jueves, 9 de agosto de 2012

Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores

Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (de corriente, los dominicos), nació en 1170 en Caleruega, provincia de Burgos, Castilla la vieja. Desde niño se puede seguir la historia de este santo eminente, un día su mamá, beata Juana de Aza tuvo un sueño. Soñó que daba a luz a un cachorro blanco y negro que llevaba una antorcha en el hocico e incendiaba todo el mundo. La beata recurrió a un monje benedictino que le explicó lo que decía el sueño; el niño sería un predicador prominente y por su obra el mundo sería incendiado con la Palabra. Se le dio el nombre Domingo, por santo Domingo de Silos y vivió una infancia cristiana con el amor de sus padres Felix de Guzmán y Juana de Aza junto a sus hermanos, entre los que se cuentan Antonio, el mayor que fue sacerdote del clero secular y Manés que siguió a su hermano Domingo a la Orden de Predicadores y recibiría el hábito de las manos del fundador.
Desde niño se sabe que solía dormir en el suelo, no por que no tuviera donde dormir, sino por un hábito algo extraño que se prolongó durante toda su vida y, personalmente, me trae a la mente el Nacimiento de Cristo, que quizo nacer pobre en un pesebre siendo Él el Rey y Mesías.
Domingo estudiaba en Palencia cuando el Obispo Martín de Bazán, de Osma, lo eligió para su capítulo en la catedral, ya que este santo Obispo quería reformar la vida del clero que estaba relajada y así formar canónigos regulares bajo la Regla de San Agustín. Eran tiempos en que la miseria y la ignorancia asolaban Europa y a veces esto se veía dentro de la Iglesia, lo cual era un verdadero dolor para los hijos de Dios que seguían la fe auténtica y eran fieles a Cristo que fundó su Iglesia católica, Santa y única en los Apóstoles y dio a Pedro el primado que se extiende a sus sucesores los Sumos Pontífices. Por entonces se extendía en el sur de Francia, en la región del Languedoc la herejía cátara, también llamada albigense por ser su centro más importante la ciudad de Albi. Santo Domingo pudo ver esta realidad cuando cruzó el Languedoc francés camino a Dinamarca mientras acompañaba al Obispo Diego de Acebes a una misión que este aceptó realizar al rey Alfonso VIII de Castilla y consistía en pedir la mano de la princesa para el príncipe Fernando, heredero al trono castellano. El príncipe Fernando muere repentinamente y el Obispo con su subprior ya no tienen más misión por realizar, así que deciden viajar a Roma donde Diego pide al Papa la renuncia al obispado para dedicarse a evangelizar a los incrédulos en tierras lejanas. Pero Diego siguió siendo Obispo y el Papa Inocencio III les pide que ayuden a unos legados cistercienses que había enviado al Languedoc a enseñar la verdadera fe y a combatir la herejía. Así fue como Domingo y su Obispo emprendieron el viaje hacia el sur de Francia. Para poder refutar las falacias de la herejía era necesario el estudio, y esto era lo que  Domingo tenía desde que estudiaba el Palencia, además de sus santidad y amabilidad, que atraía a los herejes por su legitimidad. La misión no fue fácil pero sus frutos fueron buenos a pesar de que costó tiempo y trabajo. En 1206 funda un convento de monjas en Prulla, alojando a doncellas cátaras conversas que vivían en la austeridad.
En 1215 establece un convento para frailes en Tolosa y viaja junto al Obispo Fulco de Tolosa al Concilio de Letrán IV para pedirle al Papa la aprobación de la Orden. El Papa acepta con la condición de elegir una regla ya aprobada para vivir en la Orden. Al año siguiente volverá el santo a Roma con la Regla de San Agustín y una primera parte de las constituciones para la vida de la Orden. Honorio III confirma la Orden de Predicadores en la Bula Religiosam Vitam el 22 de diciembre de 1216 y le da a Santo Domingo el convento de San Sixto en Roma que será destinado a alojar a las monjas de la Orden naciente, y el convento de Santa  Sabina que será para los frailes. En Pentecostés del año 1220 asiste al primer capítulo que se celebró en Bolonia, Italia, y en el cual, a pesar de su resistencia, sus hermanos lo proponen y nombran Maestro de la Orden.
Santo Domingo falleció el 6 de agosto de 1221, luego de haber fundado una orden religiosa que, dentro de cuatro años contará sus ocho siglos de existencia, descansa entre los ángeles y los santos e intercede por nosotros...
Canonizado en 1234 por el Papa Gregorio IX, que cuando era cardenal (Ugolino de Segni) tanto ayudó a la causa de Santo Domingo con respecto a sus deseos de evangelizar a los herejes y a fundar la Orden de Predicadores. Sus restos descansan en Bolonia en un mausoleo tras el Altar Mayor de la Basílica de Santo Domingo de Bolonia. Un fraile dominico bien ha dicho que Santo Domingo está "oculto en la luz", ya que no es muy conocido en la actualidad, no es un santo muy popular como quizá sí lo es san Francisco de Asís, su amigo y padre de los dominicos, pero sin embargo su obra permanece por siglos y su memoria está en el corazón de sus monjas y frailes y de todos los laicos que son dominicos por el amor que sienten al fundador de la Orden.

Así como lo señala Fray Guy Bedouelle, y como lo leí en su obra "La fuerza de la Palabra, Domingo de Guzmán" también voy a decir que la fuente más acreditada donde se relata su vida y sus hechos es un libro escrito por el beato Jordán de Sajonia, segundo Maestro de la Orden, sucesor de Santo Domingo, que se intitula en latín "Libelus de principiis Ordinis prædicatorum", el libro de los Orígenes. Se sabe que sólo dejó escritas algunas cartas de recomendaciones a las monjas de Roma y que seguramente redactó las constituciones de la Orden, por lo que sus escritos son muy escasos Su fiesta (Solemnidad para la Orden) se celebra actualmente el 8 de agosto.

Algunos santos de la Orden: San Martín de Porres, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Pío V (Papa), Santa Catalina de Siena, Santa Rosa de Lima, San Vicente Ferrer, San Pedro de Verona, San Luis Beltrán... etc...
En Argentina (que es la provincia de San Agustín) están en muchas regiones. en Mar del plata funciona el noviciado, en la casa San Martín de Porres. La página de la provincia de San Agustín es esta: