sábado, 2 de junio de 2012

Solemnidad de la Santísima Trinidad


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

 Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
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El Señor glorificado, después de su Resurrección, se aparece a los Apóstoles (de apostoloi, en griego "enviados") y les manda que lleven el Evangelio a todos los pueblos y los hagan discípulos suyos, cristianos. También ordena que bauticen a los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, es decir, invocando a Dios uno y trino, la Santísima Trinidad. Les dice que ellos también deberán cumplir todo lo que el Señor había mandado para que el pueblo santo crezca en la fe y en el amor a Dios y a los hombres y promete que Él estará siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos. De esta promesa bien sabemos desde aquel primer Jueves Santo que Cristo permanece con nosotros en la Eucaristía, cuando el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
El Misterio de la Santísima Trinidad que celebramos este domingo en solemnidad prominente, es uno de los mayores, sino el mayor misterio de la fe. Dios es uno solo, pero ese único Dios es familia: las Personas Divinas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo son unidos un solo Dios. Y es que esa intimidad trinitaria somos incapaces de comprenderla totalmente porque no podemos abarcar, como simples creaturas esto que sobrepasa nuestro intelecto. El vínculo de las tres Personas Divinas es tan perfecto que nos cuesta entender la unidad, un solo Dios, y la realidad de la Trinidad a la vez. Bueno, la verdad es que si bien cuesta, podemos hacernos una idea recurriendo a ejemplos, sobre todo para la catequesis de niños, y nosotros que somos adultos no parecemos más que niños cuando lo entendemos por abstracción pero recurriendo a esos ejemplos a veces o a alguna figura representada en pinturas, mientras acompañamos la idea de la explicación que oímos en la homilía de algún sacerdote: "el Padre y el Hijo se aman y ese Amor es el Espíritu Santo que los une y forman en perfecta unión un solo Dios, una única substancia". 
Este es un misterio de fe que nos llama a alabar y a bendecir, a glorificar y a salmodiar al Creador, Dios está con nosotros, nos ama y lo ha mostrado a los hombres, quiere compartir con nosotros su amor y quiere que permanezcamos felices con Él, por eso no nos olvidó, y para poder volver algún día a sus brazos envió a Cristo para nuestra Salvación. Es por esto que en la Solemnidad de la Santísima Trinidad estamos y debemos estar unidos como hermanos en la Eucaristía del domingo para festejar tan grande regalo del cielo, tan grande regalo de Dios: el conocimiento de su Nombre, el poder tenerlo en nuestros labios en cada oración, en la Misa, el don gratuito de conocerlo y poder ver que en su Nombre se obran tantas maravillas, tantos milagros. Gracias Dios por darnos tu Amor, por darnos la capacidad para amarte. Gracias por hacernos tus hijos por Cristo, el Señor y por entender nuestra miseria humana. Perdón por todas las cosas que te ofenden en la humanidad, ayudanos a llevar fielmente el testimonio de la fe, el Evangelio a todas las naciones y a todos los hombres, porque así como no nos abandonás y prometiste estar con nosotros hasta el fin del mundo, así queremos que estés cuando te llevamos a que te conozcan los que aún no son tus hijos, para bien de todos, no para ofender a nadie. Te pedimos que ilumines a tu Iglesia y envíes sacerdotes a tus campos, fieles y santos sacerdotes que te lleven a todas partes en sus vidas y en su ministerio. Te pedimos tantas veces tanto!, pero sabés que los que te amamos queremos ante todo que se haga tu Voluntad, y de adoramos saciados de tus delicias celestiales pero hambrientos siempre de vos, que sos eterno. este día venimos a tu templo santo a festejar que sabemos de vos y que nos amas, venimos con alegría y unidos como hermanos a esta gran celebración de familia, familia que es Pueblo de Dios, familia que es la comunión de los santos.