jueves, 18 de septiembre de 2014

jueves semana XXIV del tiempo ordinario


+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                      Lc. 7, 36-50

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. 
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. 
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!". 
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él. 
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". 
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". 
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. 
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. 
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. 
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". 
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". 
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". 
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
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"Aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor"
Pienso en los santos, y grandes santos, como fueron San Pablo de Tarso y San Agustín de Hipona. Ellos fueron pecadores notables pero su conversión también fue notable: ellos experimentaron la Misericordia de Dios y encontraron el Amor encarnado en sus vidas.
En este Evangelio Jesús es invitado por un fariseo a un banquete, y estando a la mesa una mujer "pecadora", enterándose de la presencia de Cristo en casa del fariseo se presento y se puso a los pies de Jesús lavándolos con sus lágrimas. Luego la mujer secó los pies del Señor con sus cabellos y los ungió con perfume. Entonces el fariseo pensó en su mente "si éste fuera profeta sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: una pecadora". Es entonces cuando el Señor da una enseñanza sobre los juicios proferidos al prójimo: lo interroga y entonces el fariseo responde correctamente. Se trata de mostrar que el que fue perdonado y era mayor deudor sentirá más amor por el que perdona.
Todos somos consientes de nuestras deudas con Dios, de nuestros pecados..., pero Simón olvidó esto quizá por lo que había aprendido de sus antecesores: una élite religiosa conservadora y arrogante que no aceptaba la convivencia con los demás. Hoy aprendemos eso que Cristo enseñó en muchas ocaciones y que se basa en el amor fraterno:  eso de quitarse la viga del propio ojo para ayudar a quitar la paja del ojo ajeno, o lo de "entre ustedes no debe ser así", o más claro aún, "Ámense los unos a los otros". El que es perdonado de sus muchos pecados se siente alcanzado por la Misericordia, se siente pecador pero redimido por ese Dios que, e palabras de Juan el Apóstol, es Amor. Y el mismo Juan se sintió amado por Cristo y su respuesta fue el amor y la fidelidad, una fidelidad que lo llevó al pie de la Cruz siendo el único de los Apóstoles presentes junto con María.
La fraternidad cristiana es eso: amar al prójimo como Cristo nos ama. Y en medio de los pecados y la tribulación debemos ver como un modo de alcanzar la salud, una herramienta para ejercitar la constancia de nuestra fe. Llevar la cruz sabiendo que por la Cruz Dios triunfa en y para cada cristiano. El que es alcanzado por la Misericordia entiende lo que es ser luz del mundo, y comunica el Evangelio con testimonio de amor, y el que ama a Dios debe necesariamente amar al hombre. Así, lo más importante es el amor, amor a Dios y dilección, amor al prójimo. Nótese que la mujer del Evangelio "ha demostrado mucho amor" y que su fe la ha salvado; el perdón supone la fe y la conversión. La fe puede ser como aquel grano de mostaza, que crece y se hace gigante, pero la conversión es un acto de amor, en respuesta al Amor que nos apremia. Por eso es entendible que sea un hecho maravilloso que el pecador más grande sea perdonado como también el pecador pequeño, porque para Dios todos somos amados y cada uno tiene la cuota de perdón de acuerdo con su necesidad (de este concepto habla, por ejemplo, la regla de San Agustín cuando dice que se distribuya a cada cual según su necesidad). Cristo ya había enseñado en la parábola de los jornaleros esto mismo. Santo Tomás de Aquino (que entre paréntesis sufrió la tentación y grandes contratiempos para servir a Dios) escribió sobre la caridad: la perfección cristiana consiste especialmente en la perfección de la virtud de la 'caridad', integralmente en el acto propio de la 'caridad' y la perfección cristiana se irá incrementando a medida que la 'caridad' produzca más intensamente su propio acto de amor e impere el de las demás virtudes.
El amor a Dios puede "parecernos" más fácil que el amor al prójimo, pero no nos confundamos, el que no ama a un hermano no puede decir que ama a Dios, ya que Dios ama al hombre. Recordemos lo que Cristo nos dice en otra parte: "Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo". "Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley". Amén

lunes, 8 de septiembre de 2014

Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María


Madre mía, mi alma y espíritu te agradecen el sí a la Vida, hoy te miro nuevamente y sos el sol de mi cielo en medio de cualquier tormenta. Tu manto siempre me sostuvo; fuiste para mí como una madre silenciosa en los momentos difíciles, y hoy celebro tu nacimiento dando gracias a Dios, que nos enseña su amor en tu dulce persona y me recuerda que si el amor humano falta, su amor estará siempre conmigo y con cada cristiano y humano de buena voluntad. Virgen Madre, paciente y fiel, enseñame el camino de buen hijo, para que un día pueda gozar del Amor eterno para siempre y jamás volver a sufrir en este valle de lágrimas.

domingo, 1 de junio de 2014

Solemnidad de la Ascensión del Señor


+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                        Mt. 28, 16-20

Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
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Ámense los unos a los otros. 
Así como yo los he amado 
ámense también ustedes los unos a los otros. 
En esto reconocerán todos 
que ustedes son mis discípulos: 
en el amor que se tengan los unos a los otros.

Corazón: uno solo, el Corazón de Jesucristo; una sola Fe, una sola Iglesia, un solo Pastor. el Evangelio de hoy narra la partida de Jesús a la diestra del Padre y en este contexto las palabras del Señor: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Si Cristo hubiera querido muchas "iglesias", nunca hubiera hablado de hacer a todos los pueblos discípulos suyos. Por eso ¡felices de nosotros!, cristianos, que en estos días el Espíritu Santo obra en la Iglesia llamando a la unión a los cristianos de oriente encabezaos por Bartolomé I, patriarca de Constantinopla. La visita del Romano Pontífice y este patriarca a Tierra Santa es sin dudas un testimonio válido para cumplir la voluntas del Señor expresada en lineas finales del Evangelio de Mateo que hoy se lee en la Liturgia de la Palabra. Felices de nosotros también, porque hay mártires en distintos territorios de este mundo, en todos los pueblos, y aunque el dolor de perderlos del mundo nos pone tristes y nos hace visible la injusticia más cruel, ellos evangelizan con su testimonio, que es y debe ser siempre respetado y consagrado. Por esto, hoy llamémonos en nuestras conciencias a ser verdaderamente cristianos, como "otros Cristos", y antes de obrar preguntémonos si estamos en comunión, u ofendemos la memoria de los mártires (al fin de cuentas, al propio Dios).
La Liturgia de hoy dice en la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, que Cristo les recomendó permanecer en Jerusalén para recibir la unción del Espíritu Santo. Los once Apóstoles estaban en el monte de los olivos almorzando y después de prometerles el Espíritu Santo y de anunciarles el testimonio que darían de Él tanto en Israel como en el resto de mundo, se elevó hasta los cielos y las nubes lo ocultaron. Pero dos ángeles les dijeron a los Apóstoles que el Señor volvería como lo habían visto partir. Es así que podemos pensar en lo que dice Jesús en el Evangelio de Mateo: "Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". Porque si Cristo ascendió al Padre gloriosamente en cuerpo, alma y divinidad, gloriosamente volverá en cuerpo, alma y divinidad, y aún más, Él está siempre con nosotros hasta el fin del mundo; así como partía el pan con los Apóstoles, pan que Él había dicho que era su Cuerpo, y comía con ellos, así en la Eucaristía él permanece con nosotros hasta el fin del mundo, de manera que existe verdadera comunión. Glorificado está junto al Padre, eucaristizado permanece con nosotros, pero vendrá de nuevo y será todo en todos con Gloria y Majestad así como lo está junto al Padre, para cumplir lo que prometió cuando dijo que iría a prepararnos habitaciones.
La unidad es esencial del ser cristianos, es permanecer juntos en Jerusalén y recibir juntos la unción. El Amor que hablo Cristo es lo que debe movernos a encontrarnos unidos sabiendo que en el tiempo estamos en comunión por la Eucaristía y por el Espíritu Santo, y en la eternidad ya estamos en comunión por el vínculo de la paz con Dios y los hermanos a la vez. En el tiempo comulgamos el Cuerpo del Señor; en la eternidad nuestro corazón es uno con el suyo y así podremos ver a Dios en su gloria, cuando hasta el fin del mundo y habiendo permanecido en la comunión, seamos invitados al banquete del Señor con nuestro traje de gala, como Cristo.
La ascensión entonces es alegría para el cristiano, porque así está cerca la venida del Espíritu Santo que nos conducirá a la Verdad completa, hasta que Cristo vuelva. Por eso creo que es necesario en este tiempo volver a mirar ese fragmento inicial en el que los Apóstoles y los discípulos se amaban, tenían todo en común, evangelizaban, bautizaban, hacían la obra de Dios. Amor, la ley mayor, fidelidad a Cristo y unidad en la comunión.
Hoy leemos en la primera lectura el inicio del segundo libro de San Lucas Evangelista, y en el Evangelio, el final del Evangelio de San Mateo. Pero quiero detenerme por un momento en una reflexión sobre el tiempo final de la estancia de Cristo en el mundo. Hoy el Papa es atacado de manera sutil y muy articulada. Es una lástima que haya aún cristianos fuera de la unidad y con la voluntad torcida por ideas erradas que rechazan la unidad y contradicen al Vicario de Cristo. Ante esto quiero recordar, para mí mismo y para quien lea esto, que fue Cristo, el Señor, quien dio a Pedro las llaves del Reino; fue el Señor quien en el evangelio de San Juan, al final, pidió a Pedro que apaciente a sus ovejas; fue el Señor quien quiso que Juan quede hasta su venida y así es caa vez que un Papa se llama Juan. Y así es cada vez que el discípulo al que Jesús amaba enseña a los cristianos a ser discípulos: la ley es el amor, a Dios y al hombre por Dios. Así, es necesario entender las palabras del Papa emérito Benedicto XVI en una carta a los obispos en relación con la remisión de excomunión a los obispos lefebvristas, y que es ya es sí un gesto de amor, él dijo "Conducir a los hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: Ésta es la prioridad suprema y fundamental de la Iglesia y del Sucesor de Pedro en este tiempo. De esto se deriva, como consecuencia lógica, que debemos tener muy presente la unidad de los creyentes".
Amén.

martes, 13 de mayo de 2014

Lunes IV del tiempo pascual



+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan
                                                                  Jn 10, 1-10

Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz". Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia".
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"Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado".
El Señor se refiere a los maestros que no enseñan a Dios, sino que se sirven de los demás según su egoísmo y roban almas para dejarlas vacías de Dios y llenas de cosas exteriores y de ideas erradas, de prácticas sin sentido y de una enorme distancia a Dios. A propósito de 'robar almas', robar es un pecado prohibido en los diez mandamientos, ahora bien, si el que gana un alma para Dios cubre la multitud de sus pecados, el que le roba a Dios..., ¿se salvará?...
Pero Dios es Misericordia y eso quiere de nosotros.
Acá parece que Cristo le habla a los Apóstoles (y no sólo a los fariseos) de quienes son maestros de la ley, los que estaban antes que Él (en el tiempo), pero a nosotros bien nos dice de nuestro tiempo que hay ladrones y asaltantes. Lo dice hoy, en el Evangelio de la liturgia de hoy y lo dice mañana preguntándose hoy:
¿encontraré fe sobre la tierra?
¿Quiénes son tus ladrones y asaltantes?..., ¿podés nombrarlos?...ó ¿podés enumerar tus ídolos?...
Pero continúa diciendo "las ovejas no los han escuchado". Es clara referencia del discípulo, del cristiano, del fiel. No, no los hemos escuchado, no, porque te reconocemos, Señor, desde el bautismo. No, ellos no los escucharon, nuestros padres se negaron a escuchar a "maestros" e ídolos. Así ellos sufrieron el martirio, derramaron su sangre y su fe hemos recibido. Por esto, ¿cómo vamos ahora a ir detrás de traidores o detrás de traiciones cuando nuestros padres, los primeros hermanos, tanto han padecido?. "Yo soy la puerta"..., ¡la puerta del cielo!, nadie puede estar con Dios si no entra por la puerta, la puerta estrecha cuyo dintel son esos brazos extendidos y ensangrentados por amor a los hombres.
"El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento".
Entremos a la Iglesia del Señor, comamos su carne y bebamos su sangre, podremos entrar y salir y encontrar alimento.
En la versión de Johann Straubinger encontramos este versículo así: "Yo soy la puerta, si alguno entra por Mí, será salvo; podrá ir y venir y hallará pastos". El autor habla sobre este "ir y venir" de la libertad que Cristo da por su palabra después de prepararlos; refiere también el pasaje de Jn 8, 31 "la verdad os hará libres". Recordemos que el Señor dijo "Yo soy la Verdad". Pero nosotros, ya cristianos, debemos ver lo que nos dice Cristo sobre el "entrar y salir" del Templo y encontrar el alimento. El Papa, "casualmente" un buen pastor y "casualmente" el Vicario de Cristo, nos dice "salgan", "salgan a las calles". Parece una alegoría del Pentecostés cristiano en tiempos de la nueva evangelización a la que llamó su antecesor, Benedicto XVI, "siempre y en todo lugar". La Verdad debe donarse, como fue donada por Dios, sin duda, y nosotros debemos alimentarnos "entrando" por la Puerta, en la Iglesia, al templo; comulgar, las ovejas de su rebaño. No sólo ese es nuestro alimento, aunque sin el "pan de los ángeles" no somos nada, también tenemos que alimentarnos de la vida cristiana estando en gracia delante de Dios. "No sólo de pan se alimenta el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios", efectivamente, debemos "salir" alimentados del pan de Vida y de la Palabra y llevar a los demás la Buena Noticia, como "rescatando" a las ovejas robadas y a los que aún no son "ovejas".
Salir..., pero ¿cómo conciliar esto con los que no llevamos una vida activa, sino contemplativa?, bueno, señores, el que contempla escribe. El contemplativo está más cerca de la lapicera que el que es obrero. el que contempla evangeliza instruyendo, y sus escritos son fe vivida, éste es precisamente el significado de "la fe sin las obras está muerta". El que no entra no puede salir, porque ¡está afuera!. Sin gracia no hay contemplación, sin el pan de los ángeles no hay gracia, sin reconciliación no hay alimento de vida eterna: por la humildad y la conversión entramos por la puerta. Pero sabemos que, al menos nosotros, no logramos contemplar si no estamos en gracia, y estando lejos de Dios se nos quita la contemplación y la sabiduría, y esto lo sentimos en forma evidente por medio de una tristeza del alma al estar en pecado; así debemos humillarnos y rezar como bien escribió un contemplativo cartujo que una carta, y de a poco, pero no tan instantáneamente, volverá a nosotros la capacidad de entendimiento e instrucción en las cosas santas, tanto de la Palabra como de la vida cristiana. Digo "no instantáneamente" refiriéndome al que se suelta de la mano del Padre. Cuanto podamos hacer los contemplativos para evangelizar, lo haremos en comunión, y no sin ella, esto será también obediencia, obediencia a Cristo y a Pedro..., ¡se entiende!, ¿verdad?. Aun el pecado purifica si hay arrepentimiento, y entonces los instructores escribimos sobre la vida cristiana enseñando a combatir el mal con mecanismos y herramientas contundentes: ayuno, lectura, meditación, oración, obra. Lee a los Papas, a los santos, pero especialmente a Dios, la Biblia...; la oración nos lleva a Dios, la liturgia de las horas. La obra tiene su forma según el estado, pero el motor es la Caridad.
Así el contemplativo escribe libros y sale en voz de sus hermanos, así su "salir" es un "enseñar", salir de sí mismos donando lo contemplado. Pero...¿qué se contempla?...
Los libros del que sale siempre vivirán si llevan Vida en ellos, si conocen "su Voz". Aunque sean quemados, serán los lectores los que los reverdezcan y lo enseñarán como parte de una tradición oral; tradición oral que escucharán otros y la escribirán como esquematizando un plano para construir, del cual el Director de obras es nada menos que Dios, omnipotente, omnipresente, omnisciente. Si las letras mueren, la sabiduría no se puede borrar, porque es don del Espíritu Santo.
Salir..., como dice el lema de una antigua Orden religiosa: "contemplar y dar a conocer lo contemplado", entrar por la puerta, ir y venir. El Buen Pastor, que es Cristo, nos habla por medio de su Vicario, a cada uno según su estado. Un día el Señor le habló a los fariseos, después de haber curado a un ciego de nacimiento. Hoy nos interpela a sus ovejas ó... buenos pastores..., en todo caso la fe deberá abrir nuestros ojos para que cooperemos en la Iglesia como aquellos primeros cristianos a los que Cristo envió.

jueves, 13 de marzo de 2014

Extracto de Cuaresma VII

La penitencia nos enseña a vivir cristianamente, nos hace más humanos y nos devuelve a Dios si encontramos la contrición en ella. Los buenos hábitos son el producto de ejercicios practicados con buena voluntad, y estos buenos hábitos nos ayudan a crecer hacia el Altísimo.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Extracto de Cuaresma VI

Otro modo de crecer en cuaresma es adquirir y fortalecer las virtudes cristianas, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad. En la fe nos hacemos uno con Cristo, luego de haber sido bautizados; crecemos y nos alimentamos de la Palabra con todo lo que ello conlleva. En la esperanza experimentamos la conciencia del pecado, y elevamos nuestra mirada interior al cielo sabiéndonos amados por Dios por la redención del Señor, cada día es un nuevo regalo que trae la firme sentencia de amor y amistad con Él: el pecado no nos mata irremediablemente, el confesionario es la puerta de la gracia. La caridad: con ella aprendemos a vivir el Evangelio como hijos y hermanos, quizá sea más costosa que las anteriores porque supone una apertura hacia lo exterior; no se trata, en este sentido, de la caridad hacia Dios, que es natural en el hombre por ser creado a imagen suya, sino de la caridad hacia la creación, especialmente hacia el hombre. Así caminamos como despejando obstáculos de la fe a la caridad ejercitando el espíritu mientras nos movemos en la vida buscando siempre ganar la Vida.

martes, 11 de marzo de 2014

Extracto de Cuaresma V

El ayuno: por medio de él matamos en nosotros la tendencia a lo material, lo que nos es agregado, lo que está demás. El ayuno nos enseña a vivir con prudencia y conciencia de las necesidades del prójimo, es un camino personal pero al servicio de la Iglesia, los frutos del ayuno son la humildad, la sencillez de corazón, y la amistad con Dios y con los hombres

lunes, 10 de marzo de 2014

Extracto de cuaresma IV

camino de conversión: el desierto. En él se transita con el espíritu penitente y la razón siempre despierta, con la oración candente y el corazón alerta (que no nos engañen los falsos amores, lo que busca nuestro ser no está en este mundo, ni aún en las imagenes de la mente, ni en los deseos más elevados del espíritu). Hoy el camino es imagen de Dios, de Aquel que nos acompaña, y el silencio y la soledad son fuente de sabiduría, de purificación, de vida.

domingo, 9 de marzo de 2014

Extracto de cuaresma III

Esta cuaresma es un camino de desierto en el que el hombre purifica su espíritu en la fuente de la vida. Ese camino es un sendero, donde pasamos todos llevando nuestros pasos. Algunos vivirán esta cuaresma indiferentes, otros vivirán la cuaresma con fe y dedicación. A nosotros cristianos se nos pide vivir un tiempo de penitencia y conversión. Pero es bien sabido (sobre todo en el orbe católico más dedicado a vivir el Evangelio) que existen dos maneras de vivir esa penitencia y conversión: la primera: hay hombres que viven su preparación espiritual en una intimidad compartida con otros de un modo didáctico, como a modo de enseñanza con método externo, necesitan de las imágenes, de la música, de compartir con otros lo que se está viviendo de un modo práctico; la segunda: habemos hombres que vivimos esa reparación similar a los primeros pero con una disposición más aproximada al desierto, a la soledad, al silencio en un modo más concreto, y compartimos con los demás en el espíritu cristiano, en la Fe que es una sola y en la liturgia en todas o en casi todas sus ramas.
Todos llegamos a la Pascua del Señor con un corazón dispuesto; los que son indiferentes algún día llegarán, y claro, que necesitan del Evangelio, de la prédica oral y vivida, de los ejemplos, de las obras, pero en este mundo perceptible a la criatura humana, la materia-vacío-entes que la ciencia conoce como "espacio-tiempo", el hombre sin fe se pierde del conocimiento de Dios porque no comprenden lo trascendental de nuestra existencia. Pues para ellos también hay un mensaje de amor en el corazón de la Iglesia, en nuestros corazones, sagrarios de Cristo, si es que nos alimentamos de Él.
Los hombres cristianos nos ayudamos a vivir unidos y en comunión esta cuaresma que transitamos. En el ámbito familiar, los amigos, la facultad, el trabajo, los vecinos, etc. Cada cristiano vive hoy en su entorno próximo y en el extensivo el mayor acto de amor fraterno cuando comparte con otros la Buena Noticia del Señor. Y esto se manifiesta de diferentes formas. En otro tiempo, como nos dicen las Sagradas Escrituras los cristianos tenían todo en común, y vivían compartiéndolo todo y con gran amor se “amaban”. De cierto que estos tiempos bíblicos eran difíciles para el cristianismo naciente. Compartían el pan y la Palabra, compartían con la palabra el Pan ácimo cuando era la reunión dominical. Tenían todo en común, ellos eran los primeros cristianos. Más tarde, con el paso del tiempo llegan otras formas de vivir el Evangelio que son necesarias para el hombre y queridas por Dios: estoy hablando del eremitismo propio y de forma. En tiempos en que el mundo e incluso la misma Iglesia corren riesgos de enfriar el corazón que levanta en la Misa, es precisamente en ese tiempo cuando la Iglesia Santa es sanada por La Santisima Trinidad con hombres y mujeres que dedican sus vidas a la cuaresma del tiempo como ente. Es precisamente la relajación de la vida humana, los vicios de los hombres y la distancia de la conciencia moral con respecto a la Ley de la felicidad, que es la Ley de Dios escrita por Él Mismo en la Cruz de Cristo, lo que causa ese “antídoto”, por llamarlo de alguna manera, que es instrumental en algunos hijos de Dios dedicados por inspiración divina a una vida más cuaresmal que el resto de los hermanos. Eso se traduce, al mismo tiempo, en los diferentes carismas (según el modo actual de la palabra) dentro del mismo modo de vida antes citado. Es muy cierto que en la Iglesia de occidente no se conoce esto más que en la historia. Pero vean por un momento que el campo está siendo sembrado, Dios prepara la tierra y esa tierra dará su fruto: ante los embates del enemigo, que son desesperados y no atinan, la Iglesia está siendo tierra fertil y santa de un germen de nuevos hombres dedicados a la penitencia y el silencio, y esto se da no solo en la vocación de dedicación especial a Dios, sino también en la forma de dedicación a la familia, porque, aunque en estos días no se conoce, es cierta la existencia de personas con llamada al desierto espiritual y en profundo compromiso con la vocación laical. Es a la luz de los próximos concilios que se entenderán estas y otras cosas, queridas por Dios e incomprensibles para el hombre de hoy.
Ahora bien, sea por ignorancia o simple curiosidad, ¿es lícito al hombre inquirir de su hermano la conciencia por causa de la forma de vivir el Evngelio? ¿y le es lícito al hombre cristiano?, ¿es coherente pregonar la paz contra las guerras mientras se arrincona a los que pretenden hacer el bien en el silencio más estricto?, ¿no será eso propio del mundo enfermo porque tiene el corazón helado al estar distante de Dios?. La ignorancia del hombre forma ideas erradas, y se desacierta cuando no se entiende que la Voluntad de Dios es perfecta y sabia. Mas no es propio de la facultad humana de entendimiento conocer el diálogo entre el Creador y la creatura cuando este diálogo encierra un orden de vida pensado por Él y vivido por este, lo cual no debe confundirse con la dirección espiritual, que es el sano y sabio acompañamiento. Sobre la Fe, vivida y entendida se puede decir en qué momento existe separación de la Voluntad divina, sobre el pecado, el hombre es capaz de entender su universalidad entre los pares; pero ningún humano es capaz de conocer el proyecto de Dios para cada ser tan acabadamente como el propio ser al que Dios llama, por más maestros que existan, por más conceptos que se estudien, por más experiencia que se tenga, el diálogo se da entre dos, y el tercero es una guía, un diccionario del lenguaje del Altísimo, que puede traer todas las voces o nó, según la circunstancia espiritual en que se encuentre.
“Esto” es vocación: llamada de Dios al hombre, no idea del hombre sobre el hombre. Y no es lícito hacer conjetura ni juicio sobre la forma particular de vivir el Evangelio de ningún cristiano sujeto a la Fe y Doctrina válidas y en comunión perfecta con el Romano Pontífice y toda la sucesión apostólica en consonancia con dicha Fe y Doctrina. Se trata de respetar el camino del hermano que vive en su vida y en la Iglesia esta cuaresma. Nada más hermoso que la variedad de carismas en la Iglesia!, todo es una gran sinfonía tocada con particular amor al Dios eterno, y en este tiempo,especialmente, a la Persona del Hijo, Cristo, nuestro Señor, el Salvador. En la sinfonía no todos los instrumentos emiten el mismo sonido, y seguro que un solo sonido no puede compararse con el conjunto de todos sonando de manera exquisita, es por eso que un oboe no puede pretender que el piano se ejecute con viento..., cada cual suena según el Espíritu le anima y dona.
Para entenderlo mejor, hermanos: los hombre de buena voluntad caminan por el sendero de la vida, la vida es de Dios, como lo es tambien el sendero; el hombre da pasos que no siempre marcan simetría con los otros pasos que dan sus semejantes, mas no por ese motivo esta lejos del sendero. Habrán diferentes maneras de vivir la cuaresma y aún la Pascua que está próxima en el tiempo litúrgico, pero la vida del hombre es como un tiempo de cuaresma que nos prepara a encontrarnos con Jesús resucitado. Algunos viven la propia santificación y la de los hermanos, el prójimo, de un modo esencialmente contemplativo y sustancialmente cristiano, otros tendrán la capacidad de hacerlo esencialmente activo y sustancialmente cristiano. De todas formas estamos caminando por el mismo sendero trazado por Dios para la salvación de los hombres, la cruz es una sola, mientras que el camino de la cruz son las huellas de los hijos de Dios.

sábado, 8 de marzo de 2014

Extracto de Cuaresma II

Cristo, Señor nuestro, que la paz reine entre tus hijos, y que esta cuaresma nos ayude a crecer como cristianos para llegar a la Pascua con nuevas virtudes.
Te doy gracias porque siempre escuchás mis aflicciones, te doy gracias porque hoy estuve junto a vos en intimidad y pude adorarte. Te doy gracias por el día que termina, porque cada fin mira a un nuevo principio, y en ese principio siempre estás Vos.
En el camino te voy buscando, recorro mi camino como un rayo de sol, desde el extremo de tu luz puedo llebar hasta tu corazón, y así me siento lleno de tu Amor.

jueves, 6 de marzo de 2014

Extracto de cuaresma I

No tengo nada en el mundo..., me siento vacío
Entonces nada te ata y podés, con libertad, abrazar a Cristo y servirle. Si estás vacío te falta todo, y ese "todo" es Dios!.

Cristo, te pido que me perdones por todas las veces que te agredí. Hoy quiero poner mi corazón en tu corazón; vuelvo de nuevo desués de caminar por fosas oscuras. Ahora quiero abrazarte y puedo sentir tu abrazo y calidez..., sí, Señor, estás ahora conmigo, lo sé. Gracias por aceptarme de nuevo a tu lado, gracias por tu voz, que jamás dejó de iluminarme. Quiero levantarme, volvé a ser mi fuerza, devolveme el coraje que el mal me arrebató. Veo a los santos, veo a los mártires y me veo yo, que fui un traidor. Dame las armas, que hoy vuelvo a la guerra, hoy me levanto y soy para vos. No me vencieron esas cadenas, porque mi fuerza es el Amor.

Yo se que me estás guiando,
escucho tu voz en todas partes,
yo se que voy de tu mano
cuando se enciende ese sol.
Mi espíritu llueve en penas
pero tu amor me consuela:
yo sé que me estás rodeando;
sostenés mi corazón.
La tristeza se disipa,
la paz y calma me encuentran;
tengo hambre de tu Cena,
mi alimento: sólo Vos.
Y mi alma se agudiza, 
necesito ser Iglesia,
mis hermanos son presencia
de tu amor y tu perdón.

Cristo, no me dejes perderme otra vez.

ICIOS

Oración del pecador

Cada día es una lágrima en este mundo;
el mal provoca en el humano la muerte...,
pero tu Sol, Dios, que siempre está ahí,
es la calma del alma en llanto,
es la paz y la quietud de los que te contamos nuestra historia
buscando tu consuelo.
¡Cuánto sufre mi alma cuando me olvido de tu consuelo!,
tengo miedo de volver a caer,
pero ¡sé que es tan dulce mi regreso!.
Ojalá algún día pueda sentirte entero en mí,
abrazarte y estar en tus brazos...
Mi hambre permanece
hasta que me cuides para siempre junto a Vos.

miércoles, 1 de enero de 2014

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios • octava de Navidad


+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                                                  Lc. 2, 16-21


Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el Ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
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El pasaje que nos ofrece la liturgia hoy, Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, se sitúa dentro del evangelio de Lucas, discípulo de Pablo de Tarso y hombre que conoció personalmente a la Santísima Virgen según la Tradición. Este texto se lee después de que el padre de San Jan Bautista, recobrando su voz, reza el "Benedictus" y antes que Simeón rece su acción de gracias; ambas oraciones iluminadas pero verdaderamente libres son los cánticos que rezamos en la Liturgia de las horas actual por la mañana, y por la noche antes de ir a dormir.
Me gustaría tomar esta idea para meditar el misterio de la salvación desde sus orígenes, su alborada, su mañana temprana, que se encuentra en la primera humanidad caída en pecado, y la promesa de Dios desde ese versículo considerado el "Protoevangelio" que habla de la mujer pisando la cabeza de la serpiente. Pienso también que la noche nos invita a rezar junto al Señor desde el Getsemaní, cuando estaba por ser entregado, y esta es la noche que podemos tomar como para cerrar un primer cuadro en la historia de la Salvación: el alejarse de Dios y la promesa de un reencuentro esperado desde hace tiempo; promesa que en el hombre suele despertar desesperanza cuando se mira con ojos meramente humanos. En el centro de este cuadro, la Encarnación. Pero cuando la historia parece contar una esperanza que se apaga (recuérdese en esa noche, en el huerto de los olivos, el pasaje de las negaciones de Pedro, el temor de los Apóstoles y su falta de fe), en realidad Dios cambia de manera radical la historia de la humanidad: haciendo nuevas todas las cosas, restablece la dignidad humana y de la noche nace el día en que el reencuentro y la esperanza son al fin visibles y definitivos desde el lugar que habitamos en el tiempo. En el segundo cuadro, la Noche de la Natividad en miras a una mañana nueva y eterna: la Resurreccion. En el centro de este cuadro tenemos la vida de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y la maternidad virginal de María que "conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón".
La Octava de Navidad que hoy cerramos celebrando la maternidad de la Santísima Virgen son el punto de unión de estos dos cuadros donde la esperanza del hombre encuentra el quiebre de la historia, y la promesa de la Fe: la vida eterna. En medio de las dos partes de esta historia de la salvación nuestra Madre purísima es la Madre de la nueva humanidad, la humanidad redimida por Jesús que ya no está sujeta a la muerte sin luz, sino a la pascua que abrió Aquel que nos creó y que nos ama desde el principio. El texto evangélico narra el nacimiento del Mesías tan esperado por Israel, pero, en realidad, por la humanidad toda; es el comienzo de la nueva historia, el principio de la Nueva Alianza en la que la Voluntad de Dios, que es el Reconciliador, pide al hombre una respuesta libre a su plan salvífico y encuentra un "sí" humano en la persona de la Virgen y da su "Sí" visible en la persona de Cristo. El Evangelio nace hoy; el cielo glorifica a Dios y saluda a la humanidad que es llamada desde su trabajo cotidiano al gozoso encuentro con sus orígenes junto a Dios..., sí, el hombre es llamado a Belén a ser pastor en la ciudad del Gran Rey; es llamado a contemplar a Dios para luego dar a conocer a Quien contemplaron, mientras Él, que es la Vida, sigue guiando toda su vida sonriéndoles con un rostro y una sonrisa que ya no tienen fin.