Coronación de la Virgen María, de Fra Angelico (Orden de Predicadores) |
La liturgia nos presenta hoy, en la octava de la Asunción de la Santísima Virgen Madre, esta memoria que fue instituída por el Papa Pío XII el 11 de octubre de 1954 por la Encíclica Ad Cæli Reginam y que en principio se pensó celebrar la fiesta el 31 de mayo de cada año con la renovación de la consagración del género humano al Inmaculado Corazón de la bienaventurada Virgen María. Sin embargo se creyó más conveniente establecer esta fiesta en la octava de la Asunción y así se hace cada año en la actualidad. Ya el Santo Rosario, espada contra el mal y escudo de devoción mariana, reza, en el cuarto Misterio Glorioso, la Asunción de la Santísima Virgen y en el quinto Misterio Glorioso la Coronación de la Virgen Madre de Dios. Al contemplar el Misterio de la condición Regia de María en el Santo Rosario nos detenemos a meditar el pasaje de las Sagradas Escrituras que en Ap 12, 1, y en los siguientes versículos habla de la Virgen con una corona de doce estrellas y la describe revestida de sol.
En el tercer artículo dice la Encíclica anteriormente citada "Por todo ello, y como para coronar estos testimonios todos de Nuestra piedad mariana, a los que con tanto entusiasmo ha respondido el pueblo cristiano, para concluir útil y felizmente el Año Mariano que ya está terminando, así como para acceder a las insistentes peticiones que de todas partes Nos han llegado, hemos determinado instituir la fiesta litúrgica de la 'Bienaventurada María Virgen Reina'" y más adelante da fundamentos de la realeza de la Virgen recorriendo la Tradición, la Liturgia y la Teología. El Sumo Pontífice cita entre otras cosas una expresión de San Alfonso María de Ligorio en el último párrafo del séptimo artículo del documento que dice "Porque la Virgen María fue exaltada a ser la Madre del Rey de los reyes, con justa razón la Iglesia la honra con el título de Reina".
Ahora digo como legionario de María...¿Quién es esta que va subendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?, es mi Madre, la Madre que me ha dado el Señor, es nuestra Señora, nuestra Madre, nuestra Reina. Hoy nos congregamos en cada iglesia a celebrar la memoria de nuestra Señora como Reina de todo lo creado y lo hacemos en la Eucaristía, por eso exhorto fraternalmente a todos ustedes, lectores, a que se acerquen a la parroquia que esté más próxima y reciban a Cristo Eucaristía en gracia o después de una buena confesión. Y saludo en este día a mis hermanos de la Legión de María con las palabras de nuestro queridísimo fundador el Siervo de Dios Frank Duff "Allí estaba la Reina antes de reunirse ellos; estaba esperando el alistamiento de aquellos que Ella ya sabía iban a venir. Ella fue quien los escogió, y no al revés, y, desde entonces, ellos se han puesto en marcha y luchan a su lado, sabiendo que el salir triunfantes y el perseverar guarda un ritmo exacto a su unión con Ella" (Frank Duff, Manual del la Legión de María, cap. 1 Nombre y origen). Infinita es la diferencia entre los siervos de Dios y su Madre, pero Ella intercede por sus nosotros ante Dios por siempre, como lo hizo en las bodas de Caná. "Gloríense, por lo tanto, todos los cristianos de estar sometidos al imperio de la Virgen Madre de Dios, la cual, a la par que goza de regio poder, arde en amor maternal." (Pío XII, Ad Cæli Reginam) y " nadie ose pronunciar impías blasfemias, señal de corrompido ánimo, contra este nombre, adornado con tanta majestad y venerable por la gracia maternal; ni siquiera se ose faltar en modo alguno de respeto al mismo." (Pío XII, Ad Cæli Reginam).
Para terminar este artículo me gustaría que todos los que lean este texto reccen hoy, antes de que el día termine un rosario íntegro con todo el amor del corazón puesto en nuestra Reina y Madre. Hoy, miércoles, se rezan los Misterios Gloriosos, meditemos especialmente el último misterio y rezemos las últimas oraciones del Rosario pidiendo por nuestro Papa Benedicto XVI y por sus intenciones, así como los pastorcitos de Fátima lo hacían por inspiración Divina.
Invoquemos la Virgen Santa, sea Ella la estrella que guía nuestros pasos al encuentro con su Hijo en nuestro camino para llegar a la gloria del Cielo, a la alegría eterna.
S.S. Benedicto XVI
(final del discurso en el Angelus del 15 de agosto de 2012)