miércoles, 14 de diciembre de 2016

San Juan de la Cruz

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
                                                                         Lc. 7, 19-23

Juan el Bautista, llamando a dos de sus discípulos, los envió a decir al Señor: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”. Cuando se presentaron ante Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos envía a preguntarte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’”. En esa ocasión, Jesús sanó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. Entonces respondió a los enviados: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anuncia da a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!”.
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Hoy celebramos la memoria de un gran santo, san Juan de la Cruz, su espiritualidad es bien conocida por los cristianos pero no así su vida, por eso haremos un breve recorrido por los puntos más importantes de la vida de este santo carmelita que ha llegado al corazón del pueblo fiel.
Juan fue e hijo menor de la familia Yepes (Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez), pero como dice el Señor "los últimos serán los primeros", la santidad rodeaba su vida desde su más temprana juventud. En un sueño se le reveló que debía servir a Dios en una orden religiosa antigua, los carmelitas. Juan tomó el hábito el 24 de febrero de 1563 con el nombre Juan de San Matías ─¿acaso será por Matías, el último Apóstol del colegio de los doce?...─ y le fue concido el permiso para seguir la regla carmelitana más antigua, sin las concesiones que otros Papas habían otorgado (es decir, se le permitió seguir la regla más estricta). Cursó estudios superiores en Salamanca y fue ordenado sacerdote el año 1567. En un momento la ardua tarea del sacerdocio lo llevó a pensar en ingresar a la cartuja, pero encontrándose con Santa Teresa de Ávila, la santa le pidió que la ayude a fundar un convento de frailes que observen la antigua regla; Dios se valió de estos dos santos para reformar el carmelo. Para ese tiempo ya habrá cambiado su nombre por Juan de la Cruz, tal como lo conocemos los cristianos hoy. Sufrió mucho por causa de la reforma del carmelo y estuvo recluido en prisión, donde escribirá sus más elevados poemas espirituales.
Murió el 14 de diciembre de 1591 en Jaén. Fue beatificado por Clemente X el 25 de enero de 1675 y canonizado por Benedicto XIII.
Otro Juan, el Bautista, es quien menciona hoy el Evangelio, y a propósito del Evangelio diremos que tanto Juan Bautista como el santo que conmemoramos hoy han sabido hacer de su vida un camino de Evangelio, sobre todo viviendo en la pobreza física pero en la riqueza espiritual.
Juan Bautista manda a los discípulos a preguntar si Jesús es el Mesías o deben esperar a otro. Cabe preguntarse en este fragmento de la Escritura cómo sucede esto, es decir, cómo es que Juan (que reconoció a Cristo cuando ambos estaban en el vientre materno) ahora pregunta si Jesús es realmente el Mesías. ¿Es que se ha apagado su fe?. La clave está en el mensajero: son los discípulos de Juan los que interrogan a Cristo, no Juan. Como señala una nota de Juan Straubinger ─parece que hoy el nombre "Juan" brilla con especial luz─ es necesario entender que las dudas de los discípulos de Juan sobre quién era el Mesías llevaron al profeta a enseñar a Jesús de un modo bien pragmático: los envió a ellos, estando él en la cárcel, y los discípulos se encontraron con Jesús, que les respondió con sus milagros, con su obra.
Qué buen ejemplo para seguir en la vida, por una parte ser fiel a Cristo aún en la adversidad y reconocer que Él es nuestra salvación, que no somos superhéroes ni aisladamente ni en asociación con otros, sino en comunión con todo su sentido más íntegro y pleno. Así tenemos un motivo por estar felices, de que el ejemplo de Juan nos ayuda a centrarnos en Cristo, de poner la vida y el sentido en las manos de Dios. Pero también conocemos que hay momentos de la vida en que la prueba nos deja entrever la maquinación del diablo, y por ello en las tentaciones contra la fe, contra la esperanza y contra la dilección, o más aún contra el amor a Dios (la noche oscura es ejemplo de este tipo de pruebas) tenemos que pensar cómo nuesto espíritu, en el cual tenemos la imagen y semejanza de dios, nos mueve a buscar el rostro de Cristo, aún cuando nos sentimos desorientados. Ponemos nuestros pies a caminar sin saber que el mismo Camino nos conduce hacia sí para mostrarnos la Verdad. ¿No lo vemos por nosotros mismos?, veámoslo en la Obra de Salvación de Jesús: "los ciegos ven, los paralíticos caminan...". No se turbe el alma más de lo que debe para forjar la constancia en el seguimiento e imitación de Cristo, antes bien si estás ciego y te falta la fe, la Iglesia espera con las puertas del cielo abiertas de par en par. Acercate a la eucaristía sobre todo en este tiempo de preparación para la Natividad; la Eucaristía abre los ojos del espíritu, y los ciegos llegan a ver al Señor que es la Verdad. Si el camino es difícil y se complica la vida, la Vida te enseña el Camino que lleva a la Salvación: todo en Cristo, nada más. No necesitamos las exóticas maneras de vivir como el diente de león sin saber a dónde vamos, sin conocer los "por qué" de las modas más raras y vergonzosas.
Si te preguntás por qué Cristo, es que no te bastan la obras. La Navidad que celebramos cada año está cerca, ¿qué celebrás vos en Navidad?. yo celebro el nacimiento de Jesús, que vino para salvarnos; ¿salvarnos de qué?, de la muerte eterna, de no poder ver jamás a Dios, de que la existencia no tenga más sentido que el que le encuentra una persona que es atea, es decir, la nada, el fin, la simple materia, el átomo. Para mí y para los cristianos la vida es mucho más que ese "todo" que, a su vez, según dicen, es mucho más que la suma de las partes. No somos objetos, no somos piedras, somos personas, seres. Somos amados por Dios que ya llega... ¿Llegará a tu vida hoy?.
El precursor señala a Jesús, el Mesías, lo importante no es él, sino Él. La diferencia entre lo que es bueno y santo, y lo que confiere la Santidad, que es la Santidad misma. ¿qué hubiera sido de aquellos discípulos de Juan si no hubiera tomado el profeta la firme determinación de mostrarles a Jesús de cara a la Verdad?, por cierto, Juan es santo y su doctrina no tiene mancha alguna, de él habló el mismo Cristo diciendo "Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista". Si el maestro se corrompe, ¿donde va a parar el aprendiz sino al error y el vicio?. El Maestro es quien enseña hoy la Verdad, Él mismo es la Verdad y la Vida. Que podamos tener lubreras como Juan Bautista, como Juan de la Cruz, para que podamos ver al Señor en nuestras vidas, tanto en la tarea cotidiana como en todo lugar donde desarrollamos actividades. Dios nos ayude a seguir los pasos de aquellos que son sus amigos, y estaremos viviendo el Evangelio tomados de la mano de nuestros hermanos mayores.