sábado, 21 de enero de 2017

Santa Inés, virgen y mártir

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
                                                                      Mt. 13, 44-46

Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor; fue a vender todo lo que tenía y la compró.
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mosaico de la basílica Santa Inés extramuros
Este día celebramos la memoria de santa Inés, una niña de doce años que murió martirizada a mediados del tercer siglo de nuestra era. Hoy cuando rezamos el oficio de lectura, temprano por la mañana, antes de laudes, leíamos el discurso emotivo de San Ambrosio sobre la virgen mártir que conmemoramos ahora; es inevitable comparar la fe de santa Inés con el pasaje del Evangelio propio de la memoria que acabamos de citar: el Reino de los cielos es para la pequeña santa como un tesoro escondido que ha sido encontrado. Es que su amor a Dios fue tal que no temió el mas crudo martirio antes que perder su santa virginidad. niña era y habiendo encontrado el tesoro más preciado, que no es sino el mismo Dios y su Reino, lo guardó en su corazón y en su mente para comprar el campo, una vida en Cristo, que es la que adoptó para siempre, configurándose con el mismo Jesús en su martirio. Gran valentía la de santa Inés, porque en los niños (y con más frecuencia en las niñas) existe una disposición natural para la pureza pero no para el sufrimiento, esto se ve claramente en el llanto de los infantes cuando hay alguna mínima perturbación que les disgusta. Por otra parte, en los adultos es más natural la valentía al enfrentar el sufrimiento, mas no así la pureza. Santa Inés, llena de Dios en su pequeño corazón y en su gigante espíritu, poseía la pureza de los niños y la valentía de los adultos.
Esta memoria también nos sirve para reflexionar en nuestro tiempo la responsabilidad que como sociedad tenemos con los niños: hay muchos niños que son martirizados de diversas formas, aún sin que este martirio nuevo signifique muerte física. Muchos adultos martirizan la infancia con las más variadas atrocidades, desde la imposición del trabajo infantil, pasando por el horror de inculcar la guerra y el odio hasta las aberraciones sexuales que incluso existen dentro de la Iglesia Santa. Recemos por que el humano comprenda la necesidad de cuidar, preservar y salvar la infancia para construir un mundo más digno y más cristiano, más humano para el bien de la sociedad toda. Hoy pedimos especialmente a esta santa mártir por los niños que son torturados en el mundo, por los que ha muerto por diversos motivos y por aquellos niños que estando vivos sufren las tristezas que conocemos y aquellas que no conocemos también. Si tanto amamos nuestra propia vida no seamos necios y volvamos el rostro al Señor, Él es el autor de la vida que llevamos en nuestro espíritu y cuerpo. Si amamos un campo sin haber hallado el tesoro hoy detengámonos en el campo santo de esta joven virgen mártir para considerar encontrar en lo profundo del corazón el tesoro de la gracia, de la fe, del perdón y después de contemplar a Dios en sus santos guardemos estas cosas para retenerlas, no para soltarlas: para retenerlas y adquirir el campo que es la vida de conversión al Evangelio. Santa Inés, rogá por nosotros.