+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
Mt. 5, 13-16
Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo".
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Jesús nos llama a guardarnos de inclinaciones mundanas en el pasaje anterior; nos señala suyos, somos luz de la Luz del mundo. Como el mismo Jesús había prometido antes, que estaríamos en comunión con la Trinidad si permanecemos en Él, del mismo modo lo enseña coronando santos como el que celebramos este día, San Antonio de Padua, predicador franciscano eminente y gran taumaturgo. Los hombres de su tiempo, viendo sus obras, glorificaban al Padre que está en el cielo.
A nosotros nos toca también seguir el mandato de Cristo y ser luz para los demás, como buenos cristianos, como auténticos cristianos. San Antonio predicó contra los vicios del lujo, de la tiranía y de la avaricia, también contra las herejías de su tiempo; seamos hoy concientes de nuestros vicios para pedir con humildad a este santo que nos ayude a superar toda flaqueza que nos aleja de ser fieles discípulos.