+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo
según San Lucas
Lc. 10, 21-24
En aquel tiempo, lleno de la alegría
del Espíritu Santo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente
sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha
entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre;
ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo
quiere revelar."
Y volviéndose a sus discípulos, les
dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!
Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis
vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
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Para profundizar en la conciencia, ser
cristianos es una bendición gigante. Muchos "sabios" de
hoy y de hace dos mil años no entendieron el mensaje del Evangelio y
el signo de la Cruz. Nosotros si.
El pasaje enseña a un Cristo alegre y
exclamando a su propio Padre. Da gracias por haber dado a conocer el
Evangelio a los sencillos. Entonces la primera reflexión es. ¿somos
aquellos "sencillos" de que habla Cristo?. Muchas veces nos
parece que el mundo gira en torno a nosotros, es que la soberbia
nunca descansa en nuestro corazón. Jamás. Somos acechados
constantemente por esa soberbia que nos consume y nos aleja de la
paz. Somos lo que somos: humanos, ni más ni menos. Pero...¿acaso no
somos hijos de Dios?, por Cristo si, por nosotros mismos no. ¿Cuanto
más vale un concierto que una Misa?, ¿cuánto más un boliche que
la oración?. ¿Es eso ser sencillo?, ¿qué es eso de ser
"sencillos"?. Bueno, en la vida tenemos mil cosas que
hacer, todas nos agradan, si no las abandonamos y ya no nos ponemos
con algo que no nos parece lo mejor ¿verdad?, bueno, en la Vida
eterna lo mejor es el bien, y el bien que viene de Dios, no de los
mortales. Bueno, entonces sin despreciar lo que es propio de nuestro
quehacer favorito debemos dedicar tiempo a cultivar la eternidad en
nuestras vidas. O no.
Para Cristo es causa de alegría que
estas cosas propias de la fe las conozcan mejor los más humildes que
los más soberbios. La sabiduría consiste en conocer a Dios, y eso
es lo que hace el buen cristiano: es sabio. No es el palio ni la
mitra, no la estola ni la corona, ni un CEO en tecnología
aeroespacial, nada de eso, sino el conocimiento de Dios lo que nos
confiere sabiduría, y ese es un don del Espíritu Santo que tenemos
todos los confirmados.
Hoy tenemos el deber de ser sencillos,
sencillitos como los Apóstoles.
A los Apóstoles les dijo "
¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!", porque
estaban siendo testigos del día en que la promesa se cumplió.
¿Ves?, Dios cumple, y nosotros ¿cumplimos?.
Mañana será otro día, quizá pase
todo esto como aire entre las plantas para todos, pero lo que nunca
va a dejar de ser es el ser de Dios. Humildes pidamos la fe y la
humildad humildemente, porque Dios se hizo nada con humildad para
enseñar a la persona humana a ser humano. Mañana será otro día,
pero hoy leemos este pasaje a la luz de la fe. No son los doctos los
que merecen algo, de hecho nadie merece nada bajo el sol del Señor,
pero Dios nos ama, y su amor es gratis, y nos enseñó a dar gratis
lo que gratis recibimos, entonces seamos alumnos y compartamos entre
nosotros la enseñanza que adoctrina en la humildad. Uno solo es
Maestro. alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en
el cielo.