viernes, 9 de julio de 2021

Nuestra Señora de Itatí

 +Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

                                                                       Mt. 10, 16-23


Jesús dijo a sus Apóstoles: Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes que llegue el Hijo del hombre.

____________________________


Jesús continúa dando instrucciones a los doce, advirtiéndoles los peligros pero enseñándoles a luchar contra la desesperanza. Cristo les habla de la permanente asistencia divina por medio del Espíritu Santo y les dice «Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará».


Tanto en la adversidad como en la homeóstasis, individual y colectiva, nuestro auxilio nos viene de Dios que es a quien debemos dar gracias por los buenos tiempos y llamar con nuestras súplicas en los momentos difíciles. La fe debe ser inamovible, independiente de la variación temporal, asentada sobre la piedra sólida del Evangelio vivido. Tal es la fe que tiene la Virgen María desde que nació y habiendo dado a luz a Cristo por obra del Espíritu Santo permaneció en su fe hasta su gloriosa Asunción.


«Itatí» es «punta de piedra» en idioma guaraní. Hoy recordamos el milagro de la estatua de Nuestra Señora que hace medio milenio en tierras de la actual Corrientes, Argentina, fue encontrada precisamente sobre una piedra cónica a orillas del río Paraná, cerca del antiguo puerto de Santa Ana. Se sabe por la tradición que los franciscanos llevaron la imagen a la iglesia muchas veces, mientras otras tantas desaparecía y era encontrada de nuevo a orillas del río; los indígenas la habrían robado pero la estatua volvería a aparecer en el sitio donde finalmente será construido el templo que llegará a ser basílica. Si bien la leyenda y el misterio rodean la historia de esta imagen, se puede decir que el acontecimiento más sobresaliente es la conversión de aquel pueblo y su fe. Una fe que trascendió las fronteras del Virreinato y hasta nuestros días mueve a peregrinar a tantos cristianos.


Nuestra Señora de Itatí, que conoce desde los inicios coloniales (Estuvo allí antes de la fundación del pueblo) las dificultades y alegrías de esta Nación que también hoy celebra su nacimiento tras el acta de independencia, nos ampare en tiempo de aflicción y nos custodie siempre intercediendo ante el Señor por todos nosotros. Y nosotros, como buenos hijos de Nuestra Madre que nos dio Cristo en la Cruz, mantengamos la fe sólida tallada sobre la piedra con el cincel de la cristiana voluntad, sabiendo ser para gloria de Dios y bien de la humanidad astutos como serpientes y sencillos como palomas.