martes, 24 de noviembre de 2015

Santos Andrés Dung-Lac presbítero y compañeros mártires

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                           Lc. 21, 5-9

Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. entonces Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?" Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo. 'Soy yo'  y también 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".

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El fin y la pregunta que se hacían los Apóstoles es la misma que hoy nos hacemos muchos, algunos con esperanza, otros con desesperanza.
el Templo no esperó milenios para ser destruido, eso es historia, pero nosotros vivimos, por cierto, tiempos de guerra y revoluciones en distintas partes del mundo. No cabe alarmarse después de leer el pasaje de hoy, porque todavía no está cerca el fin según nos enseña Cristo. Pero, ¿qué sentido tiene, para nosotros en nuestras vidas esto que hoy leemos?, quizá nuestros ojos se detengan en la belleza de cosas que son pasajeras: miramos las piedras, las joyas, algún bonito cuadro, una casa, un templo, un auto, ...etcétera. ¿Nos es necesario el lujo para vivir?, hay muchos que no pueden tener grandes cosas y sin embargo viven, hay otros que no pueden vivir porque no tienen ni si quiera lo necesario. Entonces, lo importante no es la belleza del templo material, sino la del templo espiritual. Porque si nos detenemos en los más exquisitos vitrales góticos, vamos a tener menos tesoros en el cielo que si escuchamos Misa completa y tratamos de crecer como cristianos comulgando y viviendo como Dios manda. Cristiano es ser discípulo, por lo tanto, en principio, debemos obedecer a nuestro Señor, para luego enterarnos que Él mismo nombró pastores para que el pueblo le obedezca mediante la obediencia a ellos. Pero claro que hoy parece que la obediencia traiciona nuestra individual y enarbolada libertad, ¡nada podría ser más falso y falaz!, no, la obediencia es, por ejemplo, lo que nos hace vivir y convivir, y también coexistir, como sociedad con una estructura determinada: las leyes son la estructura a la cual obedecemos y nos sometemos para poder vivir en la sociedad. No obstante las sociedades pasarán, lo mismo que los grandes y magníficos templos góticos, o neogóticos, o etc..., mucho más los palacios comunales, por más bonitos que fuesen, ¿no?.
Antes del fin van a haber gentes, y ya las hay, que se dirán Cristo, pero sin serlo. antes del fin hay habrá muchos, y ya los hay, que dirán "El tiempo está cerca", pero aún falta. No confiemos en las cosas que pretenden conocer más allá de lo que conoce la misma humanidad: ni los horóscopos, ni los adivinos, ni las cartas ni ningún ser puede decirnos que conoce algo más que lo que todos conocemos. Esto es seguir a Cristo, y no al diablo: no dejarse llevar por tonterías de este tipo que sencillamente no conducen más que a la confusión y ceguera (como si nos trataran de animales nos mienten) y no suman nada a nuestras vidas. El tiempo de vivir es este, y vivir no significa matar, por lo tanto hay que tener cuidado de nosotros mismos, y de nuestras ideas perversas que nos alejan de Dios. Hay que cuidar del otro, porque el prójimo lleva en sí algo de Dios, el espíritu suyo no es suyo, sino de la Santísima Trinidad, es decir, de Dios. Bueno, ¿vamos a esperar más tiempo?, ¿o nos vamos a decidir una vuelta de timón el día de hoy?. Abandonemos las cosas bellas pero carentes de sentido y de eternidad, pongamos los ojos en la humanidad y construyamos nuestra sociedad guardando de todos los hombres. Seamos humanos y no monstruos, dejémonos llevar por Cristo, que es Él mismo la verdad, y no consultemos los oráculos estúpidos que propone la confusión del error y el diablo. Hagamos de nuestras manos una herramienta constructiva, como dice la Liturgia de las Horas, y empecemos a edificar el mundo con valores, y no con cosas que no sirven. Todo parte de una sola familia, porque el germen de la sociedad está en la familia, allí donde se forman los futuros ciudadanos.