miércoles, 25 de noviembre de 2015

miércoles XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 21, 10-19

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

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Carl Bloch (Den Bjergprædikenen)
Todo lo que dice Cristo se cumplió en el pasado o se está cumpliendo, y se seguirá cumpliendo porque Él es Dios y por lo tanto omnisciente. A nosotros nos da este pasaje una lección de la vocación cristiana. dar testimonio de Cristo en el mundo a pesar de todos los males que nos puedan causar temor. Es peor negar a Dios que enfrentarse al mundo, y esto mismo dijo Jesús en otro pasaje del Evangelio cuando afirma "no teman, yo he vencido al mundo". Somos cristianos, llevamos su Nombre, por eso debemos dar testimonio de Él que es la Vida que no perderemos y de nuestro ser en comunión con Él.
Hay dos maneras de reaccionar frente a los conflictos civiles y climatológicos: el miedo nervioso e inoperante y la calma de la fe y esperanza propia del cristiano; al fin y al cabo no hay nada que pueda contradecir el plan de Dios. Para poder dar testimonio verdaderamente hay que vivir como Él, lo cual no es sencillo de hacer en la actualidad del tiempo, pero se hace necesario comunicar a todos el Evangelio con la vida inmersa en la Vida misma, de manera que los que no conocen a Cristo puedan tener al menos un haz de su luz por medio de nuestro testimonio. No nos abate el temor, ni el terror toca a nuestra puerta, porque conocemos de cielo y de infierno y sabemos que Dios nos ha salvado y sabemos que el mal no triunfa contra el bien en la eternidad. Bueno, ¿hacia donde nos dirigimos sino a la eternidad?.
La venida de Cristo como juez universal, como Rey del Universo (que ya es) será cuando tenga que ser. No buscamos los cristianos más que vivir con la lámpara encendida, vigilantes como el centinela, y así daremos gloria al Señor, con nuestras vidas y el testimonio cristiano, que no es el palabrerío ni las prácticas exteriores ni las falsas iglesias, sino que es ser el pueblo de Dios.
Antes de la parusía rezamos por todos, hoy más que nunca por el Papa, porque corren tiempos en que Roma ha sido amenazada por algunos inhumanos, y el Vicario de Cristo fue tratado con desprecio de un modo ofensivo e insultante. Pero no se olviden..."Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Por eso es necesario hacer examen de conciencia para estar limpios y vigilantes, esperando pacientes y activos la venida segunda del Señor, que quiere encontrar fe sobre la tierra.