Esta cuaresma es un camino de desierto en el que el hombre purifica su espíritu en la fuente de la vida. Ese camino es un sendero, donde pasamos todos llevando nuestros pasos. Algunos vivirán esta cuaresma indiferentes, otros vivirán la cuaresma con fe y dedicación. A nosotros cristianos se nos pide vivir un tiempo de penitencia y conversión. Pero es bien sabido (sobre todo en el orbe católico más dedicado a vivir el Evangelio) que existen dos maneras de vivir esa penitencia y conversión: la primera: hay hombres que viven su preparación espiritual en una intimidad compartida con otros de un modo didáctico, como a modo de enseñanza con método externo, necesitan de las imágenes, de la música, de compartir con otros lo que se está viviendo de un modo práctico; la segunda: habemos hombres que vivimos esa reparación similar a los primeros pero con una disposición más aproximada al desierto, a la soledad, al silencio en un modo más concreto, y compartimos con los demás en el espíritu cristiano, en la Fe que es una sola y en la liturgia en todas o en casi todas sus ramas.
Todos llegamos a la Pascua del Señor con un corazón dispuesto; los que son indiferentes algún día llegarán, y claro, que necesitan del Evangelio, de la prédica oral y vivida, de los ejemplos, de las obras, pero en este mundo perceptible a la criatura humana, la materia-vacío-entes que la ciencia conoce como "espacio-tiempo", el hombre sin fe se pierde del conocimiento de Dios porque no comprenden lo trascendental de nuestra existencia. Pues para ellos también hay un mensaje de amor en el corazón de la Iglesia, en nuestros corazones, sagrarios de Cristo, si es que nos alimentamos de Él.
Los hombres cristianos nos ayudamos a vivir unidos y en comunión esta cuaresma que transitamos. En el ámbito familiar, los amigos, la facultad, el trabajo, los vecinos, etc. Cada cristiano vive hoy en su entorno próximo y en el extensivo el mayor acto de amor fraterno cuando comparte con otros la Buena Noticia del Señor. Y esto se manifiesta de diferentes formas. En otro tiempo, como nos dicen las Sagradas Escrituras los cristianos tenían todo en común, y vivían compartiéndolo todo y con gran amor se “amaban”. De cierto que estos tiempos bíblicos eran difíciles para el cristianismo naciente. Compartían el pan y la Palabra, compartían con la palabra el Pan ácimo cuando era la reunión dominical. Tenían todo en común, ellos eran los primeros cristianos. Más tarde, con el paso del tiempo llegan otras formas de vivir el Evangelio que son necesarias para el hombre y queridas por Dios: estoy hablando del eremitismo propio y de forma. En tiempos en que el mundo e incluso la misma Iglesia corren riesgos de enfriar el corazón que levanta en la Misa, es precisamente en ese tiempo cuando la Iglesia Santa es sanada por La Santisima Trinidad con hombres y mujeres que dedican sus vidas a la cuaresma del tiempo como ente. Es precisamente la relajación de la vida humana, los vicios de los hombres y la distancia de la conciencia moral con respecto a la Ley de la felicidad, que es la Ley de Dios escrita por Él Mismo en la Cruz de Cristo, lo que causa ese “antídoto”, por llamarlo de alguna manera, que es instrumental en algunos hijos de Dios dedicados por inspiración divina a una vida más cuaresmal que el resto de los hermanos. Eso se traduce, al mismo tiempo, en los diferentes carismas (según el modo actual de la palabra) dentro del mismo modo de vida antes citado. Es muy cierto que en la Iglesia de occidente no se conoce esto más que en la historia. Pero vean por un momento que el campo está siendo sembrado, Dios prepara la tierra y esa tierra dará su fruto: ante los embates del enemigo, que son desesperados y no atinan, la Iglesia está siendo tierra fertil y santa de un germen de nuevos hombres dedicados a la penitencia y el silencio, y esto se da no solo en la vocación de dedicación especial a Dios, sino también en la forma de dedicación a la familia, porque, aunque en estos días no se conoce, es cierta la existencia de personas con llamada al desierto espiritual y en profundo compromiso con la vocación laical. Es a la luz de los próximos concilios que se entenderán estas y otras cosas, queridas por Dios e incomprensibles para el hombre de hoy.
Ahora bien, sea por ignorancia o simple curiosidad, ¿es lícito al hombre inquirir de su hermano la conciencia por causa de la forma de vivir el Evngelio? ¿y le es lícito al hombre cristiano?, ¿es coherente pregonar la paz contra las guerras mientras se arrincona a los que pretenden hacer el bien en el silencio más estricto?, ¿no será eso propio del mundo enfermo porque tiene el corazón helado al estar distante de Dios?. La ignorancia del hombre forma ideas erradas, y se desacierta cuando no se entiende que la Voluntad de Dios es perfecta y sabia. Mas no es propio de la facultad humana de entendimiento conocer el diálogo entre el Creador y la creatura cuando este diálogo encierra un orden de vida pensado por Él y vivido por este, lo cual no debe confundirse con la dirección espiritual, que es el sano y sabio acompañamiento. Sobre la Fe, vivida y entendida se puede decir en qué momento existe separación de la Voluntad divina, sobre el pecado, el hombre es capaz de entender su universalidad entre los pares; pero ningún humano es capaz de conocer el proyecto de Dios para cada ser tan acabadamente como el propio ser al que Dios llama, por más maestros que existan, por más conceptos que se estudien, por más experiencia que se tenga, el diálogo se da entre dos, y el tercero es una guía, un diccionario del lenguaje del Altísimo, que puede traer todas las voces o nó, según la circunstancia espiritual en que se encuentre.
“Esto” es vocación: llamada de Dios al hombre, no idea del hombre sobre el hombre. Y no es lícito hacer conjetura ni juicio sobre la forma particular de vivir el Evangelio de ningún cristiano sujeto a la Fe y Doctrina válidas y en comunión perfecta con el Romano Pontífice y toda la sucesión apostólica en consonancia con dicha Fe y Doctrina. Se trata de respetar el camino del hermano que vive en su vida y en la Iglesia esta cuaresma. Nada más hermoso que la variedad de carismas en la Iglesia!, todo es una gran sinfonía tocada con particular amor al Dios eterno, y en este tiempo,especialmente, a la Persona del Hijo, Cristo, nuestro Señor, el Salvador. En la sinfonía no todos los instrumentos emiten el mismo sonido, y seguro que un solo sonido no puede compararse con el conjunto de todos sonando de manera exquisita, es por eso que un oboe no puede pretender que el piano se ejecute con viento..., cada cual suena según el Espíritu le anima y dona.
Para entenderlo mejor, hermanos: los hombre de buena voluntad caminan por el sendero de la vida, la vida es de Dios, como lo es tambien el sendero; el hombre da pasos que no siempre marcan simetría con los otros pasos que dan sus semejantes, mas no por ese motivo esta lejos del sendero. Habrán diferentes maneras de vivir la cuaresma y aún la Pascua que está próxima en el tiempo litúrgico, pero la vida del hombre es como un tiempo de cuaresma que nos prepara a encontrarnos con Jesús resucitado. Algunos viven la propia santificación y la de los hermanos, el prójimo, de un modo esencialmente contemplativo y sustancialmente cristiano, otros tendrán la capacidad de hacerlo esencialmente activo y sustancialmente cristiano. De todas formas estamos caminando por el mismo sendero trazado por Dios para la salvación de los hombres, la cruz es una sola, mientras que el camino de la cruz son las huellas de los hijos de Dios.