viernes, 2 de julio de 2021

viernes XIII del tiempo ordinario

 +Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

                                                                           Mt. 9, 9-13


Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

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Cristo llamó a Mateo, el mismo que escribió este Evangelio, sabiendo que era publicano, es decir, cobrador de impuestos que el imperio romano gravó sobre los israelitas. Los fariseos se acercaron y a la hora de la comida indagaron a los discípulos de Cristo: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». Para los fariseos y para el pueblo judío que seguía su doctrina era abominable sentarse a la mesa con pecadores. No importa la persona, para ellos solo cuenta la apariencia, lo externo, los hechos vistos pero nunca su causa. ¿Quién sabría valorar el interior del hombre sino solo Dios y quienes por Él estén instruidos en la verdadera ley?... «Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios» les dice. Y es la misericordia por los enfermos y pecadores la que causó el Nacimiento del Hijo en el pesebre de una humilde ciudad no tan lejos de Jerusalén. Todos los humanos somos pecadores, salvo la mujer que es Madre de Dios. Jesús también vino a salvar a los fariseos, pero muchos de ellos solo veían lo que elegían ver, oponiéndose a las verdades, confrontando a la Verdad.

Felices nosotros, católicos, es decir verdaderos cristianos, si ante los fariseos de nuestro tiempo sabemos dar ejemplo de misericordia sin cerrar las puertas a los que estando lejos se nos mandó a evangelizar... Muchos de nosotros somos como Mateo, que nuestra conversión no deje nunca de tomar la cruz en camino al Señor, porque levantarse una y mil millones de veces después de las caídas es también ejemplo y signo de esperanza para quienes buscan a Dios. Bendita cada llaga, lucha, insulto, humillación e incomprensión, porque los que así pasamos por el mundo, mas con la fe del bautismo, somos la buena semilla del Sembrador.