miércoles, 11 de julio de 2012

Memoria de San Benito Abad


De la Regla de san Benito, abad
(Prólogo, 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5. 162-163)


NO ANTEPONGAN NADA ABSOLUTAMENTE A CRISTO

Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.


Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: Ya es hora que despertéis del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios: Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón; y también: El que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.


¿Y qué es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Caminad mientras tenéis luz, para que las tinieblas de la muerte no os sorprendan.


Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Y si tú, al oír esta invitación, respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacéis, mis ojos estarán sobre vosotros y mis oídos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me invoquéis, os diré: Aquí estoy.»


¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor que nos invita? Ved cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.


Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquél que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar allí hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.


Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: tengan por más dignos a los demás; soporten con una paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
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Hoy celebramos la memoria de San Benito abad, el Patriarca de los monjes. Con todda razón se lo llama patriarca ya que fue con su regla que se orientaron los monjes de occidente y las demás órdenes monacales que surgieron más tarde. El fundador de los Benedictinos fue un hombre de intelecto admirable y gran amor a Dios. Se retiró al desierto y prefirió una vida austera y casi eremítica hasta que fundó su Orden en Montecassino al rededor del año 530. Todo lo que se sabe sobre el gran santo nos ha llegado por los escritos del Papa San Gregorio Magno, quien lo conociera por medio de discípulos directos del monje.
Se sabe que el santo hizo milagros en vida y es bien conocida la medalla con la cruz que lleva impreza una oración contra el Maligno.
En la medalla aparecen letras...

En la primera imagen aparece la oración por sus letras iniciales. En el encabezamiento de la medalla el lema de San Benito: Pax (Paz en latín). Los cuatro círculos que rodean la cruz dicen en latín: Crux Sancti Patris Benedicti (Cruz del santo padre Benito). En la vertical de la cruz es. Crux Sancta Sit Mihi Lux (la Santa Cruz sea mi luz); en la horizontal de la cruz: Non Draco Sit Mihi Dux (no sea el demonio mi guía). Luego sigue el resto de la oración que comienza el el círculo del borde con las letras V..R..S..N.. y sucesivamente. Lo cual dice en latín: Vade Retro Satana (apártate satanás), Nunquam Suade Mihi Vana (no sugieras cosas vanas), Sunt Mala Quæ Libas (maldad es lo que brindas), Ipse Venena Bibas (bebe tú mismo el veneno).

Por otra parte en el reverso de la medalla esta la imagen de San Benito y las palabras latinas Eius in obitu nostro præsentia muniamur (la V se lee U) y esta última oración dice: A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia.
Los monjes benedictinos son hoy los sucesores de los primeros monjes que fundó san Benito de Nursia, los benedictinos son la órden monacal más antigua de la Iglesia y más tarde se derivarán otras que, con la misma regla varán en su forma de interpretar el espíritu de la regla de san Benito, como por ejemplo la Orden Cisterciense (los trapenses).