sábado, 28 de noviembre de 2015

sábado XXXIV del tiempo ordinario

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                       Lc. 21, 34-36

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

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No nos debe aturdir los excesos, los vicios, el pecado, todo lo que es agradable a los ojos; tampoco debemos dejarnos aturdir por la saciedad de los sentidos ni por las preocupaciones de esta vida a tal punto que descuidemos la vida futura. Prevenidos, salvaremos nuestra vida futura, sin hacer tanto apego de esta vida que pasa. ¿Cuántas veces puede más el colegio, la facultad, el trabajo, la enfermedad, el vecino, el abuelo, el diario, etc... que el tiempo debido a Dios y la Misa, la oración tan necesarias para la vida verdadera?. Notamos que hemos cambiado desde aquel niño que fuimos, que tenía fe, que rezaba el rosario, o una decena al menos; tan lejos quedamos de la fe encendida por el bautismo y confirmada en la confirmación y palpitante en la primera comunión..., bueno, la segunda venida de Cristo nos recuerda que no hicimos todo lo que manda el rito para "festejar" simplemente, sino para comprometernos a servir a Dios toda la vida, y por Él a la humanidad. Somos hijos de Dios por Cristo, ¿aún no entendemos eso?. En pocas horas más comienza el adviento, que nuestras vidas vean un adviento de bendiciones y que la expectativa de ver a Dios nacer de nuevo en el pesebre de Belén nos recuerde, como en un espejo, que somos cristianos y así podamos renovar las promesas bautismales comprometiéndonos a amar como Él amó y a ser lo que su Nombre significa. Un día nacimos a la vida eterna, volvamos a ser como ese niño que tanto ama el Señor.