Seguramente no podamos ser igual que San Francisco, seguramente no podamos llevar la santidad especial en nosotros, pero aún así estamos llamados a la santidad. Seguramente muchos nos reprochen que somos cristianos y, aún siéndolo, no somos perfectos..., la perfección bien entendida, la verdadera es estar con Dios. No puedo exigir del otro la perfección que no tengo; muchas veces nos exigimos cosas como si solo la voluntad bastara. Aprendí, como los niños que tropiezan una y otra vez, que todo viene de la mano de Dios y que la voluntad debe aceptarse a sí misma en Él. Y esto forja la paz, la misma paz de la que debemos ser instrumentos, como dice la oración que hicimos. Aceptarse en el Señor forja la paz y emana esencia de sabiduría; pero la soberbia está al acecho de los sabios, por eso es querible y conveniente entrenarse en la humildad ya que, como dijo San Pedro, "Dios resiste a los soberbios pero da su gracia a los humildes". En la compañía de los santos y de los hermanos podemos hallar la fuerza de Dios que nos guarda del mal y nos ama.
miércoles, 4 de octubre de 2017
San Francisco de Asís
Seguramente no podamos ser igual que San Francisco, seguramente no podamos llevar la santidad especial en nosotros, pero aún así estamos llamados a la santidad. Seguramente muchos nos reprochen que somos cristianos y, aún siéndolo, no somos perfectos..., la perfección bien entendida, la verdadera es estar con Dios. No puedo exigir del otro la perfección que no tengo; muchas veces nos exigimos cosas como si solo la voluntad bastara. Aprendí, como los niños que tropiezan una y otra vez, que todo viene de la mano de Dios y que la voluntad debe aceptarse a sí misma en Él. Y esto forja la paz, la misma paz de la que debemos ser instrumentos, como dice la oración que hicimos. Aceptarse en el Señor forja la paz y emana esencia de sabiduría; pero la soberbia está al acecho de los sabios, por eso es querible y conveniente entrenarse en la humildad ya que, como dijo San Pedro, "Dios resiste a los soberbios pero da su gracia a los humildes". En la compañía de los santos y de los hermanos podemos hallar la fuerza de Dios que nos guarda del mal y nos ama.