Cada día es una lágrima en este mundo;
el mal provoca en el humano la muerte...,
pero tu Sol, Dios, que siempre está ahí,
es la calma del alma en llanto,
es la paz y la quietud de los que te contamos nuestra historia
buscando tu consuelo.
¡Cuánto sufre mi alma cuando me olvido de tu consuelo!,
tengo miedo de volver a caer,
pero ¡sé que es tan dulce mi regreso!.
Ojalá algún día pueda sentirte entero en mí,
abrazarte y estar en tus brazos...
Mi hambre permanece
hasta que me cuides para siempre junto a Vos.