo; Ha venido como Salvador y como Maestro, para enseñarnos su camino, para mostrarse Él mismo ante los ojos de los humanos. Nos enseña qué es ser humano, nos enseña qué es ser persona amada de Dios; nos enseña su Corazón para que replique el eco de su ser en el nuestro. Si en la inocencia de un niño se posa nuestra mirada, en el Corazón de Éste Niño nuestro espíritu se ensancha.
Hoy es el día del Santísimo Nombre de Jesús, hoy el "Emmanuel" nos recuerda su Amor de Padre, no el amor humano, sino ese que es perfecto, que sólo puede ser Dios, mas con su gracia nos injerta en su propia Vida para que seamos uno con Él, tal es la Voluntad Divina, tal es el Amor. Siendo Dios se hizo hombre para llegar perfectamente al hombre, para enseñar de manera amorosa los pasos que da el buen hijo, para devolvernos lo que el mal nos había quitado, para humillar al soberbio que nos había alejado y así dar a la humanidad y en ella a cada ser creado, el hálito de Vida Nueva que necesitábamos. Misterio de la Encarnación, por la que el Señor decidió en eternidad obrar su Voluntad y rescatar al hombre. Misterio que a los ángeles asombra, y que brilla en el cielo y en la tierra con potente luz, tan fulgurante que a todo ser llama; porque Jesús no nace con una misión, sino que Él mismo es Misión, porque en su omnisciencia obró y obra como Amor que nos une de nuevo con Él y entre nosotros para siempre; porque en su humillación enseñó la fuerza más grande que existe, Él mismo que es Amor, golpeando así la cabeza de la serpiente rebelde que no entiende que la omnipotencia sólo puede ser de Dios, porque solo vence quien ama y El que realmente ama siempre vence. Oh Jesús, has que los ejemplos de tu humanidad santa sean norma para nuestra vida. Oh Jesús, humilde de corazón y obediente, manifiesta a todos los hombres la belleza de la humildad.
Este tiempo de Navidad nos invita a rezar, a meditar y a contemplar estas cosas, estas maravillas del Señor; este tiempo es el tiempo de voler a la cuna de nuestras vidas y encontrarnos con ese Niño que ha nacido para salvar a todos; la cuna de nuestras vidas, como cristianos, es el bautismo y la confirmación; la Vida nos es dada en la Eucaristía y en el camino hallamos a Dios si vivimos en gracia, que si la perdemos la volvemos a asir en el espíritu (no en los ojos o el cuerpo) por medio de la reconciliación. Reconciliémonos con Dios los que aún debemos purificarnos, que es tiempo de perdón, es tiempo de humildad ante el Amor mismo que no descansa cuando sale en nuestra búsqueda. Y qué más da nuestras manchas, que por más que sean oscuras no hay tinieblas que su Luz no apague. No hay mayor libertad que poder confesar los propios pecados en voz alta, es decir, llendo a ver al sacerdote (no callando y persuadiéndose de un perdón que no es el que Dios da); ¡es que no hay mayor mentira que un perdón que castiga con violencia!, Dios es Amor. Acerquémonos a Él, que conoce nuestras penas y alegrías, porque es el único que puede vencer en nosotros, más que nosotros mismos, más que el mal que ya tiene caducidad y a la luz no espanta. El Señor esté con todos nosotros.

lunes, 1 de enero de 2018

Santa María Madre de Dios

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                          Lc. 2, 16-21

Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban, quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el ángel antes de su concepción.
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Hoy celebramos a la Virgen Madre que dio a luz al Rey de Cielos y tierra. Su humilde condición de servidora del Señor y su verdadera maternidad divina la hacen la primera persona humana en amor, fe y esperanza, virtudes estas que todo cristiano debe proponerse alcanzar maduramente. Es el primer día del año civil y queda bendecido con esta solemnidad que nos pone frente a la Puerta de la Vida, la Virgen, por quien el Salvador del mundo nació humano sin dejar de ser Dios. Al mismo tiempo es el último día de la octava de Navidad, en la que celebramos el nacimiento de Cristo, lo cual nos llama a poner todas nuestras fuerzas en Dios y su Santísima Madre para comenzar este año con su ayuda y protección.