lunes, 30 de noviembre de 2015

San Andrés Apóstol

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                         Mt. 4, 18-22

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombre". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

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Hoy celebramos la fiesta de San Andrés, uno de los doce Apóstoles. San Andrés era hermano de Pedro, y en otro pasaje de la escritura se lo menciona como el que lleva la noticia de que encontró al Mesías, señalado por Juan Bautista, a su hermano. Es poco lo que se sabe por las Sagradas escrituras sobre su vida en sí, pero con lo que hay es suficiente. No está muy claro cuáles fueron las ciudades donde predicó en la misión de llevar el Evangelio a todo el mundo, pero se sabe por antiguos historiadores como Eusebio, Orígenes, etc, que que viajo por distintos lugares. Tampoco se tiene evidencia de que haya existido una cruz en X, aunque se sabe que fue martirizado atado, y no clavado, a una cruz.
el Evangelio nos habla de la llamada de los apóstoles, y para ser apóstol (etimológicamente "enviado"), antes debemos ser llamados. Los doce fueron elegidos por Cristo para la tarea de evangelizar al mundo en el principio. San Andrés fue uno de los primeros llamados y en la Biblia aparece como discípulo de Juan Bautista al principio. Hoy, en esta fiesta en que la Iglesia celebra a uno de los doce, somos llamados a comprometernos con el Evangelio primero dejándonos convertir por el mismo Cristo, luego, evangelizando.
En este adviento podemos ver en la imagen del Apóstol a un humano siempre pronto a la llamada de Jesús, siempre listo para cuando quiera Dios. La venida de Cristo, siempre latente, nos llama a la predisposición y al trabajo, como esos hermanos pescadores, que trabajaban en y para la familia, luego se hicieron pescadores de hombres para salir a trabajar para la humanidad entera. Trabajemos construyendo el Reino, como Andrés y como todos los cristianos.

domingo, 29 de noviembre de 2015

domingo I de Adviento

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                           Lc. 21, 25-28. 34-36

Jesús dijo a sus discípulos: "Habrá señales en el sol, en la luna, y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".

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Una vez más más la liturgia nos señala pasajes que ya habíamos escuchado antes. Para que este tiempo de adviento nos preparemos en el espíritu para recibir la navidad con nueva vida en la conversión verdadera y sentida tenemos de nuevo que recordar el juicio final, la parusía, las cosas que sucederan antes, nos detenemos de aquí en más a reflexionar sobre todas las cosas que nos distancian de Cristo para llegar al pesebre de Belén simbólico con la ofrenda de nuestras vidas bien vividas para Dios.
Hoy comienza un nuevo año litúrgico. El simple camio de letrita de "B" a "C" lo indican con solemne simpleza y sobre todo en la iglesia, que cambia su color dominical al morado. Comienza un tiempo relativamente corto pero lleno de significado espiritual para los hijos de Dios. Recordamos en este tiempo el Antiguo Testamento, la esper del pueblo hebraico y todas las cosas que fueron antes de Cristo como anunciando su venida; los profetas del Antiguo Testamento hablaron de Cristo para un pueblo que no tenía mucha voluntad de conversión, pero que, entre idas y venidas, a veces escuchaban, otras veces no. Cristo espera en Belén, y va a nacer de la Virgen Madre. Nos parece propicio para este tiempo dedicarnos un poco a la memoria de la Virgen, que supo decir un "sí" para siempre y que marcó el destino de la humanidad, al menos, por no decir del universo. Es tiempo de meditar estas cosas en el corazón como lo hizo María, la Madre de Dios. Meditemos, reflexionemos, recemos. Muchas veces me encuentro con cristianos que piensan que meditar es sentarse y cerrar los ojos al mejor estilo tibetano, no es eso meditar, para meditar sigamos el ejemplo de los santos cristianos. Muchos cristianos saben que la lectura de los santos y de los Papas es un buen ejercicio para meditar y reflexionar, pero la verdad es que la lectura del Evangelio de cada domingo es la mejor forma, y, en general, la lectura bíblica.
Hoy comienza un nuevo camino de vida, una nueva oportunidad para regalarle a Dios la flor de nuestro trabajo diario en la vida, y que Él finalmente nos sonría, así como un padre sonríe de ternura de ver a su pequeño hijo bebé. El bebé con mayúscula es Cristo, al que esperamos en su segunda venida, pero que nace cada Navidad para recordarnos el aniversario de su venida al mundo. Es tan grande y tan brillante este misterio, que se nos escapa ante los propios ojos. Por eso prefiero, para resumir, recordar que Cristo siendo Hijo y Verbo, siendo Dios omnipotente, quiso ser humano, con limitaciones propias de la humanidad pero sin dejar de ser Dios. Cristo abrazó a cada humano en todos los tiempos para siempre para recrear la familiaridad del hombre con Dios. Cristo nos salvó del infierno eterno para que ahora podamos ir al cielo. Cristo es el ungido y nuestra esperanza descansa en sus manos y proyecta nuestros actos hacia la luz imperecedera del Rey de reyes. Por más señales en el cielo y en la tierra que haya, y por más guerras y pestes que se levanten, la cola del diablo no podrá hacernos nada si confiamos en Él. Hoy estamos invitados a vivir el adviento con aires nuevos de cambio interno, de combate espiritual y cambio de verdad: la bendita conversión para ser buenos hijos del benignísimo Padre. Adviento es proximidad a Cristo, es un tiempo que busca especialmente nuestro empeño de conversión. Paz a todos.

sábado, 28 de noviembre de 2015

sábado XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 21, 34-36

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

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No nos debe aturdir los excesos, los vicios, el pecado, todo lo que es agradable a los ojos; tampoco debemos dejarnos aturdir por la saciedad de los sentidos ni por las preocupaciones de esta vida a tal punto que descuidemos la vida futura. Prevenidos, salvaremos nuestra vida futura, sin hacer tanto apego de esta vida que pasa. ¿Cuántas veces puede más el colegio, la facultad, el trabajo, la enfermedad, el vecino, el abuelo, el diario, etc... que el tiempo debido a Dios y la Misa, la oración tan necesarias para la vida verdadera?. Notamos que hemos cambiado desde aquel niño que fuimos, que tenía fe, que rezaba el rosario, o una decena al menos; tan lejos quedamos de la fe encendida por el bautismo y confirmada en la confirmación y palpitante en la primera comunión..., bueno, la segunda venida de Cristo nos recuerda que no hicimos todo lo que manda el rito para "festejar" simplemente, sino para comprometernos a servir a Dios toda la vida, y por Él a la humanidad. Somos hijos de Dios por Cristo, ¿aún no entendemos eso?. En pocas horas más comienza el adviento, que nuestras vidas vean un adviento de bendiciones y que la expectativa de ver a Dios nacer de nuevo en el pesebre de Belén nos recuerde, como en un espejo, que somos cristianos y así podamos renovar las promesas bautismales comprometiéndonos a amar como Él amó y a ser lo que su Nombre significa. Un día nacimos a la vida eterna, volvamos a ser como ese niño que tanto ama el Señor.

viernes, 27 de noviembre de 2015

viernes XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                        Lc. 21, 29-33

Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación: Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.

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En otro pasaje del Evangelio leíamos que unos fariseos le preguntaban cuándo llegará el Reino de Dios, a lo que Cristo responde que ya está entre nosotros. La traducción literal del "entós hymós" puede tener su punto de discordia entre exégetas, pero lo importante es que ya sea "en" o "entre", el Reino está establecido, de manera que no es ajena la humanidad, sino que por Cristo, que tomó la condición humana, ya somos parte del Reino de Dios. En este pasaje Cristo dice que "cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de dios está cerca". Las cosas que debe suceder son las catástrofes, las guerras, la peste, la persecución a los cristianos, etc. Pero el "sepan que el Reino de Dios está cerca" parece contrastar contradictoriamente con la respuesta que Cristo dio a los fariseos. Mas adelante leemos que no va a pasar esta generación hasta que todo lo que Cristo dice se cumpla. DE este modo podremos pensar que Jesús pretendía que los discípulos no se alarmen con el horror, sino que lleven la confianza en sus corazones que Cristo permanece con nosotros, el Reino está cerca. Y el hecho que todo será cumplido en la "generación" parece también algo contradictorio pero quizá sea cierto en la eternidad, atendiendo a eso que dice el salmo "mil años en tu presencia son como un ayer que pasó, como una vigilia nocturna"... Cristo no le habla sólo a los que ahí están presentes, sino a toda la humanidad, la que no está físicamente presente en ese lugar en ese momento y la que aún debía nacer, hasta el día de hoy. La voz de Dios suena en la existencia, y no sólo en el tiempo y la eternidad. Es por eso que muchas veces experimentamos supuestas contradicciones o signos que nos tocan el propio ser cuando leemos la Biblia.
La parusía es un hecho que aún no sucedió, pero que esperamos con ansia. La calma está en la paz del Señor, que nos dice las cosas que van a pasar para que no desesperemos y tengamos fe en que Él está con nosotros y llega pronto, para que no pensemos que se olvidó de sus cristianos y del mundo, para que no pensemos que nos abandonó. Nos deja así un hermoso consuelo para nuestras penas y una tranquilidad para nuestras almas al decir "el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán", como diciendo que podrán acabarse el mar, la tierra, las ciudades la luz de las estrellas, pero su promesa y su voluntad permanecen; no hay nada que temer entonces, sólo estar vigilando para que el día nos encuentre limpios de toda iniquidad y al servicio de Dios siempre.
El Adviento está pisando el umbral de este año litúrgico que comienza, preparemos la corona de adviento y dispongámonos a recibir al Niño Jesús con un corazón dispuesto a la conversión.

jueves, 26 de noviembre de 2015

jueves XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                        Lc. 21, 20-28

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

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Rogier van der Weyden
políptico del juicio final
La Jerusalén sitiada por los ejércitos es un hecho histórico posterior a Cristo e incluso al Apóstol Pedro. El año 70 mientras la provincia de Judea se sublevaba al poder de Roma (se conoce en historia como la revuelta de los zelotes) las tropas romanas sitiaron Jerusalén y destruyeron el templo judío (que había sido reconstruído por otra destrucción previa en la historia). Hoy solo queda el muro de los lamentos y un objeto llamado "granada de marfil" que perteneció al templo y es el único objeto que quedó de aquellos tiempos. el resto se sucede desde aquellos días hasta hoy.
Para los cristianos es una alegría la segunda venida de Cristo, porque conlleva la felicidad que nos da Jesús en la esperanza del cumplimiento de los tiempos. Nosotros esperamos tierra nueva y cielos nuevos, el día que todo será puesto a los pies de Dios. Por eso más que aterrarnos, como seguramente o harán los que no estén atentos, nosotros nos alegraremos porque ya todo se habrá cumplido y reinaremos eternamente junto a Dios.
En muchas oportunidades somos llamados a la reflexión con respecto a este último día que narra el Evangelio de hoy. El sentido de estas exhortaciones que dirigen los obispos y presbíteros podemos pensar que se trata de un "concienciar" a los hermanos para que revean su propia vida de cara a Dios, a los hermanos y a la humanidad. Pero podemos extendernos más aún y pensar en lo caduco del materialismo, ya que vendrá Cristo y no serán necesarias las monedas de oro para nada; somos humanos y no dioses, por lo que debemos tener respeto de la creación y someterla con la responsabilidad que eso conlleva, ya que cualquier catástrofe natural no es combatible ni con las tropas más poderosas; debemos aprender a coexistir, ya que las guerras son el horror de la humanidad y nadie las quiere en sí. Todos los aspectos de este pasaje en miras a la vigilancia de la humanidad son formas de que cumplamos la Voluntad divina y seamos así hijos del Padre. Todas son expresiones que nos llaman a la reflexión y conciencia y no al terror. Si el propio Cristo no oculta estos acontecimientos que reveló antes de que sucedan, es porque es necesario que hagamos algo al respecto de la humanidad tan falta de Dios. Y la humanidad necesita de Dios pero encuentra siempre nuevas expresiones para rechazarlo, pues bien, debemos nosotros como hijos encontrar nuevas maneras de mostrarlo a todos sin estrecharle la mano al diablo promulgando guerras ni persecuciones.
Estamos próximos al tiempo de adviento y estos pasajes nos recuerdan que Cristo volverá. Dispongamos nuestras vidas para recibir a Cristo de dos ángulos: para celebrar la Navidad con renovada fe y esperanza y para vivir el resto de la vida construyendo en el pueblo de Dios hasta que Él vuelva y sea todo en todos.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

miércoles XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 21, 10-19

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

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Carl Bloch (Den Bjergprædikenen)
Todo lo que dice Cristo se cumplió en el pasado o se está cumpliendo, y se seguirá cumpliendo porque Él es Dios y por lo tanto omnisciente. A nosotros nos da este pasaje una lección de la vocación cristiana. dar testimonio de Cristo en el mundo a pesar de todos los males que nos puedan causar temor. Es peor negar a Dios que enfrentarse al mundo, y esto mismo dijo Jesús en otro pasaje del Evangelio cuando afirma "no teman, yo he vencido al mundo". Somos cristianos, llevamos su Nombre, por eso debemos dar testimonio de Él que es la Vida que no perderemos y de nuestro ser en comunión con Él.
Hay dos maneras de reaccionar frente a los conflictos civiles y climatológicos: el miedo nervioso e inoperante y la calma de la fe y esperanza propia del cristiano; al fin y al cabo no hay nada que pueda contradecir el plan de Dios. Para poder dar testimonio verdaderamente hay que vivir como Él, lo cual no es sencillo de hacer en la actualidad del tiempo, pero se hace necesario comunicar a todos el Evangelio con la vida inmersa en la Vida misma, de manera que los que no conocen a Cristo puedan tener al menos un haz de su luz por medio de nuestro testimonio. No nos abate el temor, ni el terror toca a nuestra puerta, porque conocemos de cielo y de infierno y sabemos que Dios nos ha salvado y sabemos que el mal no triunfa contra el bien en la eternidad. Bueno, ¿hacia donde nos dirigimos sino a la eternidad?.
La venida de Cristo como juez universal, como Rey del Universo (que ya es) será cuando tenga que ser. No buscamos los cristianos más que vivir con la lámpara encendida, vigilantes como el centinela, y así daremos gloria al Señor, con nuestras vidas y el testimonio cristiano, que no es el palabrerío ni las prácticas exteriores ni las falsas iglesias, sino que es ser el pueblo de Dios.
Antes de la parusía rezamos por todos, hoy más que nunca por el Papa, porque corren tiempos en que Roma ha sido amenazada por algunos inhumanos, y el Vicario de Cristo fue tratado con desprecio de un modo ofensivo e insultante. Pero no se olviden..."Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Por eso es necesario hacer examen de conciencia para estar limpios y vigilantes, esperando pacientes y activos la venida segunda del Señor, que quiere encontrar fe sobre la tierra.

martes, 24 de noviembre de 2015

Santos Andrés Dung-Lac presbítero y compañeros mártires

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                           Lc. 21, 5-9

Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. entonces Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?" Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo. 'Soy yo'  y también 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".

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El fin y la pregunta que se hacían los Apóstoles es la misma que hoy nos hacemos muchos, algunos con esperanza, otros con desesperanza.
el Templo no esperó milenios para ser destruido, eso es historia, pero nosotros vivimos, por cierto, tiempos de guerra y revoluciones en distintas partes del mundo. No cabe alarmarse después de leer el pasaje de hoy, porque todavía no está cerca el fin según nos enseña Cristo. Pero, ¿qué sentido tiene, para nosotros en nuestras vidas esto que hoy leemos?, quizá nuestros ojos se detengan en la belleza de cosas que son pasajeras: miramos las piedras, las joyas, algún bonito cuadro, una casa, un templo, un auto, ...etcétera. ¿Nos es necesario el lujo para vivir?, hay muchos que no pueden tener grandes cosas y sin embargo viven, hay otros que no pueden vivir porque no tienen ni si quiera lo necesario. Entonces, lo importante no es la belleza del templo material, sino la del templo espiritual. Porque si nos detenemos en los más exquisitos vitrales góticos, vamos a tener menos tesoros en el cielo que si escuchamos Misa completa y tratamos de crecer como cristianos comulgando y viviendo como Dios manda. Cristiano es ser discípulo, por lo tanto, en principio, debemos obedecer a nuestro Señor, para luego enterarnos que Él mismo nombró pastores para que el pueblo le obedezca mediante la obediencia a ellos. Pero claro que hoy parece que la obediencia traiciona nuestra individual y enarbolada libertad, ¡nada podría ser más falso y falaz!, no, la obediencia es, por ejemplo, lo que nos hace vivir y convivir, y también coexistir, como sociedad con una estructura determinada: las leyes son la estructura a la cual obedecemos y nos sometemos para poder vivir en la sociedad. No obstante las sociedades pasarán, lo mismo que los grandes y magníficos templos góticos, o neogóticos, o etc..., mucho más los palacios comunales, por más bonitos que fuesen, ¿no?.
Antes del fin van a haber gentes, y ya las hay, que se dirán Cristo, pero sin serlo. antes del fin hay habrá muchos, y ya los hay, que dirán "El tiempo está cerca", pero aún falta. No confiemos en las cosas que pretenden conocer más allá de lo que conoce la misma humanidad: ni los horóscopos, ni los adivinos, ni las cartas ni ningún ser puede decirnos que conoce algo más que lo que todos conocemos. Esto es seguir a Cristo, y no al diablo: no dejarse llevar por tonterías de este tipo que sencillamente no conducen más que a la confusión y ceguera (como si nos trataran de animales nos mienten) y no suman nada a nuestras vidas. El tiempo de vivir es este, y vivir no significa matar, por lo tanto hay que tener cuidado de nosotros mismos, y de nuestras ideas perversas que nos alejan de Dios. Hay que cuidar del otro, porque el prójimo lleva en sí algo de Dios, el espíritu suyo no es suyo, sino de la Santísima Trinidad, es decir, de Dios. Bueno, ¿vamos a esperar más tiempo?, ¿o nos vamos a decidir una vuelta de timón el día de hoy?. Abandonemos las cosas bellas pero carentes de sentido y de eternidad, pongamos los ojos en la humanidad y construyamos nuestra sociedad guardando de todos los hombres. Seamos humanos y no monstruos, dejémonos llevar por Cristo, que es Él mismo la verdad, y no consultemos los oráculos estúpidos que propone la confusión del error y el diablo. Hagamos de nuestras manos una herramienta constructiva, como dice la Liturgia de las Horas, y empecemos a edificar el mundo con valores, y no con cosas que no sirven. Todo parte de una sola familia, porque el germen de la sociedad está en la familia, allí donde se forman los futuros ciudadanos.

lunes, 23 de noviembre de 2015

lunes XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                          Lc. 21, 1-4

Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, en su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir".

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El sol de este nuevo día nos da la alegría de tener una oportunidad más para dar gracias a Dios por velar por su pueblo y socorrernos en tiempos difíciles. Argentina es un país bonito en su propia identidad, con gente solidaria y con espíritu social. No tenemos grandes cosas, como otras naciones, en cuestiones de economía, pero sabemos subsistir con lo poco que tenemos y que nos da esta hermosa tierra. Hoy hablo de argentina porque se siente en las venas la bendición de Dios sobre nosotros, los argentinos; tiempos de nuevo aire y de humanismo cristiano, tiempos, al fin, de retorno a la estabilidad.
La viuda se parece mucho a la Argentina, con sus dos monedas, con su humildad y su indigencia. Veo en cada indigente de mi pueblo un retrato del país en sí mismo, y veo un Jesús lleno de amor y misericordia cerca y observando a la gente depositar la limosna. Sí, ya se, todos construyen para la humanidad, todos quieren hacer crecer su propia nación y se solidarizan algunas veces con otros, todos quieren el bien común más básico y necesario, pero ¿quién construye de la mano de Dios?. No será mi país un orgullo para Cristo, pero ¿acaso no vino Cristo para los pecadores y los más pobres?,  ¿no tendremos que pensar mejor nuestra vocación civil a la construcción y constitución de la sociedad antes que vagar por las quejas y enojos que son baluarte ejemplar y retórico de la charlatanería de café de la comodidad burguesa?, porque, si bien es cierto que nos aquejan las penas y penurias que vivimos en carne propia, también es cierto que los gobernantes no salen del extranjero, sino de nuestra misma sociedad. Muchas veces nuestras costumbres (me estoy refiriendo a nuestros vicios nacionales) nos han puesto en jaque ante la sorpresa de ver que también a nosotros nos puede pasar..., entonces recordé "no hagas lo que no te gusta que te hagan". El tiempo de queja pasó. No se quejó ante nadie, ni ante Cristo, la viuda que dejó sus dos pobres y pequeñas monedas de cobre, ella tenía fe, y esperanza, y amor, pero sobre todo... el amor, como bien dice San Pablo.
Hoy Cristo nos enseña a donarnos íntegros. Somos los cristianos hijos de Dios, y debemos hacer y enseñar lo que Cristo hizo y enseñó. Donarnos íntegros implica no sólo una sonrisa y un ademán de cortesía, no sólo una palabra bonita y un "de memoria" algún pasaje de la Biblia. Donarse es amar de verdad al otro, sea este otro hermano en Cristo o no, y si es hermano en Cristo... "ved que paz y qué alegría convivir los hermanos unidos"...
No se construye una sociedad con reyertas sin sentido, ni con los brazos cruzados y la observación cómoda añadida a las palabras más pesimistas. Una sociedad la construye la sociedad misma, y sus bases deben construirse con la ética y la moral, no con otra cosa. Un día entonces podremos decirnos orgullosos ante Dios de haber dado nuestras dos monedas de cobre, porque dimos todo de nosotros, hemos dado la vida para nuestra pobreza, para colaborar a que los más indefensos tengan un techo, un hogar, una patria y una razón de amar. Dios mediante, veremos nuestros frutos como expresa nuestro querido salmo "el sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas".

domingo, 22 de noviembre de 2015

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo


+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan
                                                                   Jn. 18, 33b-37

Pilato llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres Tú el rey de los judíos?" Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?" Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Entonces Tú eres rey?" Jesús respondió: "Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad escucha mi voz".

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El once de diciembre de mil novecientos veinticinco el Papa Pío XI promulga la Solemnidad de Cristo Rey en su encíclica Quas primas. En ese momento se celebraba el año jubilar por el XVI centenario del I Concilio de Nicea, concilio que sentó el dogma de la consubstancialidad del Hijo y el Padre y que añadió al símbolo niceno-constantinopolitano (en esos días estaba en formación) la oración "cuius regni non erit finis". Al principio la Solemnidad se celebró el 31 de diciembre de 1925, según consta en la encíclica Quas primas, pero se mandó que se celebre el último domingo de octubre, anterior a la Solemnidad de Todos los santos. Desde 1970 se celebró el último domingo del año; desde el Concilio Vaticano II esta celebración cierra el año litúrgico.
Pío XI dice en su encíclica (la cual recuerda dos veces el pasaje que hoy nos propone la liturgia), que existen calamidades que abruman y afligen al género humano, y en todo el texto pone de manifiesto que es precisamente por no someterse los pueblos y el hombre a la majestad de Cristo que nos vienen los males que atacan incluso a la autoridad como ente. La institución de la Solemnidad, se desprende de la encíclica, es consecuencia de atender la cuestión del laicismo progresivo del mundo. Entonces la fiesta ha de ser un recordatorio para el cristiano: saber que es Cristo quien tiene en sus manos la historia de los pueblos, y que dependemos de Él y todo pertenece a Él, que es Rey. Pío XI recuerda también un aspecto a tener en cuenta sobre la realeza de Cristo, y esto es que Él es Rey en cuanto humano, ya que siendo Dios tiene la misma potestad que el Padre. Lo expresa así (traducción oficial): "en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino (Dan 7, 13-14)" y el texto que dice "Cristo no sólo debe ser adorado en cuanto Dios por los ángeles y por los hombres, sino que, además, los unos y los otros están sujetos a su imperio y le deben obedecer también en cuanto hombre; de manera que por el solo hecho de la unión hipostática, Cristo tiene potestad sobre todas las criaturas" y que previamente cita a San Cirilo de Alejandría.
En el Evangelio de hoy Cristo dice "Mi realeza no es de este mundo" y en efecto el mundo (que es la humanidad y con mayor extensión el planeta tierra) no es nada en comparación con el Reino de Dios, que es mucho más abarcador que cualquier simple e insignificante comunidad humana: el Reino se extiende hasta poseer el alma y el espíritu humano, las cosas creadas, el universo, en una palabra, la existencia. Cristo no niega su condición regia, pero se sabe por las Escrituras que huyó de los que querían proclamarlo rey, y esto porque la realeza de este mundo sólo es una forma de gobierno humana, no divina, y no tiene el alcance que tiene el Reino de Dios.
En el mismo acto, cuando Pilato le pregunta si Él es rey, Cristo dice "Yo soy rey" y manifiesta que vino al mundo para dar testimonio de la verdad. ¿Qué es Cristo sino la Verdad en persona?, Él es la Verdad y la Vida. No puede mentir, porque se negaría a sí mismo, de manera que no pudo decirle a Pilato otra cosa que la verdad: Él es Rey, pero no como el césar, o como el pésimo rey Herodes que quiso matarlo cuando decreto el exterminio de los Santos inocentes. No, Él es Rey de reyes, es el único que tiene potestad en el cielo y el la tierra, en el universo y en la existencia por encima de todas las cosas, siendo Señor con a condición de hombre y de Dios.
Cristo es Rey y nosotros sus súbditos, pero qué hermoso es ser súbdito de tal rey. Es como ser parte de una familia real que no tiene maldad sino benignidad, que no tiene tinieblas sino luz, que no posee guerras en su corazón, sino la Paz de Cristo. Somos, por Cristo, coherederos del Padre, y también como cristianos tenemos condición regia. La humanidad entera está puesta bajo sus pies, y por lo tanto la Iglesia no es sólo para los cristianos, sino para toda criatura, humana o no humana, para salvación de los justos o perdición de los impíos.
Hoy personalmente celebro mi aniversario de bautismo, confirmación y primera comunión en la Basílica de San Pedro y Santa Cecilia, catedral de Mar del Plata. doy gracias al Rey por haberme llamado de muy niño a su Iglesia. También vivimos los argentinos hoy elección presidencial; pido a Cristo que tome en sus manos la república y nos gobierne Él enviándonos tiempos de paz y justicia, tiempos de compromiso y destierro de la corrupción. Que señale a quien debe gobernar y que le de el don de sabiduría como un día lo pidió un rey hebreo, hoy el pueblo argentino clama al cielo por un líder sabio que sepa escuchar a la ciudadanía soberana y respetar al Gran Rey.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Presentación de la Santísima Virgen María


+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                       Mt. 12, 46-50

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

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La memoria de hoy está dedicada a la presentación en el Templo de la Santísima Virgen, la cual ocurrió según algunas fuentes a los tres años de edad de María. Esta memoria está dedicada a la donación que de sí misma hizo la Virgen a Dios, desde que nació pero fundamentalmente desde su "fiat", por el cual tenemos a Cristo. Es providente que este año festejemos la memoria de la dedicación de la Virgen el mismo día que se celebra la solemnidad de Cristo Rey en primeras vísperas. Recordatorio para el cristiano: el precepto de asistir a Misa todos los domingos...
Le historia de esta memoria se remonta al siglo VI, comenzó como memoria de la dedicación de un templo: la iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén, el año 543. El año 1372 (época del pontificado de Aviñón) canciller de la corte del rey de Chipre viajó a Aviñón como embajador ante Gregorio XI, contándole de la festividad  que hoy celebramos. El Papa la introdujo en Aviñón, y más tarde fue Sixto V quien la hizo extensiva para toda la Iglesia.
Jesús, nos dice el Evangelio, fue interrumpido porque "su madre y sus hermanos" querían hablarle. Su madre es la Virgen María, y sus hermanos no son sus hermanos de sangre, ya que la Virgen sólo tuvo un hijo y no por haber tenido relaciones con hombre alguno. En este punto es importante tener en cuenta la Tradición (y con esto queda por tierra la desacertada "sola scriptura"), ya que los judíos de aquellos tiempos llamaban hermanos no sólo a los propiamente hermanos, sino también a los primos y parientes de cierto orden. Los "hermanos" de los que habla este pasaje son: Santiago el menor, Simón (no Pedro, sino el otro. Recuérdese que Pedro es hijo de Jonás), Judas Tadeo y José el justo, que son hijos de Cleofás o Alfeo. Ante el acontecimiento Jesús enseña que el que escucha la Palabra de Dios y se hace discípulo de Cristo es hermano, hermana, madre. Este pasaje parece contrastar con aquel que relata a Jesús en el Templo en medio de los doctores de la ley, cuando al ser hallado por la Virgen y José responde que debía ocuparse de las cosas de su Padre. Cuanto nos da referencia a lo que sucede muchas veces en casas cristianas, y también no cristianas, donde el joven varón con vocación al sacerdocio ministerial se ocupa de asuntos de la fe, como rezar la Liturgia de las Horas, o más aún ir a Misa (a veces es una necesidad que nace de adentro); todo esto cuestionado por los padres y hasta los hermanos de sangre...; qué bien sería escuchar a Cristo y entender a estos chicos que son llamados a servir a Dios y a los hombres como presbíteros, ¿no?...
Retomemos el Evangelio para decir junto con San Agustín: " ¿Por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, ella, que dio fe al mensaje divino, que concibió por su fe, que fue elegida para que de ella naciera entre los hombres el que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en ella?"...La virgen esperó afuera, pacientemente, virtud que la caracterizaba, y Cristo aprovechó la distracción del mensajero y la interrupción de su discurso para enseñar. De esta manera el Señor hace hermanos suyos a los que cumplen la Voluntad del Padre, y somos los cristianos los primeros en deber hacerlo.
Te pedimos, Virgen Santa, que bendigas nuestras casas y familias, y nuestra condición de hijos tuyos y hermanos de Cristo, para que podamos vivir concordes con el nombre de "cristianos"; que hagamos el bien por el camino ayudados de tu corazón de Madre; que nos regales un día triunfal de paz y buenas obras y nos acompañes en nuestras vidas. Te pido que protejas con tu fuerza al Papa Francisco y que se apaguen las guerras y se disuelva el odio y sus agentes humanos o no humanos. Ave María, Bendita del Rey, tres rosas en tu nombre y un rosario de oraciones para mi Madre amada.

viernes, 20 de noviembre de 2015

viernes XXXIII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 19, 45-48

Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: 'Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones'". Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

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Así como no debe haber negocio en el templo construido de mampostería, mucho más debe ser cuidado el templo de nuestro espíritu, donde mora Cristo. Nadie se salva de profanar el templo coronando al ídolo dinero, ni los cardenales en el Vaticano ni los gobernantes de las naciones. Hoy debemos reflexionar sobre qué es más importante en nuestros corazones, ya que allí donde este nuestro corazón estará nuestro tesoro. Ciertamente si nuestra vida se construye en torno al dinero, como endiosándolo, entonces no tendremos Vida. Pero no solo se debe hacer examen de conciencia sobre esto, sino también sobre cómo tratamos las cosas de Dios, el templo, por ejemplo. Aquello que fue consagrado no debe ser objeto de negocio. vender en el templo o venderse a la vanidad y el vacío es profanar el templo de Dios. El Evangelio de hoy nos llama a tratar las cosas de Dios con la dignidad que merecen. No olvidemos que el espíritu es de Dios, como así también nuestro ser.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Santa Isabel de Hungría

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 19, 41-44

Cuando Jesús estuvo cerca de Jesrusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercaran con empalizadas, ye sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".

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Celebramos en Argentina la memoria de Santa Isabel de Hungría, trasladada por la memoria de los beatos mártires rioplatenses del 17 al 19 de noviembre. Esta Santa fue princesa húngara coetánea de San Francisco de Asís y esposa de un noble también católico. Se dedicó a las obras de caridad, fundando hospitales y atendiendo ella misma a los enfermos más complicados. En Magdeburgo fundó un hospital en honor de San Francisco de Asís; donó todos sus bienes a los pobres y vivió una vida humilde y de servicio.
El Evangelio muestra a un Jesús triste por Jerusalén, por la poca fe que tenían, por no haber entendido el mensaje de paz. En las lágrimas de Cristo están las lágrimas de todos los santos, que lloraron por la humanidad como lo hicieron Santa Isabel de Hungría y tantos otros. En las sociedades de todos los tiempos siempre hubo santos, y siempre los habrá, que como Cristo lleven las lágrimas delante de Dios para que la humanidad se convierta y crea en el Evangelio; para que abandonen el corazón de piedra y entiendan el dolor y la necesidad del prójimo. Los males nos vienen por no entender el mensaje de paz del que habla Cristo. No sabemos coexistir en la paz del Señor, sino en la nuestra, que muchas veces se disfraza de paz y es en realidad el negocio de unos pocos.
Recemos por los gobernantes y por las naciones, por los humanos, para que entiendan su humanidad en la vida que tuvo Jesús en la tierra. Que Santa Isabel bendiga a los enfermos y los ayude desde el cielo en su consuelo hoy.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

miércoles XXXIII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 19, 11-28

Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a venir de un momento a otro. Les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar enseguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'háganlas producir hasta que yo vuelva'. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir 'No queremos que éste sea nuestro rey'.
Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'. 'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'. Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'. A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'. Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'. Él le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'. Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'. 'Pero, Señor, le respondieron, ya tiene mil' Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".
Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

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Cristo parece enseñar como es el Reino de los cielos, al ver que estaban cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a venir de un momento a otro. La parábola es parecida a la del Evangelio de Mateo, solo que Lucas añade el episodio del Rey que sale lejos para ser coronado, al parecer en alusión a un hecho histórico de aquel tiempo. Esta parábola nos llama a reflexionar sobre nuestra condición de Cristianos, al que tiene fe se le dará la Vida y el que no tiene fe no podrá entrar en la Casa del Padre. Los enemigos que no quieren al rey pueden compararse con los judíos que perseguían a Jesús o con los ángeles caídos quizá...
A nosotros nos enseña a perseverar en la fe y en la vida cristiana, dando fruto, es decir, siendo ejemplo para muchos otros, así las "monedas", que vienen a ser las personas, pueden ser más y más en número de conversos por el ejemplo de una vida evangélica.

martes, 17 de noviembre de 2015

Santos Roque González, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo; presbíteros mártires rioplatenses

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                        Lc. 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. al llegar a ese lugar Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

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Hoy celebramos la memoria de los beatos mártires rioplatenses: San Roque González y beatos Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, mártires beatificados el año 1934 en el Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires. San Roque nació el año 1576 (no se sabe la fecha) en Asunción del Paraguay y fue hijo de españoles de la nobleza. Consagrado sacerdote en su ciudad a los 22 años de edad, pasados los años llegó a ser párroco de la iglesia catedral y mas tarde vicario general de la diócesis. el 9 de mayo de 1609 ingresó a la compañía de Jesús (su primer contacto con los Jesuitas fue a los doce años cuando llegaron los primeros misioneros a su ciudad). Evangelizó a los indios y su tarea apostólica misionera fue incansable hasta su martirio, el cual aconteció en labor de misión. Fue fundador de misiones, reducciones y ciudades, entre las que se cuenta la ciudad de Posadas en la actual provincia de Misiones, Argentina ( llamada así por las misiones jesuíticas que allí se instalaron), además de la ciudad cuna del Libertador José de San Martín, padre de la patria Argentina, la ciudad Yapeyú, que antes se llamó "Nuestra Señora de los santos reyes magos de Yapeyú" en la provincia argentina de Corrientes.
Alonso y Juan fueron dos presbíteros españoles jóvenes ordenados en Córdoba española y asignados para ayudar al santo recientemente en esa época.
La tarea evangelizadora de estos tres hombres fueron mal vistas por algunos indios y entre ellos un tal Ñezú, hechicero indígena del Brasil, los mandó a matar en plena selva en la recién fundada reducción de "Todos los Santos" de Caaró (su de Brasil). Fue el 17 de noviembre de 1628 que estos santos varones ganaron el cielo sufriendo el martirio.
El Evangelio de hoy cuenta cómo Zaqueo deseaba ver a Cristo, conocerlo; los beatos mártires rioplatenses lo conocieron y ya están con Él en la eternidad. San Roque, de noble estirpe, no tuvo en cuenta su condición de hijo de nobles, y prefirió dar de su riqueza a los pobres, puntualmente a los aborígenes sudamericanos, y les dio la mayor riqueza que se pueda donar a otro hombre: el Evangelio. "Zaqueo, baja pronto...", Cristo conoce a todos por nombre, ya que es Dios, lo nombró y le ordenó que baje para ir a su casa, sí, y era publicano. Los publicanos eran en la época de Jesús los cobradores de impuestos, mal vistos por los judíos, pecadores por ende. Cuando Cristo oye que murmuran preguntándose, escandalizados, cómo Cristo iba a comer a casa de un pecador, jesús nos enseña para siempre "el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Así como San Roque González misionó para llevar a todos a Cristo, nosotros tomemos el ejemplo de comunicar la Vida a los que no la conocen, y de ser posible insistir sin cansancio hasta lograr la conversión, no con la espada, sino con la oración, como lo hacen los santos, como lo hace el buen cristiano, como debe hacerse según Dios.
Este Evangelio nos enseña que, así como al ciego del camino, Cristo no rehuye a atender las necesidades de los ricos. No hay distinción de personas en el plan de Dios. Todos somos pobres y necesitados de la Misericordia del Señor. Zaqueo distribuía la mitad de sus bienes, y a los que perjudicaba el impuesto les daba cuatro veces más el valor del impuesto (y no cuatro veces la mitad de sus bienes como se mal entiende muchas veces). Los justos son los amigos de Dios, pero los que se convierten también merecen, por justicia divina, la parte en el el corazón de Cristo. En la Liturgia de las Horas (si no conoces sobre esto te invito a rezarla), hoy la primera lectura del oficio de lectura habla de Dios en al voz del profeta Ezequiel, exhortando a la conversión. Dice, entre otras cosas, que Dios no se complace en la muerte de nadie, repite dos veces el concepto y dice que "cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida". Así, no se determina que los que son pecadores mueran o queden excluidos de Dios, al contrario, Dios busca la conversión, y la prueba máxima es Cristo mismo, que bajó a redimir la humanidad.
Cristo comenzó la predicación del Evangelio, y su misión es única, Él es el Mesías. Instituyó doce Apóstoles y eligió a los más humildes. Cristo no confunde humildad y pobreza, Él es Misericordia, es Dios, es Amor. Por amor a Dios debemos ser evangelizadores, compartir el pan que nos han donado, asistir a los que lo necesiten. Los mártires todos conocieron estas cosas, dieron de si todo hasta el fin. Por respeto a la memoria de los Santos Mártires todos debemos reflexionar en nuestra tarea cotidiana y en las acciones que obramos, porque somos cristianos. Así como los beatos mártires rioplatenses misionaron incansablemente y convirtieron a muchos nosotros debemos vivir sin cansarnos al amparo de Dios y al servicio de Cristo en nuestras posibilidades, como fieles hijos del Creador, que nos llama a sí y a anunciar la Palabra a todos los hombres. No hagamos distinción de personas, Cristo no te rechaza por ser pecador, y Él es Dios. Nosotros, ¿somos más que Dios?.

lunes, 16 de noviembre de 2015

lunes XXXIII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 18, 35-43

Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. el ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por tí?" "Señor, que yo vea otra vez". Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado". En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

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La sola Voluntad del Señor repara cualquier daño, pero Dios ha querido nuestra fe, por eso debemos crecer en la fe, para que la ceguera no nos haga daño. Hoy se viven tiempos difíciles en Siria, y ya hace unos años que ese territorio entró en guerra civil por la obstinación de un gobernante que no quiere ceder el poder. En tiempos como estos la desesperación, y no la esperanza, es la moneda corriente entre ciudadanos de cualquier condición en zonas afectadas como Francia, con el último ataque terrorista. ¿Y qué tiene que ver Dios con todo esto?. Mucho.
La falta de respeto y sobre todo la falta de respeto por los credos de los hombres es algo que ha tornado siempre en guerra o en rupturas notorias. No es negar la verdad respetar al otro en su conciencia y creencia por más errado que el otro esté. Se hace hasta donde Dios permite, y Dios no quiso someter a nadie a creerle, ya que Cristo tuvo a los sumos sacerdotes en su contra como relatan los Evangelios. En medio de  esta tormenta de escalada bélica, donde la verdad se oculta tras las armas de militares de todos los bandos, es necesario volver a la prudencia y retornar a los valores humanos más relevantes: la libertad, la igualdad, la fraternidad, el respeto, la paz. No creo que ningún manifiesto violento sea bueno para la humanidad, y en general, o por lo general, los que atacan a otros insultando de cualquier manera un aspecto que los identifique, ese atacante no es más que un soberbio hijo de la perdición, ya que ofende con animosidad lo que no entiende, y por esto la sabiduría escapa de sí mismo. No es justificable ni el abuso del poder con y por la fuerza, ni las armas ni la guerra, ni las caricaturas ofensivas de cualquier parte del globo. No es inteligente ni libre el que se vale de un lápiz o una pluma para hacer lo que con un arma podría hacer si fuera capaz de usar un arma. La intolerancia religiosa no es buena nunca ni en ningún caso. No es justa la guerra, nunca, por más detalle milimétrico que tenga un misil.
Hoy el ciego de Jericó nos adoctrina como humanos: su vida transcurre a orilla del camino, sin poder ver la luz del sol ni vivir de su trabajo cotidiano. Nosotros que sí podemos ver y leer, no esperemos que se apaguen nuestros ojos sin retorno para entender qué es verdaderamente vivir en libertad y expresarse en libertad. El ciego tuvo fe, y aún la tiene seguramente. El ciego no le pidió a Cristo 9 ciclos de oro, una limosna que un rey podría dar, sino que le pidió ver, creyó en el Mesías, depositó su vida en las manos de Cristo. Nosotros ¿depositamos nuestra fe y vida y obras y todo en las manos de Cristo?. No, no lo hacemos. Si lo hiciéramos no dudaríamos. Entonces pidamos la fe, no que nos aumenten la fe, ya que basta un grano de mostaza, sólo pidamos la fe que nos guíe como cuando fuimos bautizados.
Dice el Evangelio que el ciego siguió a Cristo, y que la gente glorificaba a Dios al ver estas cosas. como el ciego nosotros debemos tener fe para que Dios nos sane, pero la fe también es obra, y por lo tanto no podemos vivir como necios, si nos decimos cristianos debemos serlo. Sólo el vivir la vida santa nos llevará a la robusta condición de guerreros para que muchos otros se salven por el ejemplo y por la voz del Evangelio en nuestra existencia. Ser cristianos no es condenar al otro, ya que Cristo no vino a condenar. Ser cristiano implica ser libre, no tirano ni juez. Ser cristiano es ser como otro Cristo, no como otro demonio. No nos confundamos, que no nos confunda la turba peligrosa de los que esgrimen palabras bellas y dibujan bonitos ornamentos, no es bueno ni el fusil ni el lápiz en determinado contexto. Por eso recemos, por la fe y por la ceguera de los pueblos, para que dios hoy se digne devolver la vista a los honestos y cegar para siempre el ojo del mal.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Domingo XXXIII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos
                                                                         Mc. 13, 24-32

Jesús dijo a sus discípulos: En aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar; las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y Él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.

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Los Apóstoles se hacían preguntas sobre el fin de los tiempos que Jesús les enseñaba: ¿dónde?, ¿cuándo?..., este pasaje del Evangelio de Marcos muestra a un Jesús compasivo con la humanidad, ya que enseña lo que sucederá antes que Él vuelva en su gloria. Hace una comparación con la higuera, señalando que es por su aspecto que se conoce la venida del verano; está diciéndoles cómo van a ser los últimos tiempos, pero repite ¡estén prevenidos!. Los últimos tres versículos de este pasaje son de difícil entendimiento, pero eso no significa que no debamos tener en cuenta el fondo del asunto: lo importante es vivir en continua vigilancia para que no nos tome por sorpresa ese día final.
Nos es necesario como cristianos entender este pasaje para los tiempos que vivimos: muchos hermanos son perseguidos en tierras de Asia y África; hay guerras y masacres, y también hay desastres climáticos. No podemos decir ¡es el fin!, ya que nadie conoce el día final, pero por los signos podemos entender que este tiempo tiene algo, en parte, de lo que dijo Cristo. No debe importarnos tanto lo que pase fuera de nosotros, sino lo que esté pasando en nosotros: la conversión es lo que nos llevará a Dios desde este mismo instante, y el que el Evangelio viva no deberá temer ningún día, ya que se hace amigo de Dios. Es tiempo de oración, y siempre lo es, ya que la fe nos procura la salvación, pero no sin las obras, como dice el Evangelio. El que está lleno de Dios construye sus días en las manos de Dios, crece en virtud y santidad y procura siempre el bien. Por eso, que no nos turbe tanto la idea de un juicio final, y prestemos atención al juicio de la conciencia, porque en ella encontraremos un índice de nuestro estado.
Nadie sabe el día ni la hora. el último versículo de este pasaje es de difícil entendimiento, ya que Cristo afirma que nadie conoce el día final, "ni el Hijo". Sería mucho mejor que las Escrituras en koiné dijeran "Hijo de hombre" en vez de sólo "Hijo", pero al menos en los códices Vaticano B y Sinaítico la voz usada es "Hijo". Esto porque si dijera "Hijo de hombre" quizá podríamos hipotetizar que Jesús quiso expresar que no le correspondía como Verbo encarnado, en su labor mesiánica dar a conocer el tiempo que el Padre determinó para la Parusía. Pero en tanto que es Dios, Cristo debe conocer lo que conoce el Padre. Todo esto es hipotético, ya que la dicción "Hijo" (υἱός) no permite pensar con firmeza en esta hipótesis.

sábado, 14 de noviembre de 2015

sábado XXXII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                           Lc. 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un uez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él diciéndole 'te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?"

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La Palabra hoy enseña que Dios es fiel a su promesa y está siempre en el camino del justo. Muchas veces nos preguntamos ¿por qué nos olvida Dios?, y pensamos que nos ha abandonado, cuando en realidad el Sabio interviene siempre en la vida de sus hijos. Cristo mismo es muy claro cuando afirma que Dios le hará justicia a sus elegidos que claman día y noche aunque los haga esperar. Y sobre esto hoy la Iglesia rezó en el oficio de lectura un antiguo texto que dice "Ningún justo consigue en seguida la paga de sus esfuerzos, sino que tiene que esperarla pacientemente. Si Dios premiase en seguida a los justos, la piedad se convertiría en un negocio; daríamos la impresión de que queremos ser justos por amor al lucro y no por amor a la piedad. Por esto los juicios divinos a veces nos hacen dudar y entorpecen nuestro espíritu, porque no vemos aún las cosas con claridad". Creo que no es necesario agregar más, pero sí diremos que el hombre no es fiel como Dios, ni cumple siempre su palabra; Cristo nos dice a todos: "cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?". No nos desanimemos en esta vida, antes crezcamos en el conocimiento de Dios, leamos la Biblia, vayamos a Misa, escuchemos a los sacerdotes, seamos verdaderamente cristianos, esos mismos cristianos que exigimos que sean otros son los que debemos ser primero. Después "vengan y litigaremos".

viernes, 13 de noviembre de 2015

viernes XXXII del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 17, 26-37

Jesús dijo a sus discípulos: "En los días del Hijo del hombre sucederá como en los tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la pederá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos que estén en el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada". Entonces le preguntaron: "¿Dónde sucederá esto, Señor?" Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".

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La fe dispone el corazón del hombre, su espíritu, a atender la voz de Dios: todo cristiano la oye, pero no todos la escuchan. Mientras estamos en esta vida con un cuerpo corruptible (todos morimos y vamos a la tumba), no debemos dejar de combatir las batallas de la vida; esto es la lucha continua que todo humano tiene consigo mismo ante todo y con el mundo para lograr ser lo que Dios nos pide que seamos: hijos suyos. Sabemos la guerra ganada porque Cristo vence, pero esta guerra ganada no implica una batalla ganada: las guerras pueden dejar pérdidas que no agradan a Dios (ni a ningún buen hombre, seguro). Luchar las batallas es evitar que los que están en tinieblas mueran ahogados en las sombras del mal, y sobre esto se puede recordar lo que pedía la Virgen en Fátima: mostrándoles el infierno a los pastorcitos les decía que muchos van al infierno porque no hay nadie que rece por ellos (el rosario es una fuerte arma contra el mal). Pidamos la fe, y seamos ardientes en la oración, lo cual implica constancia decisión y empeño; rezar es importante, el núcleo de la vida cristiana es la oración, pero no sólo debemos rezar, sino también exhortar y hacer el bien al otro. Muchas veces hacer el bien implica dar también el manto, o poner la otra mejilla, y eso nos configura cristianos.
Cristo habla de dos faces cuando vuelva, está señalando una dicotomía en la parusía: los que se salvan y los que se pierden. Pero al respecto es importantísimo, yo diría capital, recordar de otro pasaje de las Escrituras las palabras del Señor "Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él" (Jn. 3, 17) (se puede leer también Ez. 18, 23 y Ez. 33, 11), esto es la primera venida de Cristo, la que conocemos, por lo que es importante entender que estamos en tiempo de conversión para que cuando vuelva Cristo estemos preparados para unirnos al Reino eterno. Esto indica que no es Dios el autor de la destrucción del hombre, sino el propio ser humano: si hay una advertencia para evitar la muerte esto debe ser entendido como un acto de amor, de misericordia, ¡y no como una amenaza!, ya que la amenaza para el humano está en su tendencia al mal y en su conciencia oscura, la amenaza del humano es el diablo y su diálogo con él aunque fuera simbólicamente y asintiendo las sugerencias de satanás. Cristo enseña a sus Apóstoles lo que ocurrirá cuando Él regrese para el día del juicio final, día en que serán, ahora si, juzgadas las naciones.
Este pasaje del Evangelio es la continuación del pasaje de ayer, cuando los fariseos le preguntan a Jesús cuándo vendrá el Reino de los Cielos; pregunta que es respondida clara y concisamente, pero que Cristo prefiere ampliar para los que lo siguen y lo aman. De hecho, parece como un perfume de cielo el hecho que hable primero con los primeros (los judíos) y después con los últimos (los cristianos) de manera que a los primeros les habla de la primera venida del Mesías, la misma que ellos esperaban y en la cual están aunque no le crean a Jesús; a los segundos les habla ya de la segunda venida, que es la que el cristiano ansía, porque ha creído en Cristo y ahora busca con sus ojos el Reino eterno, con lágrimas de nostalgia que cargaron los Apóstoles cuando veían elevarse a Cristo que volvía a su Padre.
"En ese día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas" indica que no tendrá sentido aferrarse a las cosas materiales, ya que la eternidad será latente y la promesa final cumplida: ¿qué puede tener esta casa que pueda siquiera compararse a la Casa celestial?. sobre la mujer de Lot que fue convertida en estatua de sal es interesante la nota que hace Johann Straubinger sobre este mismo pasaje en su Biblia comentada. "El que trate de salvar su vida, la pederá; y el que la pierda, la conservará" dice Jesús y esto significa que el que busque aferrarse a esta vida pasajera y terrenal perderá la vida, ya que este tiempo terrenal termina y luego viene la vida eterna, que no desea el que se aferra a la vida terrenal; el que pierda la vida terrenal sin aferrarse a ella tendrá por la promesa y su vida de gracia una vida nueva, la vida eterna, que es a donde serán conducidos los hijos de Dios. Ante estas cosas, que suenan terribles a simple lectura, los Apóstoles, que no leyeron sino que escucharon la voz de Cristo, se hicieron y le hicieron esta pregunta al Señor: ¿Dónde sucederá esto, Señor?. Pero ese "¿dónde?" no es una pregunta correcta, ya que la segunda venida será universal, y no habrá porción de tierra o mar que escape al suceso. Por lo que Cristo responde, concluyendo este pasaje, "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres", como diciendo que no importa dónde, ya que en la Parusía vendrá la ruina para los que hallan preferido la muerte, así como los buitres huelen los cadáveres así también el mal conoce a los suyos, y no pueden los muertos ir al lugar donde están los vivos. (hay una nota exegética de Straubinger que conviene tener en cuenta. en este artículo no se sigue esa interpretación).
este Evangelio nos llama hoy la atención hacia nuestra vida cristiana, a los que vamos todos los domingos a Misa y a los que no participan de la Iglesia. Es sabido que el que no comulga no tiene vida (Jn. 6, 53-54), pero el que comulga y no se convierte se está aferrando a sus sombras, no a la luz. Por lo tanto tengamos presente que el tiempo pasa y termina, que no somos eternos, que debemos ser hijos de dios en serio si queremos volver a ver a nuestros seres queridos y vivir junto a Dios para siempre. No es difícil como suponemos, en cada uno de nosotros hay una llama de Dios, pero podemos apagarla con nuestras vidas o encenderla con la Vida hasta hacerla un cirio de Cristo. Llevemos la esperanza de vivir eternamente en la paz del Señor, y que nunca caigamos en las seducciones del mal, y si caemos, que nos levantemos, le pedimos a Dios, a sus santos y a sus ángeles y sobre todo a la Virgen María, que en Fátima pidió que recemos el rosario.

jueves, 12 de noviembre de 2015

San Josafat obispo y mártir

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 17, 20-25

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'está aquí' o 'está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán 'está aquí' o 'está allí', pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación".

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San Josafat nació el año 1580 en la actual Ucrania. Su familia era ortodoxa (iglesia oriental que se separó de la Iglesia romana el año 1054), pero él se convirtió al catolicismo. trabajo tenazmente analizando los libros litúrgicos para componer la unidad de la Iglesia, es decir para volver a unificar las iglesias orientales con la Santa Iglesia Romana. Estudió a los Padres de la Iglesia y consideró mantener el rito eslavo oriental en su tierra bajo la forma monástica de San Basilio (uno de los tres padres capadocios). Tuvo importantes éxitos en su tarea apostólica y fue odiado por algunos ortodoxos, lo cual le valió el martirio el día 12 de noviembre de 1623.
El evangelio de hoy relata un episodio de tantos que Jesús vivió con los fariseos (tan incrédulos y astutos), ellos le preguntaron sobre el tiempo en que vendría el Reino de los cielos, quizá para incomodar al Señor con una pregunta de difícil respuesta, ya que ellos no creían que Cristo es Dios y mucho menos el Mesías (los judíos de esa época pensaban que el Mesías debía ser un hombre enviado por Dios, así como un rey o un militar, de naturaleza exclusivamente humana). La respuesta es clara: el Reino de los cielos está entre nosotros, ya llegó, y esto lo evidencia el hecho de que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros: es Dios mismo, el Hijo, quien vino para salvarnos y padeció los tormentos de la Cruz con carne humana y con naturaleza humana y divina. Este Reino de los cielos es una armoniosa unidad de los hijos de Dios en Cristo Jesús, es lo que no entendieron los judíos de la época de Jesús, aunque el propio Antiguo Testamento señala no pocas veces que no sólo los judíos forman parte de la historia de la salvación. San Josafat luchó por la unidad de la Iglesia con empeño y varonil coraje, y sufrió el martirio pero sembró la semilla. Cristo vino a anunciar el Evangelio, y fue triturado siendo Él la inocencia misma. Hoy, la historia del santo y la voz del Evangelio nos llama a nosotros, los cristianos, a comprometernos con la unidad de la Iglesia, y a llevar esa unidad en el corazón para vivirla cotidianamente. De este modo, no sólo haremos un bien al prójimo evitando toda animosidad, sino que también procuraremos el bien de la comunidad e incluso de la sociedad promoviendo la coexistencia en el respeto mutuo aún cuando afuera o en las noticias parezca que todo es pelea y división. La paz se construye en cada hogar, y debemos enseñar a los que vienen a no errar en la discordia y el desamor, debemos construir un presente sólido para un futuro naciente, y para ello muchas veces debemos reconciliarnos con aquellos que parecen "enemigos" pero que quizá sólo piensen diferente aún si están errados. Al fin de cuentas, Cristo vino para los pecadores, y no para los que están sanos; no usó de la fuerza, aunque Él es Dios, imitemos su ejemplo y demos gracias a Dios por la unidad de la Iglesia y los frutos de mutuo diálogo que en la actualidad, a cuatro siglos del martirio de San josafat, estamos viviendo con la comunidad ortodoxa para bien de la hermandad que bien vivieron los Apóstoles.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

San Martín de Tours

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                      Mt. 25, 31-46

Jesús dijo a sus discípulos: cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las oveas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver".
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?" y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron".
Éstos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?" y Él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo". Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.

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Hoy se  celebra la memoria de San Martín de Tours, Obispo, un santo del siglo IV. Nació en la actual Hungría alrededor del año 316 y falleció en Candes, Touraine cerca del año 397. Su padre fue tribuno militar y un día cuando debía viajar por motivos de su trabajo, lo acompañó nuestro Martín, que era un jovencito de menos de 15 años en ese entonces. Cuando es adolescente, Martín se enrola en la armada romana según las leyes de ese tiempo. Un día fue enviado con su regimiento a Amiens, en la antigua Galia (actual zona francesa) y es allí donde se conoce una leyenda del santo que ha quedado en la piedad del pueblo de Dios: cuenta esta leyenda que un día frío de invierno se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba sin ropa, esto conmovió al santo y decididamente desenvainó las espada y corto por la mitad su capa para darle una mitad al pobre hombre para que se cubra. Esa misma noche vio en sueños a Cristo que le decía "Martín, hoy me cubriste con tu capa". Y dicen algunos que es así que se origina lo que actualmente se conoce entre nosotros como "capilla": la mitad de la capa de Martín fue colocada en urna y puesta en un santuario construido para esa reliquia, la palabra capilla es de origen latino y significa media capa. La gente decía "oremos donde la capilla" y ese sería supuestamente el origen del término.
El Evangelio hoy nos muestra ante un juicio final donde serán separados los buenos y los malos. Pero nos hace profundizar en la idea de que debemos ser buenos con el prójimo, a ejemplo de San Martín de Tours, porque al hacer bien al otro estamos alabando al Señor, es como si se lo hiciéramos a Él. Dios ama a la humanidad, testimonio de esto es nuestra existencia (Dios no nos necesita para ser Dios, pero nos crea porque nos ama), pero el mayor testimonio de amor que nos tiene Dios es Cristo, ya que por Él fuimos bautizados y así entramos, empezamos, comenzamos a ser verdadermanete hijos de Dios en las manos de Jesús. De aquí que la Virgen haya sido tan venerada durante todos los tiempos, porque con su libertad, la cual respeta Dios como lo hizo desde el origen del hombre, dijo "si" al nacimiento del Hijo de Dios, que es Cristo, que es Jesús, el Mesías esperado. Resumen: Dios ama al hombre, es amigo de los santos, como de San Martín y todos los demás (los que conocemos y no conocemos) y al amar así hasta la Cruz al hombre quiere que nosotros seamos amor con los semejantes, porque estmos firme y definitivamente llamados a ser familia de Dios. El amor al prójimo no es sólo de corazón y de voz o palabra, sino que debe conllevar la preocupación y ocupación hacia el otro, debemos atender las necesidades de los demás, que no están para nada "demás" sino que son hombres creados por la misma mano que nos creó. Si la humanidad entera entendiera esto sería como vivir en el cielo.

martes, 10 de noviembre de 2015

San León Magno

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                       Mt. 16, 13-19

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?" Tomando la palabra Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de tí, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

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¿Puede Cristo reconocer a quien no lo reconoce?. No. En otra parte leemos "Al que me reconozca abiertamente ante los hombres..." (Mt. 10, 32-33). Hoy es la memoria de un santo Papa, San León Magno, que fue llamado así por su compromiso con la urbe (se le reconoce haber frenado las tropas destructoras de Atila, el rey bárbaro) entre muchas otras cosas. Este Papa tenía un especial interés por la unidad de los cristianos, a tal punto que escribió en corrección de las ideas contrarias a la verdad que en su tiempo eran una preocupación para la Iglesia (arrianismo, maniqueísmo, etc.). No se sabe mucho de su vida, pero se conoce que nació en Toscana, una provincia italiana. El 29 de septiembre de 440 (calendario gregoriano) fue consagrado Sumo Pontífice y se sabe que mucho antes aún cuando era diácono de Roma fue muy capaz en cuestiones diplomáticas y políticas. Su paralelismo con otros Papas actuales es difícil de delinear, pero se puede decir que fue un Obispo comprometido con la Iglesia toda; escribió innumerables cartas a diferentes obispos y personas con cierto poder civil y tuvo un importante papel en el conflicto que dio origen el monofisismo del monje Eutiques (que sostenía la sóla naturaleza divina de Cristo, negando así que fuera humano). León I fue un santo escritor, sus sermones son elocuentes bajo las alas del Señor.
Este día también quiero recordar que tenemos Papa, y pido A San León Magno su intercesión ante el Trono de Dios por nuestro querido Papa Francisco. León fue un hombre de incansable celo por las cosas de Dios, reconociendolo delante de los hombres en toda ocación, aún cuando tuvo su famosa disputa con el obispo francés San Hilario (el de Arlés). Y sobre esto quiero detener una reflexión en la mente: El hecho que un Papa deba entrar en conflicto con otro obispo, o con cualquiera de los que le fueron encomendados por Cristo con las palabras "confirma a tus hermanos" habla de la condición de siervo de los siervos de Dios que tiene el Romano Pontífice, debe servir a todos en el sentido amplio del concepto; aún los que están errados y enceguecidos, por más pastores que sean deberán ser adoctrinados con sana doctrina emanada de la corona del Príncipe de los Apóstoles. La autoridad es dada por Cristo, nadie se corona a sí mismo en la casa del Señor. Hoy el Papa sufre algo similar a ese episodio, sólo que con más gravedad, ya que no está siendo confrontado por otro santo, sino por la curia romana, precisamente por los que se oponen a las reformas sanas y necesarias que necesitan allí. Al final entenderan los romanos que el Papa tiene razón, pero mientras tanto oremos para que al Vicario de Cristo no le falten las fuerzas ni le amarguen el corazón. Si, que permanezca haciendo la Voluntad de Dios con un corazón de León.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Lunes XXXII del tiempo ordinario


+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                          Lc. 17, 1-6

Jesús dijo a sus discípulos: "Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado!.
Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'me arrepiento', perdónalo". Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". Él respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería".

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¿Acaso hoy un puñado de cristianos correrán tras los cabellos de Ezequiel?; en la primera lectura de la liturgia de hoy el Profeta era enviado a anunciar el rechazo a Israel de parte de su Creador, como consecuencia de su obstinación por la desobediencia a la ley divina, que no es otra cosa que el BIEN mejor, máximo y mayor para los hombres.
Un lamento: que exista eso que llaman "vatileaks 2", y un agravante: que surja del seno de la propia Iglesia de Dios. Lamentable y bien conocida es la "política" de muchos varones de la jerarquía de oponerse al Papa sin ningún examen de conciencia y sin prudencia; cito un caso resonante: Marcel Lefebvre. ¿Hay que agregar algo más?, creo que no. Pero por si acaso no han aprendido los cristianos todos a respetar la voluntad de Dios, se les recuerda que tienen a su disposición la historia, los escritos de los santos y de los Papas, con los concilios todos pero..., por encima de todo, las Sagradas Escrituras. Ellas mismas nos enseñan de dónde viene la autoridad de Pedro...,¿ recordaremos eso aunque sea por un tiempo más?.
El Evangelio de hoy habla sobre los inocentes y los victimarios, habla sobre el escándalo y la vigilancia de sí mismo del hombre, habla sobre el perdón, habla sobre la fe y su característica divina, habla en pocas palabras de Dios y esa realación de amor doloroso entre Él y el hombre. Nos detenemos a pensar por un momento con qué amor crea Dios nuevos humanos para después entender qué es el amor sino una dignación del Señor que es unidad indivisible y ama la familia en unidad. ¿No es la Iglesia una familia en unidad?, ¿no es la Iglesia la familia de Dios?;¿ tiene el hombre cristiano conciencia de su nombre y bautismo?, ¿o es que los cristianos han olvidado su bautismo y ya no conservan la alegría de la fe engendrada junto a las lágrimas de los antepasados?.
Así como los niños deben ser los cristianos en inocencia bien entendida, como señala Cristo el Señor. El pueblo de Dios, los cristianos, es un pueblo que tiene un Pastor, pero ese Pastor ha querido dejar un vicario, un suplente, y ese suplente es Pedro, y con él los Papas. Al Papa se lo llama también Siervo de los Siervos de Dios, y eso es ser el más pequeño, que en el cielo es el más grande (Mt. 18, 4), de manera que al escandalizar al pueblo de Dios también escandalizan al Papa, que es Vicario de Cristo, y, ¿no fue Cristo quien dijo "El que los recibe a ustedes, me recibe a mí" (Mt. 10, 40)?, ¡con cuánto cuidado hemos de tratar a los Papas!.
No obedecer la autoridad del Sumo Pontífice es no obedecer la autoridad de Cristo y no obedecer la voluntad de Dios: no se habla de infalibilidad, sino de algo más profundo, se habla del símbolo de las llaves, de la autoridad, que no fue dada por voz netamente humana, sino por Jesús. Cuando se desobedece al Papa se está en rebelión contra algo aún mayor: la autoridad de Dios, que quiso que Pedro atara o desatara con potestad conocida entre nosotros ¿no es cierto?... Pero si pretenden ir contra la voluntad de Dios, están perdidos y equivocados, ¡porque no puede la creación pretender existencia por encima del Creador!. Pedro es Pedro porque Dios lo quiso, vale entonces la cita en latín de la Nueva Vulgata (para que aprendamos, además a ser buenos conocedores de nuestra historia como cristianos): O homo, sed tu quis es, qui respondeas Deo? (Rom. 9, 20), es decir, se está pensando en oponerse a la reforma vaticana, llendo de lleno contra el Papa, sin tener en cuenta de dónde viene la autoridad papal, ¡es contra Dios que se rebelan!, vale la exhortación fraterna a volver en la conciencia a contemplar estas cosas. En tono grave podemos decir que la piedra de Cristo no puede demolerse, y si no la raya el diamante, mucho menos lo hará el carboncillo oscuro de los corazones arrogantes. Recordemos: de Dios nadie se burla, de la malicia de los soberbios brotarán los mismos gusanos que hoy fertilizan el suelo para que brote con fuerza un campo de olivos. ¿Creen que Dios no cuida con su fuerza al Romano Pontífice?, contados están sus cabellos, nada puede pasar que Dios no observe antes de la existencia para intervenir el propio tiempo. El aleteo de un solo ángel basta para cumplir la voluntad del Señor, entonces, ¿creen de verdad que podrán oponerse al Señor de los ejércitos?. Hostigar al Vicario de Cristo es escupir la faz del Señor, es levantar la lanza contra la omnipotencia, es entronizar la soberbia frente a la corona de la sabiduría, es desenvainar la espada contra Miguel, y no contra el enemigo (recordemos que no es enemigo el hombre sino el maligno). Es gravemente contrario a la Santísima Trinidad encadenar las claves del Cielo que con autoridad extremadamente insuperable fueron depositadas en las manos del que sucede a Pedro. es gravemente contrario la escisión y no la unidad que quiere Dios, pero si no lo aprendieron debe recordarse: los mismos Apóstoles se amaban entre ellos y permanecían unidos con el vínculo y la fuerza del espíritu Santo; de manera que no importa cuántas borlas lleve el ala del capelo, la autoridad de la jerarquía de hoy no deviene de mérito alguno, ni de fuerza ni de poder (estas son cosas del mundo, no de los hijos de Dios), no, esa autoridad es una sucesión, son bendecidos por el mismo Dios con manos humanas, y si alguien no lo entiende, que se arrodille delante de la tumba de los Apóstoles y recorra la historia de los mártires con lágrima y oración.
"Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo" dice Jesús, y es que el Papa se ve hoy ante una tarea nada fácil, la reforma de la curia romana y del Vaticano en general, pero debe perdonar a los que lo combaten impunemente y de manera casi anticristiana por un capricho sin base ni razón. muchos no tienen fe, y no entienden nada de lo que acá se expresa, no conocen ni se detienen en conocer las Escrituras, no se golpean el pecho ni se dicen indignos, pero son los primeros en juzgar naciones enteras, señalan la paja en el ojo ajeno y crecen en fariseismo con celeridad impresionante. Si estas palabras son terribles, no es nada, Cristo las dijo con autoridad y alta voz antes de que nacieran mis primeros ancestros. Llamada a la oración hizo el Papa, y eso haremos porque así expresó Santiago la fuerza de la oración: "La oración perseverante del justo es poderosa" (Sant. 5, 16)