sábado, 2 de junio de 2012

Apología 1, 65; 67 • San Justino, Mártir

El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas, tanto tiempo como es posible.
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas. Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros... Y por todos los demás dondequiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna. Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros. Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados. El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: euchariatian) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones. Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo. Amén. Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a los ausentes.
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NOTA:
La palabra diácono (diakonos) únicamente significa ministro o servidor y es utilizada en este sentido tanto en los Setenta (aunque sólo en el libro de Ester, 2,2; 4, 3) como en el Nuevo Testamento (Mat. 20, 28; Rom. 15, 25; Ef 3,7; etc.) Pero en los tiempos apostólicos la palabra empezó a adquirir un significado más definido y técnico. En sus escritos de alrededor del año 63 d.C., san Pablo se dirige "a todos los santos que viven en Filipo, junto con los obispos y los diáconos" (Fil 1,1). Unos pocos años más tarde (1 Tim 3,8 ss) él insiste a Timoteo que "los diáconos deben ser castos, no mal hablados, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios, que guarden el misterio de la fe con una conciencia pura." Dice además que a ellos "primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos." Y añade que deben ser casados una sola vez y que gobiernen bien a sus hijos y a su propia casa. Porque los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús." Hay que destacar este pasaje porque no sólo describe las calidades deseables en los candidatos al diaconado sino que también sugiere que administración externa y manejo de dinero pueden llegar a ser parte de sus funciones. Enciclopedia Católica.